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Puig fía su futuro al de Pedro Sánchez y adelanta las autonómicas al 28 de abril sin apoyo de Compromís

En un decreto histórico, el jefe del Consell separa las elecciones valencianas de las municipales y las une a las generales para intentar activar a la izquierda y tratar de salvar a Podemos: «La gente debe decidir si seguimos hacia delante o volvemos a los disparates del pasado» - Oltra: «No hay razones políticas»

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, durante su intervención en el Saló de Corts del Palau para anunciar el adelanto de las elecciones autonómicas al 28 de abril. manuel bruque (efe)

Ximo Puig se jugará su futuro político a una sola carta el 28 de abril junto al de Pedro Sánchez. Como era casi un secreto a voces desde el viernes, el presidente de la Generalitat se decantó finalmente por activar por vez primera el botón del adelanto electoral -una prerrogativa que se introdujo en la reforma del Estatuto de 2006 pero que, hasta ahora, no se había utilizado- para unir las autonómicas con las generales, convocadas ayer mismo por Sánchez, y avanzarlas en un mes. Es una decisión histórica que separa a partir de ahora las elecciones valencianas de las que se celebran por ley el cuarto domingo de mayo -municipales y otras doce autonomías- pero que, sin embargo, se tomó con la oposición de Compromís para consagrar la división del Consell, clausurar una legislatura que ha estado marcada por la estabilidad a pesar de tratarse de un gobierno de coalición pero que se cierra de una forma abrupta e inaugurar de facto una durísima campaña electoral no solo entre los bloques de izquierda y derecha sino también entre los que han sido socios del Consell.

«Singularizar nuestro calendario electoral es una oportunidad para visibilizar el problema valenciano, que todavía está sin resolver. La gente tiene ahora que decidir si seguimos hacia delante o volvemos a los disparates del pasado», detalló Puig en una comparecencia en el Saló de Corts -la estancia más noble del Palau de la Generalitat- apenas unos minutos después de una reunión del pleno del Consell en la que la vicepresidenta Mónica Oltra, líder de Compromís, mostró dudas jurídicas sobre el decreto de convocatoria y trasladó en nombre de los consellers de la coalición de izquierdas una reflexión para cuestionar el adelanto que supone esa doble cita con las urnas del 28 de abril. Eso sí, concedió a Puig la aprobación del decreto con voto de calidad, lo que permitía evidenciar el rechazo sin bloquear la medida. Hubo una distancia estética entre los socios y correción con tensión. «No hay motivos políticos. Gobernar no puede convertirse en una aventura. Hemos tomado 5.746 acuerdos estos cuatro años y éste es el único que no ha sido por unanimidad», se quejó Oltra para subrayar la estabilidad del gobierno en un encuentro ante los periodistas posterior al de Puig y en el que Compromís cerró por completo filas sin ningún tipo de fisura.

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El presidente de la Generalitat y candidato del PSPV a la reelección justificó la medida como una vía para proyectar los valores de su Consell en la política española con un repaso a hitos de su gestión. «La vía valenciana es exportable. Hemos conseguido revertir una grave crisis política, institucional y económica», detalló para a continuación encomendarse al que, en estos momentos, se ha convertido en el principal activo de los socialistas frente al tripartito de derechas que forman el PP, Ciudadanos y los ultras de Vox: Pedro Sánchez. «En los últimos meses hemos tenido la complicidad del Gobierno de España. Los presupuestos de Pedro Sánchez eran los mejores en quince años para la Comunidad Valenciana. Pero esa unión entre las derechas y los independentistas catalanes nos ha hecho mucho daño. Cada uno tendrá que responder de sus decisiones», apuntó el presidente para evidenciar el peso que ha tenido en la decisión la figura de Sánchez y el asidero de la escena política estatal al que se agarran en el PSPV para intentar sobrevivir.

En esta maniobra de Ximo Puig, muy presionado por todo su entorno que era partidario sin ambages del adelanto, ha pesado la necesidad, en opinión de los socialistas, de activar a los votantes de izquierda en unos comicios de enorme carga ideológica, muy polarizados entre los dos bloques y en los que las tres fuerzas de la derecha tienen un alto nivel de movilización después de la irrupción de los ultras durante las elecciones andaluzas. El jefe del Consell piensa que conseguirá elevar la participación de los electores progresistas que nutren las bolsas tradicionales de la izquierda con una mejora para el PSPV; con un decorado del que, entiende, Compromís no saldrá malparado; y con un intento de salvar a Podemos, la gran preocupación de Puig y que se podría defender mejor en unas elecciones generales. Sin un resultado aceptable de los morados será imposible reeditar una segunda versión del Botànic. El presidente de la Generalitat se había movido, precisamente, en esa dirección. Había sondeado, incluso, a Pablo Iglesias, líder de Podemos, que le avaló y le dio su bendición a ese avance electoral en lo que supuso un giro a la posición que había mantenido hasta ahora en las Cortes Antonio Estañ, el síndic parlamentario y secretario general autonómico.

La ruleta rusa

El problema es que, a cambio de un movimiento táctico audaz para el perfil de un presidente como Puig de corte más bien prudente y conservador en sus operaciones, el futuro del gobierno de izquierdas corre a día de hoy enorme riesgo. Nunca Puig ha buscado una opción tan osada. Se juega su continuidad a la ruleta rusa. Y solo habrá una bala en la recámara: la del 28 de abril. Puede ser una bala de plata. Pero nadie se atreve a dar una respuesta a ese interrogante con una escena demoscópica cambiante y volátil. Si a la izquierda le sale todo mal ese día, no habrá segunda oportunidad el 26 de mayo y, probablemente, los candidatos locales también se verán arrastrados por la ola. Así que el presidente de la Generalitat sabe que está todo en el aire pero está convencido de que en mayo puede haber, incluso, menos posibilidades en función del resultado final de las generales.

De hecho, la convocatoria electoral de Puig tiene el aval de Ferraz -el jefe del Consell se la comunicó por teléfono personalmente a Pedro Sánchez junto al presidente de las Cortes, Enric Morera- pero, sin embargo, cosechó la crítica de barones socialistas como el aragonés Javier Lambán, sin capacidad para avanzar sus comicios y que se quedan ahora a expensas de la batalla de las generales y sin poder mover ficha. Puig no quería celebrar elecciones junto a dirigentes territoriales de su partido con los que no comparte para nada la visión sobre el futuro de España. El jefe del Consell insistió mucho, de hecho, en la importancia de singularizar los comicios valencianos. «Ahora votaremos como ciudadanos de primera», dijo en una frase con la que equiparó a la Comunidad con las otras cuatro autonomías que pueden convocar sus elecciones al margen del resto: Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía. «Somos nacionalidad histórica», dijo con una defensa encendida del autogobierno y de la autonomía plena.

El mensaje de Puig tenía destinatario: Compromís. Al menos en este arranque de la campaña, Puig se va a encontrar con sus socios de uñas. Al margen de las dudas jurídicas, la formación de Oltra considera que los argumentos políticos de Puig son «flojos». «Es muy difícil de explicar», apuntaron desde la coalición, convencidos, en todo caso, de que pueden resistir en unas elecciones que les son tradicionalmente adversas. En la formación de Oltra no han gustado las «formas» de una decisión ni siquiera consultada y gestionada como un «trágala» a diferencia, dicen, de la «lealtad» de Compromís en el Consell. Rechazan que se pueda hablar de un calendario electoral propio cuando, en realidad, con este camino de Puig, en opinión de la formación, se sumerge a la Comunidad en la campaña de unos comicios estatales en los que el debate de los problemas valencianos puede quedar en un segundo o tercer plano y aseguran que la decisión tiene un sesgo «partidista» para beneficiar al PSPV y tratar de frenar a Compromís, que se siente más cómodo con su notable implantación local. «Nuestra singularidad está en los municipios», lanzó Oltra como evidencia de las preferencias de la coalición.

La comparecencia de la vicepresidenta con todos los consellers de Compromís fue el epílogo de una jornada histórica pero trepidante que arrancó por la mañana con una llamada de Puig a Oltra. Ambos se reunieron al mediodía en el Palau de la Generalitat. Pero del encuentro, de casi una hora, no salió un acuerdo. No había sintonía. El presidente quedó en comunicar su decisión final a la vicepresidenta. Pero la convocatoria de la reunión del Consell para las 17 horas precipitó los acontecimientos: dejaba claro el desenlace definitivo y una división con los consellers de cada partido llegando por separado a la cita. Puig se ha decantado por jugarse todo al 28 de abril. Tanto si va de farol como si le entran buenas cartas, eso supone fiar su futuro político a Pedro Sánchez. Sin margen de error.

Una duda jurídica y un informe que no llevaba ni siquiera firma

Aunque Compromís, como formación política, no va a recurrir el decreto de convocatoria, durante la reunión del Consell, la vicepresidenta Mónica Oltra, en su calidad de secretaria del gobierno, advirtió de las dudas jurídicas que, en su opinión, presenta el decreto de convocatoria. La fundamental, al margen de la cuestión del voto de calidad del presidente para deshacer el empate que se resolvió con un decreto de 1983, se refiere a la redacción de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General que habla de una incompatibilidad en el caso de coincidir con las europeas, como en este caso. En Presidencia insisten que la reforma del Estatuto es posterior y por tanto evita ese conflicto. Desde Compromís, sin embargo, apuntan que ese escenario puede generar problemas y se quejan de que el informe jurídico se entregara en el pleno y sin firma. «No haría nada sin el aval de la legalidad», aseveró Puig.

Un momento de la reunión del pleno del Consell en la que Ximo Puig comunicó el adelanto de los comicios autonómicos. MANUEL BRUQUE (EFE)

Ni Puig ni Oltra rompen puentes para tratar de recomponer la relación entre la izquierda

El jefe del Consell deja claro que su única alternativa es repetir experiencia para una segunda versión del Botànic

Es cierto que la relación entre el PSPV y Compromís ha estado presidida en las últimas jornadas por la tensión, las filtraciones para dañar al rival, los ataques y hasta el mal rollo. Pero, sin embargo y a pesar de las diferencias que se evidenciaron ayer con una convocatoria electoral que no gusta ni un ápice en las filas de la formación de Mónica Oltra, ni el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ni la vicepresidenta rompieron del todo los puentes. Ambos son conscientes de que deben de tratar de recomponer la relación entre la izquierda si quieren tener posibilidades de repetir otra vez en el gobierno. Están condenados a entenderse. Y en dos meses, si los números cuadran, se tendrían que volver a sentar a negociar.

De hecho, durante su intervención en el Saló de Corts del Palau de la Generalitat, Puig dejó claras sus preferencias para gobernar cuando se le preguntó si estaría dispuesto a cambiar de pareja y bailar con Ciudadanos. «Ya han dicho ellos mismos que no es posible. El Botànic ha sido una historia de éxito. Y me gustaría seguir», señaló el jefe del Consell que agradeció, de forma pública, el trabajo de Oltra y de los consellers. «Han conseguido que haya otra fórmula para gobernar basada en la honestidad y la eficacia», aseveró para subrayar que en estos momentos «la Comunidad Valenciana es mejor» con una fórmula, vino a señalar, que acumula un bagaje que puede ser exportable a la política española. «Queda en manos de los valencianos decididir si seguimos en este camino de prosperidad», lanzó Puig.

La vicepresidenta Oltra, durante su comparecencia, no fue especialmente dura contra los socialistas. No fue a degüello contra sus socios y negó incluso, para rebajar la tensión, sentirse «traicionada». La coalición va a poner toda la carne en el asador de la campaña con el tándem que forman Oltra y Joan Baldoví como candidato al Congreso, además de reclamar un esfuerzo extra a sus alcaldables para que se tomen estos comicios como una primera vuelta de las locales. Pero pese a que vamos camino de una campaña a cara de perro, dentro de Compromís existe el convencimiento de que una vez pase la tensión de estos días, las aguas volverán más o menos a su cauce. Hay orden de que el Consell continúe su trabajo con absoluta normalidad hasta que pase esa cita del 28 de abril.

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