Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Análisis

Todo a las municipales

Tuvieran buenos, regulares o malos resultados en las generales y autonómicas de hace dos semanas, estas elecciones locales conceden a los principales partidos otra oportunidad de consolidarse, salvar la cara o hundirse definitivamente

Papeletas de todos los partidos preparadas durante la jornada de votación del pasado 28-A. Álex Domínguez

Cuando a primeros de marzo, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, decidió unir su destino electoral al «tirón» de Pedro Sánchez y a la agitación del miedo a la ultraderecha; cuando eso ocurrió, decía, uno de los escenarios que se dibujó desde un primer momento fue la cercanía de las elecciones generales y autonómicas -convocadas para el 28 de abril- con las municipales y europeas del 26 de mayo y el impacto que podían tener los resultados de los primeros comicios sobre los segundos. Todos coincidían en que las elecciones locales en la Comunidad Valenciana y la provincia, por vez primera separadas de las autonómicas, se iban a convertir efectivamente en una segunda vuelta una vez que se confirmó la continuidad de Pedro Sánchez en la Moncloa y de la izquierda en la Comunidad con una segunda versión del Consell del Botànic entre los socialistas, Compromís y Podemos.

Pero el resultado que se produjo hace dos semanas en esas generales y autonómicas, desde luego, ha convertido estas municipales en decisivas para el futuro de los principales partidos. Independientemente de que lograran buenos, regulares o malos resultados en aquellos comicios del 28-A, abrir las urnas de nuevo tan rápidamente -habrá menos de un mes de diferencia entre las dos convocatorias- y en un escenario tan diferente para el comportamiento de los electores como la política municipal le concede a los partidos otra oportunidad. Un segundo test para consolidar espacios y tendencias, cambiar las sensaciones de hace un mes para salvar la cara y negociar todos los pactos pendientes en mejores condiciones o hundirse de forma definitiva para enfangarse en la peligrosa espiral de las tensiones internas. Ese es el marco en el que se disputan estos comicios que, desde luego, van a marcar lo que ocurra en el tablero político y que afectan al futuro de todos los partidos. Ninguno se salva. Están en el ajo. Por eso se juegan todo a las municipales. Y no es poco.

Los socialistas de Ximo Puig fueron, sin duda, los grandes triunfadores de las autonómicas y generales. Volvieron a convertirse en la primera fuerza política después de treinta años. Tendrán más fuerza para la negociación del Consell del Botànic. Eso es indudable. Pero ahora está en juego retener gran parte del poder municipal que lograron, en la mayoría de los casos a base de pactos, en 2015. El resultado socialista del 28-A registró dos debilidades: los cien mil votos de diferencia a favor de Pedro Sánchez sobre las candidaturas del PSPV y la debilidad de la izquierda en Alicante. Así que el gran reto de los socialistas es aprovechar el viento de cola para generar un mapa en los municipios y las tres diputaciones favorable para el Botànic de cara a consolidar sus políticas en el Consell. Dejar espacio a gobiernos de la derecha en los municipios sería tener que dirigir la Generalitat en un ambiente de hostilidad en una legislatura que ya será más complicada en las relaciones entre los tres socios. Y, sin duda, el gran objetivo de los socialistas pasa por la provincia, donde la derecha ha resistido mejor: Alicante con el errático arranque de Francesc Sanguino y Elche con el debilitado Carlos González además de la Diputación.

Pero para eso los socialistas necesitan que Compromís reivindique en estos comicios lo que siempre ha tenido: un gran despliegue municipal. El resultado de Compromís en las generales y autonómicas fue insatisfactorio: consolidó un espacio casi calcado de unos 450.000 votos en las autonómicas que les hace decisivos pero con dos parlamentarios menos y le arrastró el voto útil hacia los socialistas en las generales para conservar sólo un diputado en Madrid. Con toda lógica, Mónica Oltra ha planteado la gran batalla en retener la alcaldía de Valencia para Joan Ribó. Lo tiene en sus manos: ganó allí las autonómicas en un escenario muy desfavorable junto a unas generales y el sondeo del CIS le concede la victoria. Pero a ese reto debe sumar otro: conservar su representación en las ciudades de la provincia -uno de los dos escaños que perdió en las autonómicas fue en Alicante- para garantizar la lectura territorial del proyecto. Y eso se juega a tres bandas: Natxo Bellido en Alicante, Mireia Mollá en Elche y un grupo decisivo en la Diputación que pueda liderar Gerard Fullana. Todo eso, además, le daría más fuerza en una negociación de pactos en la que todos los cromos estarán sobre la mesa después de las municipales. O eso, o la vertebración de la marca en toda la Comunidad perderá consistencia.

Pero también necesita la izquierda que Podemos -con un bajón de cinco diputados pero aún con ocho parlamentarios decisivos para el Botànic- mantenga la tensión que consiguió gracias a Pablo Iglesias. No es una contienda menor para los morados. Es público y notorio que buena parte del PSPV prefiere un Consell sólo con Compromís y con la menor influencia posible de Podemos. Y los hay que dicen que el resultado local de la formación que lidera en la Comunidad Rubén Martínez Dalmau va a tener repercusión en el rol que, al final, puedan jugar en el nuevo Botànic. Ojo, por tanto, a los concejales decisivos que puedan sumar los podemitas.

La cercanía de las municipales ha retrasado la implosión del PP. Si logran salvar los muebles, entonces Pablo Casado e Isabel Bonig ganarán algo de tiempo. Pero si los resultados vuelven a ser otra debacle y no logran conservar la hegemonía de la derecha, entonces es posible que la etapa de ambos haya terminado y vengan tiempos de grandes tensiones en las filas populares. La resistencia de Alicante con Luis Barcala o conservar el bastión de la Diputación con grandes dudas sobre el futuro de César Sánchez medirá la salud del PP. Ciudadanos, con Albert Rivera y Toni Cantó, está necesitado de dejar a un lado esa sensación de «jugar como nunca» pero, sin embargo, volver a no tocar poder, como ha ocurrido en las generales y autonómicas. Así que las municipales son su oportunidad para empezar a gobernar en muchas poblaciones. No fueron nunca las mejores elecciones para los naranjas pero ahora tienen esa oportunidad, además, de darle el «sorpasso» de una vez al PP como, por ejemplo, en Alicante con Mari Carmen Sánchez. Doble estímulo. ¿Y Vox? Esperaban ser claves en las generales y autonómicas pero no lo lograron. Podrán chillar pero no decidir. No tienen otro objetivo que resistir e institucionalizarse también en los municipios. Pero si no logran ese paso y pierden fuelle, veremos si afecta al plan ultraderechista. De momento, campaña por delante.

El coste de la provisionalidad en un pacto autonómico

Mal arranque del Botànic si la primera imagen que se transmite en las Cortes es la del tacticismo electoralista

Y con todos los partidos jugándose los cuartos en las elecciones municipales, esta semana, en plena campaña electoral, se constituirán las nuevas Cortes Valencianas con mayoría suficiente de 52 diputados del bloque de izquierda -27 del PSPV, 17 de Compromís y 8 de Podemos- frente a los 47 de las tres marcas conservadoras: 19 del PP, 18 de Ciudadanos y 10 de los ultras de Vox. En principio, el próximo martes, justo a 48 horas de esa primera sesión del parlamento, se reunirán el jefe del Consell y número uno del PSPV, Ximo Puig, junto a la vicepresidenta y líder de Compromís, Mónica Oltra, y el candidato de los morados, Rubén Martínez Dalmau, para empezar a cuadrar un pacto cuya primera plasmación será el reparto de la Mesa de las Cortes, fundamental para controlar el parlamento y, por tanto, toda la actividad legislativa.

Dejando a un lado el debate sobre la convocatoria autonómica junto a unas generales, los resultados son claros. Los valencianos quieren un gobierno plural de izquierdas con Ximo Puig de presidente en el que Compromís tenga un papel de relevancia como socio preferente al que le podría corresponder la presidencia del hemiciclo del Palau dels Borja y Podemos, con diputados claves, tenga acomodo en el gobierno, a diferencia de lo que ocurrió en 2015. No hay mucho más. Ocurre, sin embargo, que tanto en el PSPV como en Compromís hay dirigentes convencidos de utilizar las municipales como un arma de negociación: unos para presionar más en los contactos, otros para apretar a Ximo Puig, diluir el papel de Podemos... Es lícito pero ahora se está votando otra cosa.

Así que, a día de hoy, una de las opciones que está sobre el tapete es que la mesa del parlamento del próximo jueves sea provisional a la espera del encaje de las piezas del gobierno y de los pactos municipales que puedan surgir el 26-M con los consistorios y las diputaciones. Sería un tremendo error, trasladar a la ciudadanía en esa primera votación que la izquierda prefiere un parlamento provisional por puro tacticismo electoral cuando lo que se pide, desde ya, es más estabilidad institucional.

Todo sobre las elecciones municipales 2019 y las elecciones europeas

Tras la celebración de las elecciones autonómicas y generales el pasado 28 de abril, los ciudadanos tenemos una nueva cita con las urnas en las elecciones municipales y europeas el próximo 26 de mayo. En INFORMACIÓN te contamos quiénes son los candidatos de las elecciones municipales 2019 y los programas de los partidos, las noticias más destacadas de la campaña electoral y las curiosidades y aspectos más importantes sobre el proceso de votación, así como a los resultados de las elecciones municipales y europeas. Además, tendrás acceso a los mejores vídeos y fotografías de la campaña.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats