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Unas municipales a doble vuelta

Los alcaldables de la provincia inician la campaña de los comicios generales y autonómicos en los que, a priori, no son candidatos oficiales pero que en realidad serán determinantes para sus resultados. La estrategia pasa por integrar ya los mensajes municipales en el discurso electoral

Imagen de una mesa electoral en una foto de archivo efe

Todo y nada en juego. Los candidatos a las elecciones municipales del próximo 26 de mayo entrarán de lleno, en cerca de dos semanas, en una campaña que, aunque no es la suya, les afecta de forma decisiva. Determinante. Se trata del periodo electoral que arranca el próximo 12 de abril y concluirá al filo de la medianoche del viernes 26. Son generales y autnómicas. Pero serán dos intensas semanas donde los candidatos municipales se verán obligados a dar el do de pecho para buscar la forma de llegar al electorado también en clave local y que ya tendrán que estirar hasta finales de mayo cuando se celebre la cita electoral en sus ciudades. Son las primeras municipales de la historia que se juegan a doble vuelta. Y, también, la primera campaña para unas municipales que durará casi dos meses. Un escenario inédito que plantea una serie de desafíos para los municipios.

Cabe recordar que el presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, decidió apretar el botón del adelanto electoral con el fin de hacer coincidir los comicios autonómicos con los generales. Con esta decisión, el jefe del Consell pretendía unir su futuro político al de su líder nacional, Pedro Sánchez, para esquivar los peligros del 26 de mayo. Eso se verá según los resultados que su partido coseche el próximo domingo 28 de abril, donde se juegan la partida a nivel nacional y también en la Comunidad. En cambio, los municipios no tienen esta posibilidad encima de la mesa con la que el ejecutivo autonómico sí cuenta desde la reforma del Estatuto del año 2006, cuando se abrió la via para que desde la presidencia de la Generalitat se pudiera modificar esta cuestión. Una prerrogativa a la que se aferró Puig para tratar de ganar opciones electorales ante la perspectiva de que todo se pudiera complicar si esperaba, finalmente, a mayo.

La influencia del 28 de abril

Esta decisión ha obligado a los candidatos locales a llevar a cabo, de entrada, un sobreesfuerzo al modificar de golpe su estrategia electoral ante los riesgos que comporta el cambio de fecha de las autonómicas a sólo un mes de distancia de la gran cita para las ciudades. De entrada, los alcaldables saben que los resultados que se obtengan en las urnas el próximo 28 de abril influirán, para bien o para mal, en los comicios municipales. De ahí que los aspirantes a gobernar los ayuntamientos de la provincia, independientemente del color político, sean conscientes de que deben introducir desde ya sus mensajes electorales en la campaña que, sin solución de continuidad, ha sido inaugurada.

De hecho, muchos cabezas de lista, independientemente del partido político que representen, admiten que hace semanas que comenzaron a reunirse con colectivos locales o programar actos propios más de las semanas previas a las votaciones que a este momento de la campaña. El objetivo no es otro que tratar de dar protagonismo a su mensaje frente a la intensidad del discurso de las generales y autonómicas. Otros alcaldables, los menos experimentados, creen que lo mejor es respetar los tiempos y dejar todo el protagonismo a sus respectivas cúpulas autonómicas y nacionales. Confían plenamente en que sus formaciones tendrán buen resultado en la cita del 28 de abril. Una circunstancia que de ser así, lógicamente, terminará repercutiendo de forma positiva en su propia partida local. En esa misma línea creen que, además, el foco mediático estará puesto en las propuestas nacionales y autonómicas por lo que entienden que la opción más acertada es ceder todo el protagonismo a los candidatos que ahora sí lo son sobre el papel. Es la tesis que, por ejemplo, defienden los de Ciudadanos.

Pero este sentimientos no es unánime entre los candidatos. Ni mucho menos. La gran mayoría de aspirantes municipales están convencidos de que ahora es cuando deben lanzar las líneas generales de su proyecto aprovechando el «tirón» de la campaña de las autonómicas y las generales. Entre otras cosas, y aquí es donde entra el segundo factor en juego, por el temor al desgaste de mensajes que se pueda producir entre la ciudadanía.

El hartazgo

Los alcaldables saben que, entre la primera y la segunda vuelta, corren el riesgo de perder a parte de sus votantes por puro hartazgo o porque un bloque salga derrotado. Más aún teniendo en cuenta que los niveles de desafección política de la ciudadanía todavía no se han recuperado tras los duros años de crisis y corrupción. Por ello, uno de los argumentos que más repiten en clave interna todas las formaciones es que no hay que cansar mucho a los vecinos. Así las cosas, gran parte del objetivo de esta campaña consiste en mantener activo al electorado pero de una manera sutil.

Por ahora, la estrategia está siguiendo una hoja de ruta de lo más tradicional. Los grandes actos de partido ligados a las elecciones generales y autonómicas lo copan todo y los candidatos locales aprovechan estas citas para incluir en el mensaje a sus poblaciones.

Las repercursiones

Vincular el efecto de las políticas tanto nacionales como autonómicas a las medidas locales es, en gran medida, la piedra angular de la estrategia de todos los partidos. Una tesis defendida, prácticamente, de forma unánime. Muchos alcaldables insisten en que al final todo está «hiperconectado» y de ahí que sea importante llegar a sus vecinos apelando a la repercusión que las propuestas lanzadas durante estas jornadas por sus líderes en la Comunidad o a nivel estatal tendrán en el día a día municipal.

Para muestra un botón. Si los socios del Botànic, PSPV y Compromís, agitan durante la campaña sus políticas para «rescatar personas», los alcaldables de esas mismas formaciones deben explicar cómo ese aumento del gasto social repercute luego en los servicios que se prestan después desde el propio escenario municipal.

No obstante, el último tirón llegará tras la cita del 28 de abril. Será, a partir de ese momento, cuando los candidatos locales tengan que mostrar su lado más creativo para terminar de motivar a un electorado que, según su opción política, además, pueden estar no sólo cansados sino enfadados ante un mal resultado de sus formaciónes en Madrid o en la Comunidad Valenciana. Otros aspirantes ven necesario hacer un parón de varios días tras la cita con las urnas el 28 de abril para dar un respiro al electorado y dejarles un periodo de reflexión.

Pendientes de acuerdos para gobernar que eclipsen los pueblos

Todos los candidatos locales confían en que las cúpulas de sus respectivos partidos no pasen por alto la importancia de la cita electoral del 26 de mayo para sus formaciones una vez que se conozcan los resultados de las votaciones de finales del 28 de abril. El temor de que, en ese momento, el debate mediático comience a girar en torno a las sumas y restas para conformar pactos sobrevuela en las agrupaciones locales aunque todos insisten en que habrá quienes tendrán que negociar gobiernos y quienes tendrán que calentar campañas.

Alcaldables que sí se pueden visibilizar de cara a las generales

Hay candidatos locales que, en esta campaña, juegan con ventaja. Son aquellos que sí podrán visibilizar abiertamente el proyecto para su municipio durante la campaña para las elecciones generales como es el caso del aspirante popular a la Alcaldía de Elche, Pablo Ruz, o el alcaldable verde de Torrevieja, José Manuel Dolón, candidato de Compromís. Ambos van como cabeza de lista dal Senado, por lo que sí son candidatos oficiales en la cita del 28 de abril. No dejarán pasar la oportunidad para incluir en su discurso propuestas locales.

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