A casi nadie en las filas del PP le pasó desapercibida la intervención de César Sánchez en Orihuela para salir al rescate del alcalde Emilio Bascuñana, enfilado por la dirección local, provincial y regional a raíz, entre otras cosas, del informe que le define como un «zombi» que cobró durante seis años de la conselleria de Sanidad sin acudir a su trabajo. Tanto José Císcar, líder provincial del PP, como Isabel Bonig, número uno autonómica, querían echar a Bascuñana como alcaldable para los comicios de dentro de cuatro meses. Pero, de alguna manera, César Sánchez, miembro de la dirección nacional del PP, actuó como la voz de uno de los núcleos más influyentes de Génova partidario de la continuidad del primer edil oriolano, en su día apoyo de Casado en su elección como sustituto de Mariano Rajoy dentro del partido.
El movimiento del presidente de la Diputación en el tablero del PP no es casual: marca su territorio como un dirigente con mando en plaza frente a Císcar y Bonig, evidencia que cuenta con la confianza absoluta de Pablo Casado y, a su vez, toma posición como un notable de referencia en el caso de que, justo después de las elecciones, el PP tenga que abordar un relevo de la actual aspirante a la Generalitat que, pese a todo, no tendrá problemas para llegar hasta las elecciones. Así que, de un plumazo, el presidente de la Diputación puso sobre el tapete lo que era «vox populi» desde hace semanas en las filas populares: su ambición por tomar las riendas del partido en toda la Comunidad.
No en vano, aunque la confección de las candidaturas todavía no ha comenzado, en círculos del PP se da por seguro que César Sánchez compaginará su puesto para repetir en la Diputación -muy probablemente en la lista municipal de Alicante- con un escaño en la candidatura autonómica. Sabe, por propia experiencia, que para optar a liderar el PP habrá que estar en València.
