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Siete claves para un doble proceso electoral

El eje entre Cataluña y España, la polarización social, la incertidumbre sobre el comportamiento de los votantes y la emotividad de los mensajes marcará el resultado de dos citas con las urnas con menos de un mes de diferencia

Siete claves para un doble proceso electoral

Con dos procesos electorales coincidiendo en menos de un mes, la Comunidad Valenciana se enfrenta a una situación inédita. Los partidos políticos ya se preparan con estrategias conjuntas para ambas citas electorales por la influencia que la convocatoria de generales para el 28 de abril anunciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tendrá en las autonómicas y municipales posteriores del 26 de mayo. Daniel La Parra, sociólogo y profesor en la Universidad de Alicante, despeja siete claves para entender este doble proceso electoral con el bipartidismo ya superado. Entre ellas, en su opinión, la fundamental: la clave identitaria, factor que dirige, dice, los discursos de la presidenta regional del PP, Isabel Bonig, sobre política lingüística frente a otros asuntos clave en las últimas elecciones como la corrupción o la renovación de la política. Los grandes asuntos a debate han cambiado. Ahora la campaña y el voto mira necesariamente a España y Cataluña.

1- Efecto reflejo

La influencia de las elecciones generales sobre el resultado posterior de las autonómicas y municipales se producirá. Al menos eso es lo esperable. Es algo que siempre ocurre en los procesos electorales cercanos. La tendencia es que los comicios que primero se realizan releguen o afiancen a ciertos partidos. Y esa tónica, casi siempre, puede reforzarse en la cita posterior. Es el claro ejemplo de Vox, una formación que hace sólo unos meses ni entraba en las quinielas y que tras los comicios andaluces se ha hecho más grande. Para La Parra, el PP ha perdido su centralidad y se ha encargado de hacerle a Vox la campaña de forma gratuita. Normalmente a estos partidos nuevos posicionados a los extremos se les intenta obviar para no agrandarlos. Es una estrategia clásica. Pero ahora mismo lo que se ha visto «es justo lo contrario», con un PP que parece que «quiere convertirlo en autor».

2- La realidad de las casillas «No sabe-No contesta»

La incertidumbre es muy alta en estos comicios. Mucha gente no sabe hasta última hora ya no solo a quién va a votar, sino ni tan siquiera si acudirá a votar. La respuesta «No sabe/No contesta» que se da en muchas encuestas es una realidad. De hecho, se han pensado ya campañas en esta clave, destinadas a captar la atención de un electorado ajeno al que se intenta desmovilizar con mensajes que le hagan dudar del partido al que apoyarían de manera natural. La acción de votar ya es una decisión personal, pero a ese elector ya se le habría desmotivado.

3- Las elecciones en Andalucía

Reúnen varias claves a tener en cuenta: el auge de la ultraderecha, la desmovilización socialista con desplazamiento de votos a otros partidos o la ambigüedad de Pedro Sánchez ante la crisis catalana. Todo ello factores que alejaron de las urnas a los votantes tradicionales del PSOE andaluz y que concentran elementos decisivos que se verán en estos comicios: entrada de los ultras en las instituciones, estrategias de desmotivación electoral y polarización en los posicionamientos por Cataluña. «En la derecha hay una carrera por ponerse cuantas más banderas mejor», asegura el profesor La Parra.

4- El conflicto de Cataluña

Desde el fallido referéndum del 1 de octubre de 2017 en Cataluña, ya se veía la importancia que esa crisis tendría en las elecciones. De hecho , el sociólogo Daniel La Parra incide en que estas son unas elecciones que se juegan en clave «puramente identitaria». El debate de los presupuestos de Pedro Sánchez ha gravitado sobre ese mismo conflicto. «No ha pesado tanto que fueran más o menos sociales», añade. Una de las consecuencias del «terremoto» catalán ha sido la polarización de los discursos y del electorado. Es curioso cómo se pueden dar dos tendencias en la Comunidad Valenciana. La primera, la esperada: resultados que sigan los patrones de las elecciones generales, celebradas un mes antes. Pero otro escenario probable sería el contrario. Si el asunto central de los independentistas catalanes deja en Madrid un acuerdo a tres bandas entre la derecha, en el caso de la Comunidad Valenciana podría producirse un efecto rebote y movilizar más al electorado de izquierdas para compensar con sus votos el crecimiento del otro bloque.

5- La carga emocional de los votos

El componente identitario de estos comicios es tan amplio que las elecciones se decidirán atendiendo a una fuerte carga emocional. A ella, al final, apelarán todas las formaciones políticas. Es el PP el que está centrado prácticamente su campaña en la Comunidad y más si cabe en la provincia de Alicante en ese eje avivando la polémica por el uso del valenciano y por la política lingüística que se ha desplegado desde la conselleria de Educación que dirige Vicent Marzà.

6- La estrategia de la desmovilización

Una mayor o menor movilización será consecuencia, entre otras cosas, de cuánto hayan calado las estrategias para captar a un electorado polarizado. Además de querer afianzar el respaldo de los afines también se jugará a desmovilizar a los votantes con discursos extremos y algunas veces demasiado emocionales. En la Comunidad Valenciana, si los partidos quieren una alta participación del electorado después de que éste ya se haya enfrentado a unas elecciones generales, habrá que trabajarse mucho este punto para un tipo de votante con menos carga ideológica. Después de ir a las urnas un mes antes, cualquier «excusa» podría ser un estímulo para quedarse en casa.

7- Equilibrio y salud social

El electorado se encuentra dividido en dos bloques casi al 50%. Según Daniel La Parra, esto podría ser un síntoma de «gobierno sano» y equilibrado en cuanto a poderes frente a las mayorías aplastantes, lo que haría necesario el diálogo y la negociación. Pero lo que se apunta, según este sociólogo, es justo todo lo contrario que alerta asimismo de que eso puede generar un clima de conflicto que, a veces, origina insultos y una alta dosis de crispación. «La negociación es buena si llega a buen puerto, no si se rompen puentes», zanja.

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