El número uno al Congreso de los Diputados por Vox en Alicante, el teniente general retirado Manuel Mestre Barea, hacía una valoración provisional sobre las once y media, cuando el escrutinio de las generales ya estaba prácticamente completado, e incluso había comparecido su jefe de filas, Santiago Abascal. «Es una alegría extraordinaria, porque partíamos de cero y hemos tenido que superar un montón de dificultades de todo tipo, como económicas, de marginación en los medios...». Dos horas y media después, y ya bastante avanzado el recuento de las autonómicas, llegaba el turno de la presidenta provincial y cabeza de lista a las Cortes valencianas por la provincia, Ana Vega, acompañada por el número dos en esa misma lista y alcaldable por San Vicente del Raspeig, David García. El resumen de la noche de Ana Vega fue muy similar al de Manuel Mestre. Casi utilizó los mismos términos. «La valoración es muy buena. Nosotros partíamos de cero, no llevamos mochila ni nada», alegaba, haciendo hincapié en el diputado nacional y los cuatro diputados autonómicos logrados. De hecho, preguntada sobre a qué atribuía la sensación de derrota entre los militantes y simpatizantes, incidía en que no coincidía en que fuera una derrota, y volvía a subrayar los «buenos resultados», justificándose en el hecho de que han pasado de cero diputados a 24 en toda España. En este sentido, es reseñable que tanto unos como otros -los más decepcionados y los que trataban de vender los resultados como una victoria- tomaran las elecciones generales como referencia a la hora de hablar de triunfo o de fracaso. En cuanto a las acusaciones del PP, que poco menos que responsabilizaban al partido ultra de haber servido a Pedro Sánchez y al PSOE el Gobierno en bandeja de plata, se limitaba a decir que «nosotros no hemos hundido a nadie. El PP se ha hundido él solo».
En lo que sí que no quisieron entrar públicamente es en lo que puede ocurrir en las elecciones municipales que se celebran dentro de un mes. Otra cosa es lo que ocurrirá en las Cortes, donde, según defendieron, tienen muchas esperanzas puestas, por el foro que representa para poder exponer las ideas que su partido defiende. De forma especial, se refirieron al problema del agua, del que culpabilizó al PP, y a la «imposición» del valenciano. En esta línea, subrayaron que «hay que respetar todas las lenguas, pero lo que no nos gusta es que se impongan». De hecho, Ana Vega se mostró partidaria de que los padres puedan elegir en qué lengua estudian sus hijos, lo que implica la exención para las comarcas castellanoparlantes. Más incisiva se mostró al señalar que el valenciano tiene que ser un «mérito» para acceder a la función pública y «no un requisito indispensable», para que no haya discriminación entre ciudadanos.
