El doble o nada marcado hace un mes en el calendario del Partido Popular les ha salido bien. Darse una segunda oportunidad después del tremendo batacazo recibido el 28 de abril con las elecciones generales y autonómicas, al pensar que había que volver a pasar por las urnas, le ha supuesto todo un balón de oxígeno al PP que, hace tan solo un mes, en lugar de debatirse entre la descomposición y el ruido de sables, aplazó la batalla con una «falsa tregua» de la que han salido airosos.
De quedarse en un escenario muy complicado en el mapa político a nivel nacional y autonómico, y verse al borde del precipicio en cuanto a las alcaldías y las diputaciones, su mejora sustancial de resultados este pasado domingo les ha permitido no solo retener o ganar algunas de las varas de mando en municipios muy cotizados, además de conseguir mantener la Diputación de Alicante (pendiente de un pacto con Ciudadanos), sino además ofrecer una imagen de recuperación que les puede mantener a flote los próximos meses. Y ese estado de equilibrio es fundamental para afrontar los próximos objetivos.
A nivel cuantitativo, el PP ha mantenido la Alcaldía de Alicante con Luis Barcala y se ha hecho con las mayorías absolutas de dos de las principales ciudades alicantinas, Benidorm con Toni Pérez (donde gobernaban en minoría), Torrevieja con Eduardo Dolón (que estaba en manos de Los Verdes) o Pilar de la Horadada (donde dan un vuelco total al tablero). También conserva Orihuela, con Emilio Bascuñana pendiente de pactar con Ciudadanos, una situación que se repite en otras poblaciones de más de 20.000 habitantes como El Campello, Santa Pola o Sant Joan d'Alacant, donde la formación naranja sera decisiva en mayor o menor medida.
Otro de los logros destacados por el PP es haber colaborado en la Marina Alta para que Compromís, en uno de sus principales feudos, empeore sus resultados. Detalles que se van sumando, pero que sobre todo tienen un reflejo cualitativo si se extrapolan fuera de la provincia. Aquí el PP es donde más saca pecho al comparar el «botín» del 26 de abril con los resultados que han conseguido las candidaturas populares en las provincias de Valencia y Castellón. En ambos casos tan solo se ha hecho con una Alcaldía de más de 20.000 habitantes y, por supuesto, están muy lejos de hacer sombra a Compromís o al PSPV-PSOE en los Ayuntamientos de València y Castellón, donde bajan el número de ediles en las dos capitales. Al igual que, obviamente, el Partido Popular se ha quedado sin opción alguna en estas dos instituciones provinciales en juego.
Con todo ello, otra de las lecturas que estas últimas 48 horas están realizando los responsables del Partido Popular es que si el resultado paupérrimo del 28 de abril desautorizaba directamente a todos sus líderes, comenzando por los tres candidatos por Alicante al Congreso (César Sánchez), a las Cortes (José Ciscar) o a la Generalitat (Isabel Bonig), envueltos todos ellos por el suspenso rotundo que se ganó el presidente nacional, Pablo Casado, ahora son los feudos alicantinos los que tienen las espaldas más cubiertas. Desde el PP de Alicante se asumen que han «salvado los muebles» después de una situación reciente «muy adversa», tal y como señaló ayer el presidente provincial José Ciscar. Un Ciscar que ya bien entrada la madrugada del domingo al lunes, no quiso dejar de pasar por el restaurante donde el PP organizó su noche electoral en la ciudad de Alicante. Allí felicitó a Luis Barcala por ganar las elecciones de la capital y se mostró confiado con el resultado de la Diputación -todavía condicionado por el recuento definitivo que debe efectuarse en Villena-, pero sobre todo pudo comprobar que las miradas de un desencajado alcalde de Alicante hace un mes en ese mismo lugar, con Barcala muy preocupado por lo que le podía venir, se convirtieron en una sonrisa de oreje a oreja.
Pactos consecuentes
Otro aspecto donde el PP ya se ha empezado a fijar horas después de pasar de nuevo por las urnas es el comportamiento que tenga Ciudadanos, tanto en las alcaldías como en la Diputación de Alicante. José Ciscar pidió ayer a la formación naranja que sea «consecuente» dentro de un planteamiento general, que se abordará primero de forma común para luego entrar al detalle pueblo a pueblo.
En cualquier caso, el PP no quiere que la negociación para saber quien asume el poder de la Diputación alicantina ensombrezca ahora todo el proceso de pactos en los municipios, desde los más grandes hasta los más pequeños. «Luego vendrá la Diputación» asegura José Ciscar, que insiste con que primero hay que constituir los 141 ayuntamientos de la provincia de Alicante. El sosiego, la calma y la relativa paz que da haber reanimado al enfermo casi terminal, prácticamente salvado por la campana, no es amiga de revoluciones para enzarzar de nuevo al PP en una atmósfera turbia. La ganancia en poder municipal ha llenado de ánimo las alforjas populares.
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