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El avance en el mapa municipal resucita al PP para plantar cara al Consell desde la provincia

Los populares alicantinos confirman en la constitución de los gobiernos locales sus resultados del 26-M, retienen plazas clave y tendrán la mayor cuota de poder de toda la Comunidad

El alcalde de Alicante, Luis Barcala, saluda a la líder regional del PP, Isabel Bonig, durante el pleno celebrado ayer para la constitución del nuevo consistorio de la ciudad. Álex Domínguez

Hace cuatro años, el PP salió muy tocado de la elección de alcaldes durante la constitución de los gobiernos municipales. Entonces se quedó sin socios envuelto en un sinfín de casos de corrupción, fue reducido por los pactos de la izquierda y acabó arrinconado con la menor porción de poder municipal de toda la etapa democrática. Apenas 44 alcaldías, en su inmensa mayoría en poblaciones medias y pequeñas. Le salvó, eso sí, aguantar el control de la Diputación. Recuperó algo de fuelle hace ahora un año cuando, vía tránsfuga, le arrebató la vara de mando de la ciudad de Alicante a la izquierda. La debacle del PP en el resultado global de las generales y autonómicas con la victoria de Pedro Sánchez y la reedición del Pacte del Botànic para que la izquierda afrontara otro mandato en el Palau de la Generalitat en los comicios del 28 de abril, sin embargo, alimentó la incertidumbre sobre los resultados de las municipales que se celebraban apenas un mes después. En las urnas del 26-M estaba la respuesta.

Pero tanto los datos de esos comicios como la constitución ayer mismo de los gobiernos locales surgidos de esa cita certificaron un avance del poder municipal popular y confirmaron que, aún con una situación muy complicada, el PP ha conseguido «resucitar» para convertir la provincia en el escenario clave de la estrategia de oposición de la derecha al nuevo Consell del Botànic II, gobierno de la principal autonomía en manos de la izquierda en toda España. Alicante es la circunscripción de la Comunidad en la que el PP ostentará una mayor cuota de poder municipal con un total de 47 gobiernos locales, una porción algo mayor que en 2015. Pero, sobre todo, la jornada de ayer, además de la resistencia en localidades pequeñas como muestra del músculo que aún conserva el PP, les confirma en plazas muy importantes como Alicante en pacto con Ciudadanos, les acomoda en Benidorm y Torrevieja con mayorías absolutas, les permite recuperar Santa Pola o El Campello y, con dificultades, les facilita continuar con la vara de mando en Orihuela o Calp.

Y, por tanto, después de echar a andar este nuevo mandato local que nos conducirá hasta 2023, el tablero político de los populares visualiza una red de alcaldes en toda la provincia -Luis Barcala, Toni Pérez, Eduardo Dolón...- que junto a la figura de Carlos Mazón en la presidencia de la Diputación -piedra angular de la estrategia del PP- ostentarán un poder de facto que se constituye dentro de la debilidad orgánica como una alternativa a la obligada renovación que se tendrá que abrir a una desgastada Isabel Bonig, que sólo resiste gracias a que el resto de líderes del partido están igual o peor que ella. Tiene fecha de caducidad. Y lo que ocurra con el PP de Alicante puede marcar el futuro en el resto de la Comunidad teniendo en cuenta, además, que tanto Valencia como Castellón son «agujeros negros», en estos momentos, para los populares. Así que Alicante es, a día de hoy y después de repartirse el poder local, la principal esperanza del PP.

Pero, sobre todo, el resultado tanto de las elecciones municipales como la confirmación de que el PP no sólo aguanta sino que, incluso, es capaz de «resucitar» con su nuevo poder local en la constitución de los consistorios, se convierte en un problema para el gobierno de Ximo Puig. Una molesta china en el zapato. Algo que se vio durante la investidura de Luis Barcala como alcalde de Alicante. Tras tender la mano al nuevo gobierno de la Generalitat, el primer edil y dirigente del PP cargó las tintas contra el Botànic. El lugar elegido por Isabel Bonig para seguir la constitución de los gobiernos locales fue, precisamente, la ciudad de Alicante. Así que este pulso desde el PP en la provincia con el Consell será una constante de este mandato. Máxime con el refuerzo que supone para los populares el avance en su cuota de poder municipal y la carencia de otros altavoces institucionales en el resto de la Comunidad, donde no controla ninguna de las ciudades importantes ni tampoco las diputaciones. Hay preocupación en la izquierda por su posición en la provincia de Alicante como quedó demostrado esta semana con la improvisada firma en el Castillo de Santa Bárbara del acuerdo que salvaba la investidura de Puig como gesto con el único territorio en el que el Botànic perdió en número de escaños frente a la derecha en las autonómicas.

Sacar pecho y respirar

Así que mientras la izquierda saca pecho en Valencia y Castellón con una hegemonía casi absoluta en esos territorios mano a mano entre los socialistas y Compromís con unas 200 alcaldías entre ambos en esos dos territorios, el PP respira con un gran balón de oxígeno en la provincia. Ejemplo. Hace cuatro años, sin ir más lejos, iniciaron el mandato con sólo una gran alcaldía -Mutxamel- en l'Alacantí. Ahora conservan esa pero, además, recuperaron El Campello y, sobre todo, lograron el control de la ciudad de Alicante. Los datos evidencian que a los populares les sigue costando mucho encontrar socios para pactar. En esta ocasión, sin embargo y a diferencia de lo que ocurrió hace cuatro años, se han encontrado con Ciudadanos como en Alicante, Calp o Callosa de Segura o con los ultraderechistas de Vox, por acción u omisión, en Mutxamel y El Campello. Pero también es verdad que los de Albert Rivera han ejercido de veleta con tantos pactos con los socialistas -algún acuerdo, incluso, con Compromís- como con el PP. Y, en la práctica y a la espera del desarrollo del pacto en Alicante y la Diputación, con una escasa visibilidad territorial: apenas cuatro alcaldías como evidencia del discreto resultado electoral de las municipales.

Ese aire para el PP se produce a pesar de que la izquierda, en su conjunto, suma más alcaldías. Entre los socialistas como fuerza con más primeros ediles, Compromís y EU en tanto que Podemos quedó casi borrada del mapa reúnen cerca de 80 gobiernos locales, más de la mitad de la provincia. El PSPV -con 57 alcaldías, 10 más que el PP- tiene Elda y Dénia con mayoría absoluta, Alcoy en minoría, Villena con Los Verdes y Elche con Compromís. Mejoran los de Mónica Oltra en alcaldías con 18 -tres más-y con grandes bastiones en poblaciones como Crevillent y Altea aunque pierde algún gobierno emblemático como Muro, localidad del conseller Rafa Climent. Pero, sin embargo, la sensación de debilidad territorial que la izquierda en su conjunto destiló en las autonómicas y que se confirmó en las urnas de las municipales sigue vigente. No sólo por ceder en Alicante o la Diputación sino también porque el PP ha recuperado terreno en las principales ciudades y el pulso entre los dos bloques en esas locales está muy igualado. Y eso pone a la provincia en el epicentro de la batalla que se avecina en este nuevo y apasionante ciclo político.

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