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Una firma en el Castillo con alivio en los abrazos e ilusión contenida

Puig, Oltra y Dalmau intentan evidenciar unión en el acto celebrado en la fortaleza de Santa Bárbara tras las desavenencias previas

Mónica Oltra, Ximo Puig y Rubén Martínez Dalmau muestran la reedición del pacto del Botànic, tras firmarlo ayer en el salón de Felipe II del Castillo de Santa Bárbara de Alicante. Al fondo, miembros del comité negociador. jose navarro

En el salón de Felipe II del Castillo de Santa Bárbara. Frente a un tapiz con los dos nombres históricos de la capital alicantina: Akra Leuka y Lucentum. En un ambiente de ilusión contenida, pero en el que los presentes, la mayoría cargos públicos de PSOE, Compromís y Podemos, se intercambiaban abrazos con un evidente aroma de alivio después de jornadas de máxima tensión que provocaron que no hubiera pacto hasta última hora, pocos minutos antes de que ayer arrancase el pleno de investidura. Así, en ese escenario, se firmó ayer la reedición del acuerdo del Botànic, el «Botànic II», el «Pacto de Alicante» o el «Pacto del Castillo [de Santa Bárbara]». En definitiva, y nombres al margen, el documento que permitirá a la izquierda seguir cuatro años más al frente de la Generalitat, aunque ahora con un tercer socio, Podemos, que ayer se notó que es «nuevo» en estas lides. Eran menos y, por ahora, se nota que el líder de la formación, el alicantino Rubén Martínez Dalmau, es el recién llegado al «binomio» formado por Ximo Puig y Mónica Oltra, donde pese a todo, pese al adelanto electoral y pese a las luchas entre partidos de los últimos días, sigue aflorando cierta complicidad, aunque ya solo por momentos y nada improvisados.

Se vio cuando el socialista le enseñó, con una amplia sonrisa dibujada, la pluma (roja) con la que iba a firmar el pacto. No era cualquiera. Era la misma con la que rubricó el acuerdo de hace ahora cuatro años, entonces en València. Oltra tampoco cogió el bolígrafo que cada dirigente tenía sobre la mesa. También prefirió usar uno (naranja) con historia personal: el que ha utilizado durante este mandato en cada rueda de prensa posterior al pleno del Consell. Aún le quedaba tinta, porque el pacto, con triple copia, fue firmado, hoja a hoja, por los tres nuevos líderes del Consell. Luego, los tres, lo enseñaron a los asistentes, que rompieron en un aplauso. No era el primero de la tarde que se escuchaba en la fortaleza, aunque ninguno retumbó. Minutos antes ya habían sonado, y por duplicado. Primero cuando miembros del comité negociador se dejaron ver y después cuando los tres protagonistas de la jornada hicieron acto de presencia: Puig, Oltra y Dalmau fueron llegando por separado al castillo, pero quisieron inmortalizar la entrada juntos, por aquello de evidenciar una unidad que ayer parecía sobreactuada. Sin excesos, iban sonrientes, y así lo subrayó uno de los asistentes, que en tono elevado manifestó: «Dientes, dientes... [y ahí se quedó, dando por hecho que el resto sabían de sobra cómo acaba la frase]».

Tras los firmantes, entró en forma de séquito el resto de presentes en el Castillo, incluidos el presidente de la Autoridad Portuaria, Juan Antonio Gisbert, y el presidente de CEV Alicante, Perfecto Palacio. Solo se quedaron fuera los turistas y algún alicantino despistado. Al fondo del salón, bajo un tapiz que evidenciaba que Alicante había sido el lugar elegido para la firma de la reedición del Botànic, los tres líderes del nuevo Consell se sentaron. Eran las 18.40 horas. Seis minutos después, las sesenta páginas ya tenían el sello de Puig, Oltra y Dalmau. Ya no había marcha atrás, pese a que fueron visibles gestos interpretables (¿de desaprobación? ¿de desagrado?) de los líderes según iban avanzando en los nuevos seis ejes programáticos.

A sus espaldas, parte de aquellos dirigentes del PSOE, Compromís y Podemos-EU que en los últimos días se batieron el cobre para poder alcanzar «in extremis» el pacto. Para ellos tuvo palabras de agradecimiento la líder de la coalición, a las que de inmediato se sumó el presidente en funciones, que hoy se someterá a la definitiva sesión del pleno de investidura, ya en València. El domingo se cerrará la concatenación de actos con la toma de posesión.

Antes de las intervenciones de ayer, ya con el pacto firmado, se volvió a mostrar esa frialdad por la que atraviesa, al menos públicamente, la relación entre Puig y Oltra. El socialista, nada más terminar de firmar el documento y enseñarlo a las cámaras, no dudó en girarse a su derecha y abrazar a la líder de Compromís. El gesto fue más largo que intenso, eso sí. Luego le tocó a Oltra y Dalmau. Y, por último, a Puig y al alicantino de Podemos. Tocaba hacerlo.

Tras romper filas, ya al margen del protocolo, llegaron los saludos más afectuosos, los elegidos de verdad por los firmantes del pacto que tuvo por testigo el castillo, pese a que a primera hora de la mañana se barajaba el Jardín Botánico de Alicante, un parque desconocido para la ciudad y semiabandonado en el entorno de los juzgados de Benalúa. Dos fueron los gestos más evidentes tras esa firma. Una sonriente Oltra se echó a los brazos del conseller Vicent Marzà, compañero de coalición, aunque no de partido (ella es de Iniciativa y él del Bloc). Ambos, todo apunta, seguirán al frente de competencias similares a las que han ejercido estos años. Al lado, el socialista Puig se fundió en un abrazo con otro conseller en funciones, también de Compromís. Era Manuel Alcaraz. El alicantino, voluntariamente, ya no formará parte del próximo gobierno.

A partir de ahí, se sucedieron los intercambios de gestos de aprecio, mezcla de enhorabuena y de desahogo. Pocos quisieron desaprovechar la ocasión de felicitar a Puig, a Oltra y a Dalmau. A todos, o al menos a los suyos.

En el noble salón de Felipe II se dieron cita decenas de personas, la mayoría cargos públicos, entre entrantes y salientes. Estaba la practica totalidad de los consellers en funciones. Por el PSPV, además, se dejaron ver Juana Serna, Rubén Alfaro (Elda) y Antonio Francés (Alcoy), además del alicantino Francesc Sanguino, algo desubicado entre unos socialistas de la capital que mostraron, sin reparos, que siguen divididos. Al frente, el exsenador Ángel Franco, que lleva dos décadas controlando la agrupación local. Entre las filas de la rosa, también la subdelegada del gobierno, la «sanchista» Araceli Poblador, e históricos como Emilio Soler. Por Compromís, desde Aitana Mas y Mireia Mollà (su nombre está en las quinielas), pasando por el local Natxo Bellido o el previsible diputado provincial, Gerard Fullana. Desde Podemos-EU, estaban presentes el líder local, Pascual Pérez, junto al próximo portavoz municipal, Xavier López, o Llum Quiñonero. Y es que pocos se quisieron perder una firma histórica en Alicante.

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