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ELECCIONES MUNICIPALES 26M

Los «agujeros» de Compromís

La coalición cierra el ciclo de las urnas con la obligación de preguntarse qué quiere ser de mayor y con tres graves problemas por abordar

La última ejecutiva de Compromís celebrada el pasado lunes. efe

El ciclo electoral deja, sin ninguna duda, un sabor agridulce en Compromís, una pregunta a responder y tres grandes «agujeros» que la organización debe abordar para garantizar su futuro. Es verdad que, con los resultados en la mano tanto del 28-A como del 26-M, Compromís parece haber consolidado un suelo electoral que oscila entre el 7 y el 9% de los votos en toda la Comunidad cuando se celebran convocatorias de ámbito estatal. Así ocurrió en las generales y luego en las europeas. Y un espacio político de entre el 14 y el 17% en el conjunto del territorio valenciano cuando esa urna tiene que ver con comicios pegados a su espacio como las autonómicas o las municipales. Es cierto, como señalan algunos dirigentes de Compromís, que la marca electoral que lidera Mónica Oltra ha resistido con mejores números la ola de voto útil a favor de los socialistas que, en las elecciones del pasado domingo, se llevó por delante a Podemos y a otras formaciones territoriales de izquierda.

Compromís volvió a ser la tercera fuerza municipal autonómica con cerca de 340.000 votos -95.000 papeletas por delante de Ciudadanos- y más de 720 concejales. Eso le permitiría retener, cuando se constituyan los consistorios locales el próximo 15 de junio, unas 80 alcaldías, entre ellas la de la ciudad de València, convertida en la joya de la corona con Joan Ribó, además de presencia en las tres diputaciones. Todo ese poder local unido a la continuidad de la izquierda en el Consell en el que Compromís volverá a tener un rol determinante y al papel que puede jugar Joan Baldoví en el Congreso vuelve a conceder a la coalición argumentos para seguir jugando sus cartas en este próximo periodo. Pero, sin embargo, la sensación general -y la política, a fin de cuenta, es la expectativa que genera- es que el proyecto se ha estancado con tendencia a la baja. En determinadas zonas transmite claros síntomas de agotamiento o, incluso, de incapacidad para poder asentarse, algo que no se puede permitir un partido que cogobierna la Generalitat.

De la ejecutiva que Compromís celebró el pasado salió el acuerdo de que, en estos momentos, lo más urgente es culminar la negociación del Consell del Botànic, un periplo que arranca hoy mismo, y las alianzas municipales con el poder local en el tablero. Pero también flotaron en el ambiente tres cuestiones que, antes o después, Compromís tendrá que abordar de forma inaplazable. Primero: su limitación electoral en Alicante. El proyecto no podrá crecer sólo con porcentajes del 20% de voto en la provincia de València con alcaldías de gran valor pero que se rebajan a menos del 9% cuando se cruza la frontera alicantina y que se quedan en la nada en la Vega Baja. Esa diferencia se ha notado especialmente en las municipales con los fiascos en Elda, Orihuela y Benidorm. Y además del bajón en Alicante de Natxo Bellido y el retroceso en Elche de Mireia Mollá, con un coste de dos diputados provinciales. Sin subir en la provincia, Compromís tendrá dificultades para mantener su espacio en los ciclos que esté en los porcentajes bajos de su suelo.

Segundo: resolver su debilidad como estructura política, algo que quedó pendiente en estos cuatro años anteriores. No puede ser que una organización con poder de gobierno tenga que reunir a cuatro direcciones para tomar una decisión y que, por ejemplo, el papel de los independientes -el gran éxito de la coalición por atraer gente sin adscripción partidista- esté todavía pendiente de solucionar. Y tercero: un discurso menos agresivo para determinados sectores de la sociedad que rechazan los argumentos más identitarios de Compromís. No se trata de renunciar pero sí de dar con la tecla de un mensaje más amable, como el que ha llevado a una clara victoria de Ribó en València. Y eso se puede resumir: ¿Saben de una vez en Compromís lo que quieren ser de mayores? Los electores les han dado una prórroga más para decidirse. Puede ser la última oportunidad. Ellos verán lo que hacen.

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