Más Europa, más resistente, más influyente. Una mejor Europa para hacer frente «juntos» a los grandes retos de la actualidad, que en la mayoría de las ocasiones escapan a las competencias nacionales, como «la inmigración, el desempleo, el cambio climático, la criminalidad organizada o el armamento nuclear». El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Josep Borrell, defendió ayer en Alicante, en el arranque del ciclo «Más Europa en el Mediterráneo», la unidad de los países europeos frente a los partidos «nacionales y populistas» que han surgido como consecuencia de la «quiebra social» y que persiguen sociedades «étnicamente puras, encerradas en sus fronteras», que pretenden «pervivir solas en el mundo». Formaciones políticas con fuerza en países como Italia (Liga Norte de Salvini), Francia (Frente Nacional de Le Pen), Hungría (Fidesz de Orbán) que «quieren retroceder» y que han hecho de la inmigración su bandera. En España, la traslación es Vox, aunque el ministro no hizo referencia ayer a la formación ultra liderada por Santiago Abascal. «España es uno de los países más europeístas que hay; en Italia no pasa lo mismo», subrayó ayer en Alicante.

Eso sí, Borrell, en su intervención en Casa Mediterráneo, hizo una férrea defensa de la inmigración y una dura crítica a quienes la utilizan para agitar el odio en las sociedades europeas. «No se puede utilizar la inmigración para atemorizar a la sociedad con problemas irracionales. En Europa, necesitamos una inmigración regulada por el envejecimiento de la población». El socialista, que ayer ejerció de ministro de Asuntos Exteriores y no de candidato a las elecciones europeas del 26-M, subrayó que con motivo de la guerra de Siria hubo «un pico» con la inmigración en Europa, una situación que a su juicio «no sucede todos los días». Por ello, recordó que las cifras de llegadas de inmigrantes irregulares a suelo español han caído tras ese importante repunte.

Sobre los conflictos bélicos, Borrell incidió en que los europeos consideran que la «paz es el estado natural», aunque no es así: «Es el conflicto, aunque los españoles y europeos nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo seguro. Nadie piensa en ir a la trinchera». Al hilo, el ministro socialista recordó las históricas alianzas entre Europa y Estados Unidos, que actualmente, tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, están más pendientes de un hilo. «Ahora, desde EE UU, nos dicen que no les gusta Europa. Para Trump, somos poco menos que enemigos. Lo que sucede es que los europeos nos hemos acostumbrado a vivir protegidos por ellos; nos gastamos en seguridad social lo que ellos se gastan en seguridad militar». En ese escenario, Borrell insistió en que es el momento de intensificar la unidad europea: «No quiero alarmar a nadie, pero no tenemos otra opción que unirnos, es la única forma de preservar nuestra forma de vivir». Ahí habló de la libertad, el progreso y la solidaridad. Y es que a su juicio, Europa es la única zona del mundo en la que se conjugan esos tres valores, recordando que en EE UU no hay solidaridad, y en otros puntos del planeta ni conocen la libertad.

Más ritmo

En esa visión periférica de Europa, el que fuera presidente del Parlamento Europeo hace algo más de una década habló de la necesidad de apostar por la innovación para no perder el tren de la economía, que ahora se lidera desde el lejano Oriente. En ese relato, Borrell recordó que ninguna de las principales empresas tecnológicas del momento tiene ADN europeo, por lo que instó a incrementar el ritmo en la innovación para poder tutear a las actuales potencias. En el turno de preguntas tras su intervención inicial, el ministro rechazó de raíz la posibilidad de que la presión fiscal a la que están sometidas las empresas en España, y también en Europa, pueda ser un hándicap a la hora de luchar con marcas americanas o asiáticas. No lo ve así, Borrell no considera que la «competitividad» de las empresas vaya íntimamente ligada a la carga fiscal que deben soportar de los estados.

En su defensa de la actual cimentación europea desde una perspectiva económica, el ministro, que defendió ser «europeísta» pero no «eurobeato» (ante los micrófonos de los medios, se refirió sin concretar a «errores en la construcción europea que hay que corregir»), lamentó las visiones internas entre latitudes: mientras los países del norte miran con «recelo» a los del sur (España incluido) por no cumplir con las exigencias, la mirada contraria también es de desconfianza por la falta de generosidad. Con todo, Borrell admitió las «profundas heridas» que ha dejado en la gente la salida de la crisis económica, especialmente dura con España. «La sociedad ahora es más desigual». Así, con la mirada de Borrell arrancó el ciclo «Más Europa en el Mediterráneo», organizado por INFORMACIÓN y Casa Mediterráneo, y en el que también colaboran la Universidad Miguel Hernández de Elche, la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), la Cámara de Comercio de Alicante y la Generalitat Valenciana. El ciclo continuará el próximo 7 de junio, con el exvicepresidente de la Comisión Europea y exministro Joaquín Almunia.

«Se puede suministrar agua sin la necesidad de efectuar trasvases»

Aunque admitió de inicio que el problema hídrico está actualmente alejado de sus actuales competencias, Borrell hizo una defensa de las desaladoras frente a las comunicaciones entre cuencas. «Se puede suministrar agua sin la necesidad de efectuar trasvases. Ha habido avances extraordinarios en la tecnología de la desalación», señaló el ministro de Exteriores, quien abogó por buscar soluciones técnicas sin partidismo: «Habría que comparar en términos nacionales los costes de los trasvases y de las desaladoras. Sin ideología, con análisis racionales».

«Sorprende que en la última campaña no se hablase de Europa ni una vez»

El ministro critica a los partidos políticos por no tratar el problema europeo en el recorrido hacia las elecciones generales del 28-A

Como ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España, que no en calidad de candidato socialista a las elecciones europeas del próximo 26 de mayo, que coinciden en el calendario con las municipales, Josep Borrell cargó ayer contra los partidos políticos por sacar del debate electoral de las pasadas elecciones generales del 28-A el problema europeo, por no abordar los asuntos de calado relativos a la construcción europea. «En la pasada campaña electoral, no se pronunció ni una sola vez la palabra 'Europa'. No deja de sorprenderme en un país, como el nuestro, que está condicionado por Europa», sentenció un crítico ministro socialista, que por otro lado descartó que vaya a dejar el cargo en el Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez ante la campaña para las europeas, que al igual que para las municipales, arranca este viernes. «El gobierno está en funciones y eso hace que la tarea de un ministro sea perfectamente compatible con ser candidato. Todos los ministros que han sido candidatos a las elecciones generales han permanecido como ministros en funciones», prosiguió el dirigente socialista ayer en Alicante, antes de iniciar su intervención en el ciclo «Más Europa en el Mediterráneo». Cuestionado por la decisión de otros ministros en gobierno anteriores (como los populares Miguel Arias Cañete y Loyola de Palacio) que renunciaron al cargo para ser candidatos al Parlamento Europeo, Borrell optó por evitar la polémica: «Ellos sabrán por qué lo hicieron. Quizás el Gobierno en esos momentos no estaba en funciones. Hace una semana prácticamente todos mis colegas del Consejo de Ministros eran candidatos a las generales».

Por otro lado, respecto a la decisión de varios juzgados de dar luz verde a que el expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont pueda ser también candidato a las elecciones europeas pese a estar fugado de la justicia española, Borrell se puso de lado, alegando su perfil técnico (es ingeniero): «Donde hay jueces de suficiente capacidad, los legos en la materia debemos abstenernos de opinar. Los jueces están para interpretar las leyes, dejemos que hagan su trabajo». El ministro recordó la complejidad del proceso, que ayer ser resolvió en los juzgados de lo Contencioso-Administrativo de Madrid: «Cuando en un órgano colegiado formado por juristas de enorme prestigio como es la Junta Electoral hay discrepancia de opiniones, debe ser que el tema es suficientemente complejo como para que alguien que no es un experto en derecho no se ponga a opinar, y si a continuación el Tribunal Supremo ha revisado el caso y ha emitido una opinión entonces los legos en la materia deben abstenerse de opinar». Eso sí, Borrell abogó por defender siempre las decisiones judiciales. «Lo que no vale es estar de acuerdo con los jueces solamente cuando fallan de acuerdo con tus intereses. Fallan como fallan y hay que respetar siempre sus decisiones, aunque se pueda no estar de acuerdo, yo de eso no entiendo», apuntó ayer Borrell hora después de que los juzgados de Madrid acatan el criterio del Tribunal Supremo para que Puigdemont, junto a los exconsellers Comín y Ponsatí vayan a las europeas del 26-M.

«Republicanos...»

Por otro lado, durante el diálogo posterior a su intervención inicial en el ciclo «Más Europa en el Mediterráneo», Borrell arrancó el aplauso de los presentes al ser preguntado por la reciente polémica en un homenaje a los deportados en Mauthausen, cuando la ministra de Justicia, Dolores Delgado, abandonó el acto en protesta porque el Gobierno catalán los usó para recordar a «los presos políticos» que están en prisión. «No me parece bien utilizar ese momento, yo habría hecho lo mismo», aseguró ayer Borrell, quien fue más allá al cargar contra el actual presidente del Govern, Quim Torra. «¿Republicanos del Estado español? ¿Por qué no los llama por su nombre? Españoles», prosiguió el ministro socialista, que logró arrancar el aplauso de los presentes en su respuesta a la polémica por el acto en Mauthausen del pasado fin de semana. Por último, Borrell restó importancia a la presencia de independentistas en Europa tras las elecciones: «Junqueras ya fue eurodiputado [2009-12]. No veo ningún problema».