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Campaña de cien días a doble vuelta

El anuncio de Pedro Sánchez condiciona el final de mandato del Consell e inaugura una larga carrera electoral con dos citas: generales en abril como previa de locales y autonómicas

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, entra junto a Mónica Oltra en el hemiciclo de las Cortes. efe

El anuncio de Pedro Sánchez de convocar las elecciones generales para el próximo 28 de abril después de que el bloque de derecha del PP y Ciudadanos junto a los independentistas catalanes tumbaran los presupuestos generales del Estado inauguró, de facto, una larguísima campaña electoral. Una campaña que tendrá justo 100 días desde hoy con una doble vuelta: los comicios de los que saldrá el nuevo presidente del Gobierno a finales de abril como antesala de los autonómicos, municipales y europeos que, salvo un giro que pudiera afectar a la elección de las Cortes Valencianas, se celebrarán el domingo 26 de mayo. No se puede entender ya ninguno de estos procesos electorales sin conocer a su vez el rumbo del otro. Van unidos. Así que la comparecencia de Pedro Sánchez en la Moncloa no solo finiquitó el mandato del Gobierno más breve de la democracia sino que, además, condiciona por completo el final de la legislatura del Consell del Botànic, que se tendrá que lanzar a la arena de la campaña de inmediato. Del resultado de las generales, quizá, dependa lo que pueda ocurrir después en las autonómicas y municipales.

La confirmación de este escenario que se venía dibujando desde hace unos días, inédito en la Comunidad, tuvo una acogida desigual entre las fuerzas políticas. Tendrán que reorientar su estrategia y sus campañas con el objetivo de generar una movilización suficiente en cada uno de los bloques de derecha y de izquierda que se enfrentan en esta cita. Obligados a evaluar con calma este nuevo decorado, como reconocían en Presidencia. De forma pública, la noticia fue acogida con entusiasmo tanto por el PP que lidera Isabel Bonig como por Ciudadanos: ven la posibilidad de vencer en abril como la antesala para desalojar después al Botànic de la Generalitat con el respaldo, en ambos casos, de los ultras de Vox. La derecha se la juega todo a una carta: el mensaje emocional como argumento principal para intentar empujar a sus fieles a las urnas.

En las filas del PSPV ofrecen también una lectura positiva al decaer la opción que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, no quería ver ni en pintura: un «superdomingo» electoral con cinco urnas en mayo. Compromís también hubiera preferido espaciar ambas citas aunque se ve fuerte para optar, ya en solitario y aprovechando a partir de este momento la notoriedad de los liderazgos mediáticos de Mónica Oltra y Joan Baldoví, a revalidar una representación que le vuelva a conceder un espacio propio en Madrid. Sólo Podemos, que ayer rubricó su alianza electoral con EU y que está inmerso en una gravísima crisis interna, habló abiertamente de «una mala noticia» que acorta el tiempo que la formación encabezada por el alicantino Antonio Estañ en la Comunidad necesita para intentar encontrar de nuevo su propio espacio. A favor o en contra, todos están ya en este primer tramo de campaña que conduce a las generales en el que, a su vez, tendrán que implicarse también los candidatos municipales, muchos de ellos ya elegidos. Todos los mensajes van a ir vinculados como si fuera un sólo proceso. Único pero en un doble acto.

Tras conocerse la fecha para las elecciones generales, el jefe del Consell, Ximo Puig, consideró que la convocatoria de estos comicios supone una «oportunidad» para movilizar a la izquierda de cara también a la cita de las municipales y autonómicas. En las filas socialistas, consideran que el anuncio de Sánchez sobre las generales ha activado ya a parte de la izquierda y que eso tiene un impacto positivo para la votación del próximo 26 de mayo. «Lo que se juega España es estos momentos es muy importante. Hay que mirar hacia adelante con un gobierno de progreso, abierto y que intenta solucionar problemas o volver al pasado, que ya sabemos los resultados que ha dado», dijo Puig. «El pasado de la Comunidad y de España ha estado relacionado con un Gobierno que trajo corrupción y recortes sociales. Los españoles no quieren mirar atrás sino hacia delante como los valencianos», apostilló el presidente de la Generalitat uniendo ya sin ningún tipo de ambages el mensaje de ambos procesos electorales.

De puertas hacia fuera, el jefe del Consell mantiene los juegos florales sobre un posible adelanto electoral en la Comunidad. La única posibilidad, como apuntaron fuentes socialistas, sería unirlas a las generales el 28 de abril. «En principio, mantengo la fecha de convocatoria de las elecciones autonómicas para el 26 de mayo, aunque un adelanto es una legítima posibilidad que tiene el presidente y que se adoptaría siempre en función de los intereses generales de los valencianos», declaró Ximo Puig, al que le preocupa la «contaminación» que, con toda seguridad, va a contagiar la endiablada escena política que se vive en el Estado -arrastrada por los efectos de la crisis catalana- a la Comunidad para impedir un «debate sosegado» sobre los grandes problemas de la agenda política valenciana.

El presidente de la Generalitat, como ya publicó este periódico, se decanta por agotar los plazos de la legislatura hasta el 26 de mayo para intentar separar ese debate de las generales del argumentario de las autonómicas. Pero, sin embargo, un sector del PSPV encabezado por Manolo Mata, su vicesecretario general, síndic parlamentario y que tiene todos los números para encabezar la lista autonómica por Valencia aunque no quiere seguir como portavoz en las Cortes, insiste en abordar un posible avance electoral autonómico. Puig le trasladó ayer la situación a la vicepresidenta y líder de Compromís, Mónica Oltra. Evaluará los pros y contras en los próximos días para mantener la tensión pero, al menos sobre el papel, es muy poco probable -casi imposible- que acabe apretando el botón rojo. Tiene de plazo hasta el 5 de marzo. Es el tope.

Pero aunque la carpeta estará encima de la mesa por la presión de parte de su núcleo duro, lo cierto es que, tome la decisión que tome el presidente Puig, nos adentramos en una campaña electoral que, como advirtieron ayer unos y otros, no será dura. Será muy dura. Por dos motivos, como alertaba un histórico dirigente del PP con preocupación: por la polarización de la escena política y la enorme división de la sociedad. Está en juego el futuro del Gobierno con unos comicios que a la vez marcarán luego las municipales y autonómicas. Nada menos que 100 días de campaña hasta llegar al 26 de mayo. Y con dos elecciones. Lo nunca visto.

Un Consejo de Ministros, una comisión bilateral y un Estatuto

La caída del gobierno de Pedro Sánchez deja pendientes una serie de asuntos entre Madrid y la Comunidad Valenciana, con cuestiones que afectan por extensión a la provincia de Alicante. El primer tema, como ya publicó este periódico, es el impacto del Consejo de Ministros que está previsto celebrar en Alicante el 15 de marzo coincidiendo con la efeméride de la reunión celebrada hace 80 años por el gobierno republicano. No pasará de una jornada puramente testimonial. Otro asunto es la comisión bilateral a la que se comprometió recientemente con Ximo Puig la ministra Meritxell Batet para abordar propuestas sobre inversiones y en la que, incluso, no se descartaba hablar de la financiación. Y, finalmente, la disolución de las Cortes Generales provocará, en función del trámite del Senado, que no culmine la reforma del Estatuto de Autonomía.

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