Se acabó la larga espera. Fin a la incertidumbre. Hoy se sabrá si el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, hace uso de la facultad de adelantar las elecciones autonómicas, una potestad incluida en la reforma del Estatut d'Autonomia de 2006 pero que nunca ha sido utilizada hasta la fecha.

El jefe del Consell ha preferido finalmente agotar los plazos, después de que en la tarde de ayer reuniera a su equipo de confianza en el Palau de la Generalitat. Se especuló con la posibilidad de mover ficha ayer mismo, pero venció la prudencia.

Todo está preparado para el anticipo electoral, pero todo está en manos de Puig. La sorpresa hoy, a la vista de los movimientos de las últimas horas, sería que no avanzara la convocatoria para hacerla coincidir con la de las elecciones generales del 28 de abril, pero mientras no sea oficial quedará un resquicio para el cambio de criterio. No hay que dejar pasar que la decisión no gusta a Compromís, el socio de gobierno. Su líder, Mónica Oltra, lo dejó claro el pasado viernes, durante la rueda de prensa posterior al pleno del Consell.

Las posiblemente últimas horas del primer gobierno del Botànic han sido tranquilas en la superficie para el president y la vicepresidenta. Puig ha pasado la mayor parte del fin de semana en Morella, su municipio, hasta que a primera hora de la tarde de ayer regresó al Palau para la digestión final de la difícil decisión. Oltra ha tenido un fin de semana fallero y familiar: el sábado estuvo en la mascletà y visitó la exposición del Ninot; ayer participó en la comida ofrecida por la fallera mayor de su comisión.

La movilización es uno de los factores clave a la hora de adoptar una determinación sobre el adelanto. Así se traduce de las declaraciones de Puig de los dos últimos días. Ayer, durante un acto de homenaje a alcaldes socialistas en Forcall (Els Ports) volvió a insistir: «Lo que importa es que sea la máxima gente la que decida el futuro de la Comunitat Valenciana».

En este sentido, la línea de opinión más extendida en el entorno del líder del PSPV es que el 28A garantiza una mayor participación que la que se registraría de mantener las elecciones autonómicas en 26 de mayo. Ello, a pesar de que el 28 de abril es un domingo inmerso en el puente pascuero de San Vicente. La mayor movilización se sostiene en razones históricas (siempre ha existido un índice más alto en las generales) y en la polarización de la política estatal, con la posibilidad de que una alianza de los tres partidos de la derecha, al estilo de lo sucedido en Andalucía, obtenga una mayoría sobre la izquierda y desbanque a Pedro Sánchez del Gobierno.

En las manos de Puig está si este lunes, 4 de marzo de 2019, es un día ordinario o si queda para los libros de historia. De momento, tanto la agenda del Consell como la del president se mantiene intocada. El punto estrella es la reunión con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya aplazada el pasado miércoles, entonces por compromisos en el Congreso de ella, y con la financiación autonómica como gran asunto. Todo está en el aire.

Del poco probable anticipo a una decisión casi tomada

Una previsible mayor participación y el crecimiento del PSOE en las encuestas, claves en la evolución

La historia del posible adelanto de las elecciones autonómicas al 28 de abril, fecha de las generales, es el último ejemplo de la volatilidad de la política actual, en la que las posiciones pueden caducar pronto.

Una vez que Pedro Sánchez convocó elecciones generales para el 28 de abril se reabrió el debate sobre un anticipo de los comicios valencianos. El jefe del Consell repitió esos días en numerosas ocasiones el mismo mensaje: era una opción posible, pero poco probable. Era su manera de alejarse del adelanto, asunto que entonces parecía amortizado, una vez que había sido descartado el pasado verano, cuando fue considerado seriamente y descartado con el argumento de que era prioritaria la estabilidad del Gobierno y acabar con los proyectos legislativos pendientes.

¿Qué ha pasado desde el 15 de febrero a hoy, cuando todos los indicios apuntan a un adelanto electoral? Fundamentalmente, que Puig y su entorno han ido asumiendo que el 28A supondrá una mayor participación, a pesar de ser un día festivo y que las encuestas, casi en su conjunto, han ido pronosticando unas buenas expectativas del PSOE. No hay razones para que el tirón de Pedro Sánchez no afecte favorablemente a Puig.

Con una polarización muy fuerte y un importante peso del voto útil al socialismo para evitar que una alianza de la derecha (PP, Ciudadanos y Vox) se haga con el poder, en las cabezas pensantes del PSPV y del equipo próximo a Puig ha cundido la idea de que convenía adelantar.

El último pleno de las Corts también ha aportado a ese cambio de criterio. La ratificación de la reforma del Estatut d'Autonomia y el tono de bastantes de los discursos tuvieron un aroma de fin de ciclo.

El pulso expresado por la vicepresidenta Oltra al día siguiente al manifestarse con dureza contra el adelanto electoral ha sido un factor más para empaquetar la teoría del agotamiento de la legislatura. Las semanas que podían quedar serían de posible parálisis de la iniciativa política, así que ¿para qué prorrogar esa situación cuando adelantar las elecciones autonómicas no supone un coste adicional, ya que es para coincidir con las generales? Esa pregunta rondaba estos días a Puig.

Con todo, permanecen opiniones contrarias, como los daños (hipotéticos) a la relación futura con Compromís o una posible llamada a la resistencia de la isla valenciana si la derecha triunfa en España. Por ello quizá Puig ha preferido apurar hasta el último momento.