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Entre relatos cruzados

La izquierda llega a la campaña con el centrismo de Puig, el «valencianismo de las personas» de Oltra y el sálvese quien pueda de Podemos

Toni Cantó con Arrimadas en Alicante. Álex Domínguez

Llevamos semanas con los candidatos en la calle y agendas repletas de actos. La precampaña más intensa en mucho tiempo no sólo por lo que hay en juego, por la incertidumbre del resultado o por el alto número de indecisos sino también por lo extraordinario de que hasta media docena de partidos -tres a la izquierda y tres a la derecha- pueden jugar un papel determinante para conformar el próximo Consell.Tengan la fuerza que tengan, el resultado que todos ellos obtengan en las urnas del 28-A -los socialistas, Compromís y Podemos para reeditar el Botànic frente al tripartito de derechas del PP, Ciudadanos y Vox- que, además coincide con las elecciones generales en España, será determinante. De alguna manera, todos dependen de todos para determinar el color del futuro gabinete del Palau de la Generalitat, algo que nunca había ocurrido hasta ahora en las cerca de cuatro décadas de autogobierno.

Pero lo cierto es que, atendiendo a las fechas oficiales hasta la medianoche del próximo jueves al viernes, no arrancará de verdad una campaña electoral que abrirá un calendario de quince días vertiginosos antes de que el 28 de abril se celebre una doble cita de generales y autonómicas inédita en la Comunidad. Dos semanas restan -especialmente la última- en las que, como apuntan los expertos, cualquier detalle será determinante para un resultado pendiente de la movilización de cada uno de los bloques y del rumbo que tomen los indecisos. Es cierto que la campaña autonómica no se puede desligar, de ninguna manera, del efecto de la carrera estatal. Lo que ocurra en Madrid tiene un impacto en la batalla por el Palau. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ya apretó el botón del adelanto electoral a sabiendas de que ir de la mano de Pedro Sánchez frente al bloque de Pablo Casado, Albert Rivera y el ultraderechista Santiago Abascal, cuyo único programa es desalojar de la Moncloa al actual presidente del Gobierno, le favorecía en sus aspiraciones.

Frente a ese frentismo de corte ideológico en Madrid, también es cierto, sin embargo, que para bien o para mal y con mayor o menor fortuna, todos los partidos que se juegan algo en estos comicios autonómicoshan logrado cuadrar un mensaje que, en ocasiones, no ha coincidido ni mucho menos con la percepción final que ha quedado en la sociedad. Relatos cruzados: una cosa es lo que los partidos han puesto encima de la mesa y otra cosa lo que al final los ciudadanos han terminado por captar. Así que, en estos momentos, el análisis de todos esos mensajes que se están lanzando a izquierda y derecha con sus destinatarios ya nos apunta la estrategia que se han marcado los partidos para tratar de llegar a ese electorado que está indeciso y que, probablemente, orientará el color de su papeleta en el último minuto en función de que ese relato les acabe convenciendo.

Así, por ejemplo, la campaña electoral se iniciará con Ximo Puig ofreciendo un discurso de corte moderado, propositivo y centrista. No es una cuestión menor ni una maniobra que se haya ideado a la ligera. A la derecha, el PP y Ciudadanos compiten con los ultras de Vox. Al jefe del Consell no le importa perder algún voto a su izquierda porque, al fin y al cabo, lo recoge alguno de sus socios del Botànic. Pero en la sala de mandos socialista creen que tienen una autopista para captar votantes de centro que se pensaban si sumarse a la opción de Ciudadanos con Albert Rivera pero que ahora, desde la foto de la Plaza de Colón y la oferta de pacto con Casado, se ven huérfanos. Es decir: la única operación posible que permite restarle al otro bloque. A esa estrategia de Puig, que le han recomendado históricos de la vieja guardia socialista, le favorece un escenario como el que se ha abierto de elecciones autonómicas unidas a las generales en el que se suma el «efecto» Pedro Sánchez.

En Compromís, a estas alturas, ya saben que no van a liderar a la izquierda. Mónica Oltra se ha echado la campaña a la espalda con apoyo del portavoz en el Congreso, Joan Baldoví, conocido y bien valorado, y mantendrá el discurso de optar a la presidencia. Es obvio. Pero en la coalición se ha extendido la idea de repetir el Botànic con una capacidad de influencia máxima, como durante estos últimos cuatro años. El mensaje de Compromís ha cavado tres trincheras defensivas con argumentario clave para visibilizarse en una campaña de generales, la peor para una formación autonómica sin referencia en Madrid: el «valencianismo de las personas» sin apenas referencias identitarias; exigencia de trato justo al Gobierno de España para garantizarse un grupo potente y quien sabe si clave en Madrid; y Alicante, su peor circunscripción electoral, con un viaje a los grandes núcleos castellanoparlantes, que hoy vivirá un simbólico acto en Orihuela. En Podemos impera el sálvese quien pueda. Preocupa en la izquierda. De lo poco que, de momento, se les ha escuchado a los morados: intento de activar a electores potenciales como colectivos feministas, ecologistas y a favor de los servicios públicos. Movilizar a los propios para evitar el desastre.

En el flanco de la derecha, de Isabel Bonig, líder del PP, y de Toni Cantó, candidato de Ciudadanos, ha trascendido casi en exclusiva el bucle andaluz y catalán. Bonig se está aferrando como argumentario de campaña al ejemplo de Juan Manuel Moreno Bonilla -hasta ahora con Aznar la estrella de la campaña del PP en la Comunidad- que con el peor resultado de su historia llegó al gobierno de Andalucía con el apoyo de Ciudadanos y de la ultraderecha. Si Bonig recurre a la única posibilidad aritmética que le queda, Toni Cantó está dedicado casi en exclusiva a Cataluña. Cualquiera de sus actos acaba con referencias a un escenario catalán que está por ver si le genera réditos. Y, a la vez, el PP y Ciudadanos están pendientes de Vox. Sin candidatos y sin proyecto para la Comunidad más allá de acabar con derechos que costaron años de lucha, el mensaje ultra, sin embargo, condiciona por completo a PP y Ciudadanos. Compiten pero se necesitan. Veremos si esos relatos cambian en la campaña.

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