Las alarmas se han encendido. Compromís cruzó una línea desconocida el pasado jueves al utilizar por primera vez desde julio de 2015 el turno de réplica, como cualquier otro partido de la oposición, contra el presidente del Consell del que la coalición valencianista forma parte. La experiencia (nueva) del Botànic entra a partir de ahora en territorio ignoto, cuando quedan cuatro meses para las elecciones autonómicas. Los próximos días serán claves para comprobar si la tensión se modera o si Compromís insiste en una línea dura contra los socialistas por los presupuestos del Estado de 2019 y la menor inversión en Alicante. En la otra parte, han surgido ya voces que piden una respuesta a lo que consideran una agresión innecesaria y sugieren empezar a preguntar en Cortes a la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, por su gestión si se repite el episodio del último pleno.
No obstante, la posición de la dirección socialista es la de reconducir la situación ante el riesgo de un final de legislatura que derive en un clásico de la política española moderna: la desintegración de tripartitos por peleas internas. Ese factor de riesgo, unido a la crisis del tercer elemento del Botànic, Podemos, con una situación de declive en las encuestas agravada por el último movimiento en Madrid de uno de los líderes, Íñigo Errejón, ha elevado los niveles de preocupación en el Palau.Una escisión (o expulsión) del errejonismo dejaría tocado a un partido que en los últimos sondeos hechos públicos no se sitúa muy lejos de la barrera del 5% para entrar en las Cortes. Además, no termina de perfilar un acuerdo con Esquerra Unida que en estos momentos es tan deseado o más por los socios del Botànic. IU ya ha roto en Madrid. Un aviso más. Y serio.
Las cuentas para reeditar un gobierno progresista en mayo de 2016 no salen sin el partido morado. En las cúpulas de PSPV y Compromís lo tienen claro. Con solo dos fuerzas de izquierda en el arco parlamentario, aunque atrajeran parte del voto de 2015 del partido de Pablo Iglesias, no les daría para sobrepasar una alianza de los partidos de una movilizada derecha a modo del que ya ha fructificado en Andalucía contra Susana Díaz. Lo tienen asumido, al menos a fecha de finales de enero. Con esa nube negra en las proximidades, fuentes socialistas llamaban ayer a la lealtad a Compromís, al que invitaban a presionar de manera interna para mejorar los presupuestos del Gobierno central, pero no llevar el debate con agresividad a las Cortes Valencianas.
No obstante, el PSPV se manifiesta desde la atalaya de la presidencia de la Generalitat, lugar al que no renuncia la coalición. La apertura de un debate con Alicante de protagonista tiene una parte de lectura interna por las primarias en ciernes de Compromís y otra por el intento de conquistar posiciones en la provincia donde los de Oltra cuentan con una menor implantación. A costa, claro, del PSPV y con la mirada en la jefatura del Consell. Cuatro escaños separan en este momento a los socialistas de la coalición.
No obstante, el paso previo para ese objetivo es que la izquierda sume en conjunto más de cincuenta escaños y que al PSPV no le dé para contraatacar con una alianza de naturaleza distinta, vía Ciudadanos aunque la irrupción de Vox la aleja cada vez más. Compromís se adentrará en las próximas semanas en el proceloso trance de unas primarias que se auguran competidas por la tendencia natural de los altos cargos a intentar estar en una lista que asegure su posición política. Mientras eso pase, el PSPV tiene preparados una cadena de actos cada fin de semana con un elevado número de representantes del Gobierno central. El pistoletazo de salida lo dará el presidente, Pedro Sánchez, el domingo día 27 de este mes, cuando está prevista su presencia en València A partir de ese momento, la dirección de Ximo Puig tiene hilvanado un calendario con actos sectoriales todos los fines de semana con presencia de distintos ministros y secretarios de Estado.
