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Balance de gestión en Alicante

Más hogueras, pero sin modelo para la cultura y el deporte

El mandato compartido por la izquierda y el PP acaba sin grandes novedades en las fiestas, mientras Alicante sigue sin pruebas de referencia deportiva y arrastra instalaciones deficientes

Más hogueras, pero sin modelo para la cultura y el deporte

Alicante no es una ciudad que se conozca de puertas a fuera por el deporte ni tampoco por la cultura, salvo alguna excepción para el potencial de una capital mediterránea de 330.000 habitantes. Alicante, eso sí, disfruta de sus fiestas, atrayendo turistas nacionales y también internacionales, que dejan millones de euros en la ciudad, año tras año. Sin la necesidad de impulsar grandes cambios, las fiestas oficiales de la capital siguen siendo, turismo de sol y playa al margen, una cita obligada en el calendario. Por eso, el Ayuntamiento también se planteó salir fuera de Alicante a promocionar las Hogueras con las convivencias de las candidatas a Bellea del Foc, que durante los tres primeros años de este mandato se realizaron lejos del territorio nacional (Suecia, Portugal y Francia). De puertas adentro, el principal cambio impulsado por el Ayuntamiento fue el traslado de las mascletás nocturnas, cuyo seguimiento iba a días, dependiendo del barrio y de la noche elegida, a disparos a la hora tradicional de Luceros previos a los días grandes. Un éxito de público que se ha consolidado durante un mandato que también sirvió para que la cita con la pólvora, tan añorada en esta ciudad, se ampliara a la despedida del año, a Nochevieja y su «entorno».

Los Moros y Cristianos también vieron cumplida una de sus añoranzas: recuperar el Desembarco en la playa del Postiguet, que este año además se verá ampliado con otras actividades en verano, como un desfile por las calles de Alicante.

En el aspecto cultural, la ciudad sigue buscando un plan y el sector, reclamando más financiación. Sin dinero, los milagros son efímeros. Sin presupuesto, los proyectos no pueden desarrollarse en su máximo apogeo, como le sucede, por ejemplo, al Museo de Arte Contemporáneo (MACA), que urge un modelo de gestión y una mayor inyección económica. Pero la falta de dinero se extiende a la mayoría de sedes culturales. Aunque no todo es una cuestión económica. Hay más.

¿Qué quiere Alicante para el futuro con la cultura? Mucho hablan los partidos políticos, sobre todo en esta eterna campaña electoral (que arrancó de manera oficiosa con el trayecto hacia las ya pasadas autonómicas y generales). Unos apuestan por adquirir el antiguo cine Ideal (hoy en manos privadas) para levantar un nuevo espacio cultural, para lo que el Ayuntamiento requeriría del apoyo externo de la Generalitat. Otros se centran en rehabilitar los depósitos de La Británica, también como sede cultural. También los hay que quieren ampliar las Cigarreras o destinar la Comandancia de la Guardia Civil, cuando se traslade, para uso cultural.

Todas esas apuestas, en una ciudad cuyos dirigentes históricamente han mirado con recelo cada euro destinado al mundo de la cultura, deben tener un «sostén» presupuestario, pero no solo para ponerlas en marcha, para iniciar los proyectos, sino para mantenerlas con pulso, con latido, con el paso de los años. Porque el objetivo no debe ser recuperar, rehabilitar o acondicionar, sino crear sedes culturales con expectativas de vida.

Frente a esta apuesta está la alternativa de destinar el presupuesto cultural a potenciar las actuales dependencias municipales, como por ejemplo podría ser el Castillo de Santa Bárbara, una «joya» de Alicante que está absolutamente infrautilizada y en una situación de mantenimiento muy mejorable.

En otro orden, el Ayuntamiento tiene que decidir antes o después qué hacer con la Banda Municipal de Música de Alicante, que ahora arrastra déficit de personal y de material, pero que supone un coste significativo para las arcas municipales. ¿Hay que apostar por ellas, ofreciéndoles las condiciones necesarias, o no? El próximo gobierno municipal también debe decidir si mantiene la nueva ubicación de la Feria del Libro, que este año se ha estrenado en el Edificio Séneca, y si la Lonja se quiere para exposiciones dirigidas a un público amplio o selecto. Un abanico de decisiones que no deben tomarse a impulsos, sino que tendrían que formar parte de un «modelo cultural» para la ciudad. Sobre todo ahora que el Teatro Principal ha ganado vigor con la entrada de la Generalitat.

Lo mismo sucede en el deporte: ¿Qué quiere Alicante? ¿Por qué no cuenta con una prueba popular que sea referente a nivel nacional? En este mandato, se han mejorado instalaciones (aunque queda por hacer), se ha potenciado el deporte municipal y se han aumentado las subvenciones a los clubes, pero Alicante sigue añorando una prueba con ADN propio. Sigue a la espera.

Mascletás en Luceros para calentar el ambiente

Pocos cambios relativos a la gestión municipal en las fiestas se han producido este mandato que acaba en Alicante. Uno de los más significativos, por aplaudido, fue el cambio de cromos: las mascletás nocturnas que se disparaban en barrios en los días previos de las Hogueras por espectáculos en los primeros fines de semana de junio. Este cambio, promovido por el tripartito con el socialista Echávarri al frente de Fiestas, gustó mucho en los locales del centro y no tanto en los distritos. Con los años, se ha consolidado y ya forma parte del calendario de las Hogueras. Este año, por ejemplo, trece disparos en total (diez oficiales, cuyo coste se ha ido aumentando también durante este mandato con ambos gobiernos hasta igualarlo al de Fallas, y tres fuera de concurso). A esos hay que sumar los que se instauraron para finalizar el año, también en Luceros y a las 14 horas. Por otro lado, se recuperó el Desembarco de Moros y Cristianos en la playa del Postiguet, en verano. En invierno llegó la polémica, por la tardanza en la puesta de las luces desde el gobierno de izquierdas y por el coste de las fotos con Papá Noel con el ejecutivo popular.

Grandes eventos pero con falta de ADN alicantino

Mayor presencia de eventos deportivos a nivel nacional e internacional en Alicante, pero sin la apuesta por una prueba que tenga proyección real fuera de la ciudad. Es decir, sigue sin haber un acontecimiento con ADN propio que ponga a la capital en el mapa deportivo, pese a que, por otro lado, se ha intentado potenciar el turismo deportivo. En este mandato, se puso en marcha la piscina de Vía Parque, aunque esa instalación, y el resto de piletas públicas de la ciudad, han sido una constante de problemas técnicos que han obligado a cierres temporales y con unos horarios que poco complacen a sus usuarios habituales. Estos últimos cuatro años, en cambio, han servido para adecentar otras dependencias deportivas (como el césped de campos de fútbol), aunque otras han arrastrado déficits impropios para una capital como Alicante (algo tan básico como agua caliente). Este mandato, impulsado por el tripartito y firmado por el PP, ha sido el del cambio de titularidad de la Ciudad Deportiva, que ya es municipal, al igual que la gestión del deporte municipal. También se han aumentado las subvenciones a los clubes de la ciudad.

¿Nuevas sedes o una apuesta por las actuales?

La falta de financiación y la ausencia de un modelo siguen lastrando a la cultura en la ciudad de Alicante. Pocas son las instalaciones culturales que no arrastran problemas derivados de la ausencia de un presupuesto acorde: el Museo de Arte Contemporáneo (que además se enfrenta a la necesidad de buscar una fórmula de gestión), el Castillo de Santa Bárbara (una instalación única, pero dejada de lado) o la Banda Municipal de Música de Alicante (donde faltan músicos e instrumentos, pese al coste que supone para las arcas del Ayuntamiento). También siguen faltando salas de exposiciones en la ciudad (si la Lonja se dedica a muestras más populares como la de Van Gogh o la del Titanic, la ciudad se queda sin espacios para otro tipo de apuestas culturales). ¿Y el futuro? Mucho prometen los partidos sobre poner en marcha más instalaciones culturales... La cuestión es si Alicante necesita más sedes (con el coste que supondría) o apostar decididamente por las actuales. La ciudad hoy sigue sin plan. Ahora, al menos, ha incluido a la Generalitat entre los propietarios del Teatro Principal, un aval para el presente y futuro.

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