La jornada electoral del domingo se planteaba como una gran incógnita, principalmente por el gran número de indecisos y por la cantidad de partidos que concurrían con aspiraciones de obtener una representación importante en el Congreso, todo ello aderezado por unos niveles de polarización política sin precedentes. De este cóctel surgió un escenario en el que ninguno de los dos bloques principales obtiene una mayoría clara pero que otorga una contundente victoria al PSOE, impulsada por el histórico batacazo del PP de Casado y por la masiva movilización que se vivió el domingo.

Sin embargo, la incertidumbre política que viene dominando el panorama nacional no ofrecía visos ayer de despejarse tras los resultados que deja el 28A. Al menos hasta que España vuelva a las urnas el próximo 26 de mayo, en las elecciones autonómicas, municipales y europeas.

Ese es el plan del PSOE, que ayer mandaba señales contradictorias al respecto de hacia dónde va a mirar la formación para formar Gobierno. Con sus 123 diputados, los socialistas están lejos de la mayoría y en cualquiera de las posibles combinaciones necesitarían del apoyo -o al menos la abstención- de ERC, que con su espectacular resultado agiganta su relevancia de cara a esta próxima legislatura, o de otra de las formaciones nacionalistas.

En todas menos en una. Un pacto con Ciudadanos es la única opción factible con la que Sánchez rompería la barrera de los 175 diputados sin apoyo nacionalista o independentista. Es una opción que, por lo escuchado el domingo en Ferraz durante la celebración de la victoria, no gustaría a los simpatizantes socialistas que dejaron de lado la euforia de los resultados para recordarle a Pedro Sánchez que «con Rivera, no». Este aseguró que el mensaje había «quedado claro», pero más tarde añadió: «No vamos a hacer como ellos, que ponen cordones sanitarios al PSOE».

Las señales que llegaban ayer desde el Partido Socialista tampoco arrojaron excesiva luz sobre el asunto. En todo caso sí dejaron patente que la primera intención de la formación es reivindicar la rotundidad de su triunfo y postularse para gobernar en solitario, algo que en cualquier caso se antoja complicado por las demandas de Unidas Podemos para entrar en un Ejecutivo de coalición y que formalizó Iglesias el domingo al considerar a su formación «imprescindible» en la conformación del próximo Ejecutivo.

Esa fue la línea principal pero los matices diferían según los líderes socialistas que hablaron ayer. Primero fue Carmen Calvo, vicepresidenta en funciones, apostando por gobernar en solitario ante el «respaldo más que suficiente» que a su entender recibieron de los españoles para «ser el timón de este barco».

Más tarde, la cabeza de lista del PSC al Congreso, Meritxell Batet, sí que establecía ese «cordón sanitario» sobre Ciudadanos que Sánchez había rechazado apenas unas horas antes ante sus seguidores en Ferraz y dijo que esta posibilidad podía ser «descartada». Batet incidió en que buscan gobernar en solitario aunque su intención es «hablar con todos».

El tercer cargo socialista en hablar -y plantear un escenario diferente- fue José Luis Ábalos, secretario de Organización del partido. Mismo patrón: defender su derecho a gobernar en minoría, y un matiz. En el caso de Ábalos fue el rechazo a cualquier apoyo que pueda llegar del independentismo catalán. En concreto, aseguró que «por ahí no entramos en su momento y no vamos a entrar ahora».

Tras el portazo a los independentistas, se decidió a medir tiempos y templar ánimos. «Toca administrar con la tranquilidad debida» la victoria y explorar los apoyos para una investidura, pero «sin precipitarse».

La Mesa del Congreso dará pistas

Y es que el PSOE no tiene prisa y juega con ventaja. El viento sopla a favor en Ferraz tras años de tempestades y aunque el resultado es indudablemente bueno para el partido, la frágil aritmética derivada de las generales hace que impere la cautela. En el fondo de la pregonada tranquilidad socialistas aparecen las autonómicas, municipales y europeas de dentro de menos de un mes.

El objetivo del PSOE es dejar correr el tiempo hasta entonces, evitando posicionarse respecto a posibles pactos de gobierno y dejar que la dinámica ganadora continúe hasta entonces. Pero hay un escollo entre medias. El 21 de mayo, cinco días antes de la nueva llamada a las urnas, está fijada la composición de la Mesa del Congreso, órgano encargado de organizar el trabajo parlamentario en la Cámara Alta.

Está formada por el presidente del Congreso y por cuatro vicepresidentes y otros tantos secretarios. Estos ocho miembros son elegidos por los diputados del Congreso y de las negociaciones para su conformación podrían surgir las primeras pistas sobre hacia qué lado se inclinan los socialistas.

En cualquier caso, Ciudadanos se encargó ayer de descartar una posible coalición con los socialistas así como facilitar la investidura de Sánchez por medio de la abstención. La portavoz naranja fue más tajante que los líderes socialistas y estableció la posición de su partido tras reunirse su Ejecutiva y valorar la noche electoral del domingo. Arrimadas dio por hecho que Sánchez logrará gobernar gracias al apoyo de Unidas Podemos y nacionalistas porque «los números salen».