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Los ultras comen con el PP

El militar retirado que encabezará la lista provincial de Vox a las próximas generales fue invitado a un ágape con el número dos de Pablo Casado

Los ultras comen con el PP

Hace apenas dos semanas, el número dos de Pablo Casado, el murciano Teodoro García Egea, estuvo en Orihuela para calmar las aguas del PP en la capital de la Vega Baja, escenario clave para el resultado electoral en la doble cita de generales y autonómicas del próximo 28 de abril. La visita tenía como objetivo avalar al alcalde Emilio Bascuñana como aspirante a la reelección contra la voluntad de la dirección regional del PP y de paso, como luego hemos sabido, empezar a visualizar al presidente de la Diputación, César Sánchez, como número uno al Congreso de los Diputados por Alicante. Con posterioridad a la comparecencia pública de Teo, como así se conoce al hombre de confianza de Casado, se celebró una comida en el Casino a la que asistió, entre otras personas, un teniente general retirado del Ejército del Aire natural de Orihuela e invitado expresamente por Emilio Bascuñana. Este militar que comió en ese acto con el número dos del PP es Manuel Mestre Barea, ahora candidato provincial al Congreso de la ultraderecha de Vox.

Hace unos meses, Mestre Barea, que baja a la arena política con 67 años recién cumplidos, ya fue agasajado en Orihuela por el alcalde Bascuñana con un homenaje durante la reinauguración de un parque que ya llevaba su nombre desde 2011 en la pedanía oriolana de la La Murada siendo primera edil Mónica Lorente, hoy en el banquillo por Brugal. El ahora candidato alicantino de Vox tuvo su último destino en activo como Jefe del Mando de Personal del Ejército del Aire hasta 2015, cuando pasó definitivamente a la reserva. Aunque su currículum tiene, desde luego, sombras como el episodio de un avión de transporte fletado por orden suya para trasladar camareros a una fiesta del Ejército en Madrid.

La estrategia de fichar militares para las listas es un movimiento desplegado por Vox en toda España. Cuatro cuadros de alta graduación del Ejército ya han confirmado que engrosarán las candidaturas ultras, dos de ellos, los números uno por Castellón y por Cádiz, además, firmantes de manifiestos a favor del dictador Francisco Franco. Es un arma de doble filo: puede impulsar a votantes de la derecha más ideológica de la antigua Alianza Popular a sumarse a Vox pero también, desde luego, ejerce de agente movilizador de la izquierda. Y en esta Comunidad, además, a las elecciones generales se unen unas autonómicas con dos bloques que se jugarán el control del próximo Consell por la mínima.

Como en Andalucía, el PP le hace guiños a Vox frente a una izquierda que busca un avance socialista en Madrid y un nuevo Acord del Botànic en la Comunidad. Está por ver lo que hace ahora Ciudadanos, encajonado por su anuncio estratégico de no querer llegar a acuerdos con los socialistas, un movimiento que ahora empieza a matizar en su enésimo viraje político. Ojo a las cabriolas de Toni Cantó y Albert Rivera. Por eso, la entrada en escena de un militar de Orihuela como número uno de Vox tiene además un notable valor estratégico. Pescar en una comarca clave para el caladero de votos de la derecha, con un gran volumen de población y en la que, hasta aquí, el PP era hegemónico. Así que la ultraderecha no sólo se sienta en la misma mesa que el número dos de Casado sino que va a intentar disputarle el espacio en su propio granero electoral: la Vega Baja.

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