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Ábalos: «No me reconozco en las opiniones de Guerra y Felipe sobre Cataluña»

Es el dirigente valenciano con más poder en Madrid - Pedro Sánchez lo define en su libro como consistente

José Luis Ábalos, fotografiado esta semana en la estación de Moixent. perales iborra

Es el atardecer de un día que empezó en Sevilla y acabará en Madrid. El ministro llega en el segundo de una comitiva de tres coches. La cartera del cargo realmente abulta. No oculta el cansancio de una jornada larga en una etapa en la que combina labores ministeriales con los cargos de secretario de Organización del PSOE y responsable de campaña y de listas. Es el momento en que todos buscan a la mano que mece el partido. Deja los dos teléfonos móviles que maneja sobre la mesa (uno sobre otro, a modo de bocadillo digital) y pide un cortado. En la solapa luce la insignia de la Agenda 2030, un horizonte muy lejano en tiempos de política de consumo rápido.

P Hace unos meses estaban por detrás en las encuestas. Hoy se da por hecho que Pedro Sánchez será el más votado el 28 de abril. ¿Cuál es la lección: la volatilidad de la política actual?

R Sí, pero hay también un escenario de oportunidades. De pronto se da una oportunidad a un gobierno socialista y este actúa, hace política y toma medidas. Todo eso es lo que se valora y conforma el relato. Por eso era importante que el Gobierno andara al menos durante unos meses, para ver qué podía aportar.

P Pero al final lo que parece que cuenta es la cuestión catalana.

R Lo que hemos planteado es una línea de diálogo pensando en la posibilidad de acuerdos dentro del marco constitucional que ha debilitado al bloque independentista. Este no plantea el desafío con la misma presión que con Mariano Rajoy. Se está combatiendo desde la sensatez y desde una alternativa a la confrontación.

P Pero los independentistas han hecho caer el Gobierno con su rechazo a los presupuestos.

R Han sido PP y Cs, que han estado planteando una política de obstrucción desde el minuto uno, y la no cesión a condiciones que planteaban los independentistas. Ellos por sí solos no hubieran podido.

P Pero para gobernar desde la izquierda hay que pactar en este momento con los independentistas, ¿no?

R Soy mucho más optimista. Hemos estado gobernando con 84 diputados. No ha habido más problema que la labor obstructiva de la derecha en la Mesa del Congreso y el nivel de tensión y crispación que han llevado acompañados de todo el aparato mediático que ha jaleado ese ambiente. Pero este Gobierno ha sido capaz de gobernar. El problema no son los independentistas. Al contrario, hemos podido gobernar sin el chantaje de los independentistas y será más fácil mejorando nuestra posición.

P La derecha insiste en lo contrario, que estaban pactando cesiones con los independentistas a cambio de los presupuestos.

R Eso ha sido una constante desde el debate de la moción de censura. Una vez ganada, todo fue presión para que confesáramos el presunto pacto con los independentistas. Pero el único acuerdo tácito ha sido el de la oposición de todos ellos a los presupuestos. Qué digan ellos ahora qué pacto tienen.

P Al final, el problema catalán continúa. ¿Vislumbra algún tipo de solución?

R La única posibilidad es que el pragmatismo se imponga y que haya un liderazgo en el bloque independentista con capacidad de contar a la gente la verdad. El problema es que no lo hay. El president fue un recurso de Puigdemont para que nadie le quitara el papel que no está teniendo finalmente. Alguien ha de asumir el liderazgo. Eso y que quieran entrar a hablar de autogobierno y no de independencia. No hay otra.

P ¿Un referéndum no entra en los cálculos?

R No, para nada. Siempre hemos dicho que solo estamos dispuestos a hablar de autogobierno.

P ¿Se reconoce en las opiniones de Alfonso Guerra y Felipe González sobre Cataluña?

R Pues no me reconozco, no. Y creo que ellos tampoco, porque todos sabemos lo que han significado y como fueron también objeto de los ataques de la derecha. Me parece que entrar en ese juego es innecesario y no los deja bien.

P ¿Se cree el compromiso de Ciudadanos y Albert Rivera de no pactar con el PSOE?

R En fin... Hace tan poco que Albert Rivera decía que en ningún caso iba a pactar con Rajoy. Ha dicho tantas cosas. Sus fichajes son de personas mudables para un partido mudable.

P Como el de Joan Mesquida. ¿Le ha sorprendido?

R No. Mesquida se presentó a unas primarias en Baleares del PSOE y no consiguió los avales para competir. Ha tenido que buscar la oportunidad fuera. Mucha gente no sabe quién es.

P ¿Si ganan, ofrecería a Pablo Iglesias la vicepresidencia?

R El modelo de este gobierno es seguir actuando como ha sido diseñado. Queremos claramente un gobierno monocolor.

P ¿Y es compatible el lema de «Somos de izquierda» que han acuñado con captar al votante de centro?

R Totalmente. Porque el único partido que ha demostrado transversalidad y regeneración ha sido el PSOE. Cs solo ha acudido como servicio de urgencia del PP. El PSOE siempre ha sido un un partido de mayorías y de cohesión social, un espacio de centralidad al que no renunciamos, como sí ha hecho la derecha, que se ha ido al córner.

P ¿En qué se ha equivocado el Gobierno en estos meses?

R No lo sé... Me parece excesivo aplicar la autocrítica a un gobierno de nueve meses. Es un ejecutivo que se ha creído la acción de gobierno y se ha esforzado por dar respuestas. Antes de equivocarnos, hemos decidido convocar elecciones.

P Llegaron al poder y tuvieron como símbolo el Aquarius, pero ha sido una excepción.

R No. Ya dijimos y parece que no ha quedado claro que no es que España abriera sus puertas a la inmigración. Con el Aquarius se pretendía hacer una llamada de atención a Europa.

P Pero Italia sigue igual.

R Era una llamada a Europa. No es que hayamos cambiado nuestra política. Estamos aplicando el salvamento de inmigrantes en nuestro ámbito de competencia y no hemos cerrado ningún puerto. Incluso cubrimos la zona marroquí cuando nos lo pide. Al final no es un problema de cifras de salvamento, sino de política europea y de que no puede ser que haya países que no asuman su responsabilidad.

P La desigualdad no ha bajado. Incluso Bruselas ha advertido del riesgo que supone. ¿Es una batalla imposible?

R Las políticas que luchan contra la desigualdad tienen un efecto diferido. Por el contrario, las que acaban con la igualdad tienen un efecto inmediato. Rebajar los índices cuesta mucho, pero sí se han puesto muchas medidas para combatir la desigualdad, como aumentar las becas, universalizar la sanidad o subir las pensiones y el salario medio. Lo notaremos.

P Tenemos a la socialdemocracia de capa caída en Europa y con casi todo el poder que tenía en Hispanoamérica perdido. ¿El problema de la izquierda cuando gobierna es que no logra hacer visible y real el cambio?

R No. Pero una fuerza progresista ha de ser consciente de que no basta con la conquista. Has de desarrollarla e ir más lejos. Pero en este momento no hay más alternativa que la socialdemocracia, porque las apuestas están siendo reaccionarias y populistas. Lo que sí que cabría es que la socialdemocracia tuviera un carácter más activista, un rearme del activismo cívico, porque lo que está en juego es la convivencia democrática y el Estado de Bienestar. Hay espacio porque todos los populismos solo han producido frustración. Si Podemos era un fenómeno de moda hace unos años, hoy lo es el otro extremo. Parece que todo lo nuevo se consume rápido.

P ¿Da por amortizado a Podemos?

R Veo que entrar en instituciones y salir del ámbito de la propaganda hace madurar y, en la medida que madura, ha de enfrentarse a sus propias contradicciones.

P ¿El movimiento de Errejón le preocupa, por lo que puede ser de apertura de una vía de plataformas dentro de la izquieda?

R Creo que cuando habla de esa izquierda amable y reformista está usando un lenguaje socialdemócrata.

P ¿Es un objetivo a captar?

R No, pero el PSOE ha sido muy acogedor históricamente.

P ¿Le gustaría continuar en el Gobierno y en Fomento, si los resultados dan?

R Me gustaría seguir siendo merecedor de la confianza del presidente en cualquier tarea. Yo no pedí Fomento nunca [sonríe].

En corto

P ¿Qué va a pasar definitivamente con la AP7? ¿Va a ser gratuita?

R El caso de la AP7 evidencia una respuesta autónoma a las presiones. Está claro que no se va a renovar la prórroga y va a ser liberada como está la AP1 en Burgos.

P Los defensores del Corredor Atlántico dicen que España ha mirado demasiado al Mediterráneo.

R Pues la mirada desde el Mediterráneo es otra. Es la diferencia entre política de Estado y localista. El Corredor Mediterráneo es estratégico por el crecimiento económico que provoca y lo que representa en el PIB español. Para reivindicar lo propio no hace falta contraponerlo a lo otro. En el corredor las inversiones ya están programadas, lo que más preocupa es la conexión con Algeciras. Luego están los ramales, como el del Cantábrico, que hemos incluido en los planes de la UE.

P ¿Estaba o no el ramal? El exministro De la Serna dice que figuraba.

R No tenía financiación. Y el que no estaba pintado es el que une Madrid y València.

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