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De los mítines a la política del «tú a tú»

Los candidatos a la Generalitat diseñan una campaña «en la calle» y recintos de aforo reducido

Se acabó el baño de masas. Es una de las reminiscencias de la vieja política, del bipartidismo, de los hiperliderazgos. Aunque aún resuenan ecos de este último concepto, la tendencia ha cambiado, como confirman todos los partidos políticos. La calidad frente a la cantidad; la cercanía frente al vocerío; el local alternativo frente al enclave magistral.

En 1996, el entonces candidato José María Aznar, junto a Rita Barberá y Eduardo Zaplana, saltaban a la cancha de Mestalla. 55.000 personas en la grada y otras 15.000 que se quedaron en las puertas, un hecho solo equiparable a las grandes leyendas del rock. Fue un 29 de febrero y, días después, Aznar cambió Mestalla por Moncloa. Por entonces, no existía ni un campo nuevo ni uno viejo: tampoco en la política.

La irrupción de los partidos políticos «nuevos» ha cambiado el tablero político pero también la interacción con sus militantes, afiliados y posibles votantes. La irrupción de Podemos y de Ciudadanos no solo trajo nuevas formas de hacer política,también opciones para el electorado. En la memoria de todos quedan los círculos de Podemos, en todas las ciudades españolas, discutiendo de «tú a tú» propuestas políticas. «Estamos en otros formatos, más cercanos, que favorezcan el diálogo del president con la ciudadanía, donde el público hace preguntas y participa», explican fuentes del PSPV.

El electorado se ha dividido y ya no parece que salgan las cuentas para llenar un campo de futbol. En Podemos creen que hay un «hartazgo» social de la política, por eso, en el PP creen que es momento de «pisar» la calle, hacer una campaña «más directa a cada persona, a cada uno de nuestros electores». En Compromís, sin embargo, se mantendrán en la misma filosofía que el partido ha seguido en el resto de campañas. «Alternaremos muchos actos de contacto directo con la gente; actos para un aforo más reducido y mítines de gran formato», sostienen fuentes de la coalición.

Un formato completamente desechado para Cs, que huyen de los actos que patentó el bipartidismo. «Los actos de cine preferimos dejárselos a quienes cuentan películas», sostienen. En este sentido, creen que los grandes actos solo sirven para alimentar los «egos» particulares y apuntan a una clave más: la gestión de las subvenciones que reparte la Generalitat para los gastos electorales de cada partido.

Según una orden de la Conselleria de Hacienda que publicó el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana en marzo, que actualizaba las tarifas de subvenciones y anticipos a partidos, cada formación o coalición recibirá 13.387,25 euros por escaño. Además, percibirán 0,67 euros por cada voto obtenido en una candidatura que logre al menos el 3 % de los sufragios emitidos. El límite de gastos electorales se fija este año en 687.956,22 euros por la circunscripción de València; 496.481,13 euros en Alicante y 155.762.46 euros en Castelló.

Por ello, en Cs tienen claro que lo redirigirán a sacarle «el mayor partido y eficiencia». En esa línea se sitúa la estrategia de los populares, que en esta ocasión no se dirigirán a la masa si no a diferentes públicos. Han segmentado a la población y manejan diferentes mensajes para cuatro perfiles de edad diferenciados.

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