La política local es la primera línea de la gestión y la que implica un contacto más directo entre el cargo público y el ciudadano, aunque en las grandes y medianas poblaciones esto acaba siendo con frecuencia muy relativo por los numerosos filtros existentes. En los municipios más pequeños, en cambio, el político es realmente el vecino de al lado y la persona a quien exponer cualquier problema o inquietud, o a quien recurrir cuando algo falla. Y eso exige una dedicación plena, que no exclusiva: lejos de convertirse en una profesión, la política de este nivel es casi siempre una actividad voluntariosa sin remuneración alguna.
En los pueblos, por norma general, la política cumple con creces su finalidad de servicio público. Puede decirse que todos los días son campaña electoral, y no porque el alcalde, el concejal o el candidato de turno ande pidiendo el voto constantemente, sino porque cada acción es observada con lupa por el resto de los vecinos. Por ello, no todo el mundo está dispuesto a asumir ese reto; completar una lista electoral o encontrar un relevo en el cargo a veces es difícil. Así, tampoco es extraño que algunos alcaldes encadenen un mandato tras otro. Eso sí, la obligación no está exenta de ilusión.
Lo saben bien los primeros ediles de Almudaina, José Luis Seguí (PP, y l'Alqueria d'Asnar, Jaume Pascual (PSOE, que han ganado todas las elecciones municipales desde 1979; también ha alcanzado esa meta Felipe Miralles (PSOE), de Benimantell, aunque él ya deja el cargo. El primero era alcalde desde 1972, por lo que es previsible que supere los 50 años de mandato. Tanto Seguí como Pascual destacan el componente vocacional de la política local y el «gusanillo» que, pese al tiempo que llevan al frente de sus respectivos municipios, les sigue dando su papel: «Mantengo la satisfacción del primer día por trabajar para el pueblo», afirma el primero, mientras que el segundo valora el hecho de «dignificar el esfuerzo de defender a tus vecinos».
Los dos alcaldes veteranos hacen hincapié en que en estos municipios el voto al candidato está por encima de las siglas; Seguí señala que «sé que me apoyan personas que en otras elecciones votan a otros partidos, igual que las hay que son del PP y no me votan», y recalca que en los pueblos de menos de 250 habitantes, como el suyo, «hay más democracia» en el sentido de que las listas son abiertas, por lo que el voto es directo a la persona. Por su parte, Pascual añade que «también hay detrás un gran equipo», aunque él haya encabezado siempre las candidaturas en estos 40 años. También se manifiesta en este sentido Rafael Vives, el alcalde de Daya Vieja, el único municipio de estas características del sur de la provincia.
En permanente disposición
Vives, que lleva 16 años de alcalde y estuvo antes otros ocho como concejal, resalta que «la vocación y la ilusión son el secreto de la política local», y se felicita de haber logrado que en este tiempo el municipio haya pasado de apenas 180 habitantes a más de 600. «Es el fruto del trabajo, y el motor que te lleva a mantenerte», señala. En estas elecciones, además, se reflejará hasta qué punto la política local está más ligada a personas que siglas: tras más de dos décadas en las filas del PP, ahora se presenta por Ciudadanos, y no es el único caso en la provincia, ya que el alcalde de El Castell de Guadalest, Enrique Ponsoda, ha dado el mismo paso. Al respecto, el primer edil de Daya Vieja argumenta que su anterior partido «no daba respuestas a muchas demandas», y que, en cualquier caso, «tenemos toda la ilusión» y «al final son los vecinos quienes deben decidir».
Si Vives fue alcalde de su pueblo con 30 años, más joven aún era Francisco Fenollar cuando accedió a la alcaldía de Alcoleja en 2004 tras la renuncia de su antecesor: 22 años. Ahora, con 37 y trabajando como psiquiatra en el Hospital General de Alicante, comenta que «el fundamento de la política es pensar que estás para mejorar la vida de la gente», y que, si bien supone «un sacrificio» en lo personal, también es «un compromiso» con los vecinos. Y destaca, en este sentido, que «la gente, cuando ve que las cosas funcionan, responde». Incide, además, en que «la vida de un pueblo pequeño no es sólo que todo esté bonito, sino de hacer posible vivir en él: la agricultura, la tecnología digital, el turismo... Si no, se muere».
Para ello, es imprescindible «estar siempre encima de la gente» y de sus necesidades, explica Gema Baldó, primera teniente de alcalde de Alcoleja y la cara más visible del gobierno municipal para los vecinos de la población. «Es un trabajo continuo; en cualquier momento te paran por la calle o te llaman a la puerta para contarte cualquier problema». Y eso, añade, supone una constante evaluación ciudadana: «Todo lo que haces está mal», comenta con ironía, «porque lo bueno todo el mundo asume que es tu obligación, y rara vez te lo dicen». Con todo, insiste: «Yo estoy muy contenta. Los jóvenes tenemos que mirar por el pueblo y hacer cosas por él».
Acción frente al inmovilismo
La ilusión por cambiar una gestión estancada en el tiempo o por revitalizar los pueblos es el gran «leit-motiv» para lanzarse a la política en los pueblos pequeños, por muy estresante que llegue a ser. Pablo Giménez, profesor en la Universidad de Alicante (UA), repite como número dos en la candidatura de la agrupación de electores que ha gobernado Sella durante los últimos cuatro años. «El esfuerzo personal es muy grande, pero te ves en la obligación» de trabajar por el bien de «los que vivimos en el pueblo, la escuela, los negocios locales y las infraestructuras». Además, defiende el hecho de concurrir con una lista de corte independiente porque «se despolitiza la discusión; en un pueblo de 600 habitantes debes ser práctico».
Muchas candidaturas, no obstante, concurren bajo el paraguas de grandes siglas porque la burocracia para presentarse es más sencilla. Lo corrobora Isabel Sancho, candidata a la alcaldía de Fageca por el PSOE y que vuelve a la política tras haber sido concejal en el mismo pueblo entre 1991 y 1999, en una corporación en su momento histórica al estar integrada sólo por mujeres. Geógrafa y agente de desarrollo local en Cocentaina, resume su programa en la idea de «hacer pueblo»: «Mostrar que Fageca es un sitio vivo, con gente viva; conectar con la gente y entusiasmarla, canalizar las inquietudes de todos y que sientan el pueblo como algo suyo».
Sancho confía en poder aplicar su experiencia profesional y personal en Fageca, como Maria Matilde Torregrosa en La Torre de les Maçanes, donde concurre como cabeza de lista de Compromís. Éste es su primer contacto con la política, pero lleva 20 años trabajando en la Cooperativa Agrícola local, por lo que «tengo relación con todo el mundo». Considera que «puedo aportar mis conocimientos y mi manera de trabajar en equipo» en una labor que, recalca, «es algo efímero» y sin más pretensión que «dejar las cosas mejor de como me las encuentre». En este sentido, recalca que es fundamental «hacer que los vecinos vivan bien y tengan los servicios necesarios», prestando especial atención a las personas mayores, y lograr «que la gente venga a quedarse y no sólo de visita; el turismo necesita que haya un pueblo vivo, con un paisaje agrícola y un medio ambiente cuidados».
La misma idea de dar un impulso a su pueblo tienen Júlia Silvestre, Elena Fresneda, Lucía Capablanca y Sara Sanjuán, integrantes de Gent per Alcosser, una lista bajo el paraguas de Compromís. Coqueto e impoluto, Alcosser tiene un aire casi bucólico, pero las jóvenes candidatas inciden en que «necesita vida»: no hay niños ni tejido social, lamentan, «pero sí muchas casas vacías», por lo que abogan por hacer todo lo posible para que «el pueblo se conozca y la gente quiera vivir aquí». También aspiran a hacer «una política participativa», con asambleas previas a los plenos. Los resultados de Compromís en las autonómicas y el apoyo de vecinos que les dicen que «hace falta juventud en el Ayuntamiento» les hacen estar esperanzadas; la urna -en singular- hablará el próximo día 26.
Demanda de servicios que contribuyan a evitar la despoblación
Mucho antes de que el concepto de «La España vacía» estuviera en boga, la lucha de la gran mayoría de los ayuntamientos pequeños pasaba ya por el mantenimiento de servicios y contribuir con ello a evitar la despoblación. Precisamente el pasado viernes, la Generalitat lanzó un guiño a estas localidades, con un proyecto para instalar cajeros automáticos en municipios que se han quedado sin oficinas bancarias. En la provincia hay 18 núcleos de población beneficiados por esta medida, en las comarcas de El Comtat, la Marina Alta, la Marina Baixa, el Baix Vinalopó y la Vega Baja, junto con otros 102 pueblos del resto de la Comunidad Valenciana.
Decisión: La ilusión de la gente más joven por cambiar las cosas
La política de los municipios pequeños está en ocasiones envejecida, como les ocurre a los propios pueblos, pero candidaturas como la de Gent per Alcosser demuestran que a veces ocurre todo lo contrario. Lucía Capablanca, Elena Fresneda y Júlia Silvestre (de izquierda a derecha), de 37, 23 y 22 años, conforman junto a Sara Sanjuán, de 23, una lista que aspira a dar nuevos aires a esta localidad de El Comtat de 229 habitantes y «desarrollar todo su potencial».
Todo sobre las elecciones municipales 2019 y las elecciones europeas
Tras la celebración de las elecciones autonómicas y generales el pasado 28 de abril, los ciudadanos tenemos una nueva cita con las urnas en las elecciones municipales y europeas el próximo 26 de mayo. En INFORMACIÓN te contamos quiénes son los candidatos de las elecciones municipales 2019 y los programas de los partidos, las noticias más destacadas de la campaña electoral y las curiosidades y aspectos más importantes sobre el proceso de votación, así como a los resultados de las elecciones municipales y europeas. Además, tendrás acceso a los mejores vídeos y fotografías de la campaña.
