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Análisis

Temores a izquierda y derecha

El PSPV recela de una baja participación, Compromís se inquieta por el doble voto en generales y autonómicas y Podemos intenta frenar su sangría

El presidente Puig saluda a Isabel Bonig en las Cortes en presencia de Mónica Oltra, líder de Compromís. efe

Hoy se abren las puertas de la Junta Electoral para que todos los partidos y coaliciones que concurren a las elecciones generales y autonómicas registren sus candidaturas para esa doble cita del 28 de abril. Es el momento que marca un punto de inflexión en toda convocatoria. Pasamos de los debates internos a cazar el voto en la calle. El bloque de la izquierda -PSPV, Compromís y Podemos- tiene sus candidaturas perfiladas mientras la derecha -PP, Ciudadanos y Vox- apura plazos para cuadrar unas listas de las que, a falta de algún caso, solo se conoce a los números uno. Se enfrentan a jornadas trepidantes para completar sus ofertas electorales en Madrid y València. Pero, sea como fuere, cuando en la medianoche del próximo día 25 se cierre el plazo para registrar esas listas, se iniciará el tramo determinante de esta doble carrera que conduce hacia las urnas.

Una batalla en la que la Comunidad Valenciana y la provincia de Alicante son decisivas para despejar una correlación de fuerzas que debe resolver dos interrogantes. Primero: si el socialista Pedro Sánchez con el respaldo de sus socios de izquierdas y nacionalistas resiste en la Moncloa frente al conglomerado que sume la derecha de Pablo Casado, Albert Rivera y el ultra Santiago Abascal. Y segundo: si el Consell del Botànic con Ximo Puig y Mónica Oltra junto a los escaños claves de Podemos puede reeditar una segunda versión para otro mandato frente al bloque de Isabel Bonig, Toni Cantó y el grupo de desconocidos diputados con el que la ultraderecha se sentará en el hemiciclo de las Cortes Valencianas. Así que, cuando se enfila uno de los momentos que marcan toda cita electoral, empiezan a surgir temores a derecha e izquierda en una cita con las urnas completamente diferente a las que se han vivido hasta ahora a raíz de la coincidencia, por primera vez en la historia, de las generales y las autonómicas pero también, obviamente, por lo incierto del resultado definitivo de los comicios y su impacto posterior en las elecciones municipales del 26 de mayo, menos de un mes después.

A los socialistas les preocupa, por encima de cualquier otro elemento, la movilización que se registre en esos comicios por partida doble. Están convencidos de que con una participación que supere el 71% que se alcanzó en las autonómicas de 2015, cuando la izquierda logró la mayoría en el Palau dels Borja, los socialistas junto a sus socios de Compromís y Podemos tendrían muchas opciones de sumar para conformar una segunda versión del Botànic. Ese fue el motivo principal que impulsó a Ximo Puig a activar el botón rojo del adelanto electoral. Colocar las elecciones a las Cortes Valencianas en una dinámica de generales en la que el escenario de la movilización es siempre mayor. Todos los mensajes tanto de Puig como del alto mando socialista van dirigidos en los últimos días en esa dirección con el objetivo de que los sondeos, casi todos favorables a Pedro Sánchez, no acaben generando un efecto de relajación para un electorado muy volátil que acaba decidiéndose en la última semana.

Compromís, la otra gran pata del Botànic, ha conseguido gracias, en gran medida, a la notoriedad del tándem que conforman la vicepresidenta Mónica Oltra y su portavoz en el Congreso, Joan Baldoví, y a la importante participación en las primarias para elegir sus candidaturas, poner las pilas a todas sus tropas y superar el trance que suponía el adelanto de las autonómicas para unirlas a las generales, algo que la coalición rechazaba. Pero no es ningún secreto que Compromís, una marca de obediencia valenciana sin cordón umbilical en Madrid, se siente más cómodo en los debates autóctonos de la Comunidad y arropado por su potente estructura municipal que en las grandes batallas de la política española. Y las generales son, precisamente, las elecciones que peor se ajustan a ese perfil. Ese escenario que puede concentrar papeletas hacia el lado socialista en las generales que luego no retornen a la urna autonómica puede restarles posibilidades. Fidelizar respaldo será uno de los caballos de batalla de Compromís a pesar de que en las filas socialistas dan por hecho que sumarán un plus de electores en generales que luego se decantarán, muy posiblemente, hacia la opción de Oltra en las autonómicas.

A los dos principales socios del Consell del Botànic, a su vez, no les deja pegar ojo la situación de Podemos, casi invisible en esta campaña, sin encontrar su espacio político y con un unánime retroceso en los sondeos. Y una cosa está clara: sin un resultado apreciable de la formación que encabeza el alicantino Rubén Martínez Dalmau será casi imposible repetir pacto de gobierno. Socialistas y Compromís ya respiraron aliviados cuando se cerró el pacto con EU. Y, desde luego, la difícil situación de los morados también tuvo una enorme influencia en la decisión del adelanto electoral al entender que su espacio político se puede defender mejor en un escenario de generales y, de esa manera, tratar de frenar la sangría.

En el bando de la derecha también hay temores. Y no pocos. Al PP le espanta el avance de los ultraderechistas de Vox. A estas alturas, nadie duda de que el resultado de la formación de Santiago Abascal será un éxito. Va a plantar cara en Alicante, donde cree que puede obtener mejores réditos en graneros de voto del PP. Vox tiene techo pero no se verá su tope hasta dentro de un tiempo. Ahora les toca crecimiento. La incógnita es hasta dónde llega la riada y qué porción de electores le arrambla al PP, el principal caladero de los ultras. A los populares les asusta que la radicalidad de Vox movilice a la izquierda y que la división del voto deje al PP muy bajo. Pero que, a su vez, también certifique el parón en el que está varado Ciudadanos a base de sumar error estratégico tras error a caballo entre Albert Rivera -la foto de Colón con los ultras, negar pactos con los socialistas...- y el mensaje ideológico «a la catalana» sin sensación de alternativa para el Consell de Toni Cantó. Hay preocupación notable en Ciudadanos donde, en estos momentos, firmarían repetir resultados -manejan sondeos que arrojan números peores- en un proceso que se les está haciendo muy largo.

¿Y cuál es el temor de un partido como Vox que lo tiene todo de cara en estas elecciones? Los ultras tienen hecha su campaña. No necesitan hacer demasiado. Cualquier error les resta y revoluciona a la izquierda. Encerrarse hasta el 28 de abril y ese día dedicarse a contar papeletas con destino a Madrid o València. Pero, por el camino, tendrán que presentar candidaturas para poner ojos y cara a su proyecto. Habrá riña entre camisas viejas y nuevas. Al tiempo. Y, de momento, la imagen es chusquera: un militar retirado de la vieja escuela para ir al Congreso. Aunque el resto sean desconocidos, todo el mundo tiene un pasado.

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