El frente «antiVox» y en contra de cuestionar las leyes contra la violencia de género pasó de la Diputación de Alicante, donde se aprobó en el pleno del pasado miércoles, a la sesión de ayer en las Cortes Valencianas. La proposición impulsada por el grupo socialista para blindar el pacto valenciano sobre violencia machista y comprometer a PP y Ciudadanos a no pactar con partidos como Vox que renieguen de las políticas de protección de las mujeres salió adelante por unanimidad, como ya ocurrió en la Diputación de Alicante. La diputada socialista Rosa Peris, autora de la moción, consiguió que con carácter previo a la votación todo el arco parlamentario, incluido el PP -el partido que ha conseguido el mando en Andalucía con el respaldo de los ultras y Ciudadanos- firme una moción en la que en uno de sus apartados se muestra el rechazo de los partidos firmantes a la adopción «de cualquier acuerdo, explícito o implícito, con formaciones que plantean la supresión o reducción de las medidas de protección a la mujer, dando así cobertura a políticas irresponsables que conllevan un altístimo riesgo de agravar esta lacra social». La moción incluye también el rechazo «a cualquier posicionamiento político que propugne la eliminación o la minoración de las medidas de protección de la mujer frente a la violencia machista». Una referencia que tiene como destinatarios a los ultras.

Fue el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, quien impulsó esta iniciativa en un intento de obligar a Ciudadanos y, sobre todo al PP, a posicionarse en contra de futuros acuerdos con Vox en la Comunidad Valenciana en medio del pulso lanzado por el partido de Santiago Abascal en Andalucía. Los populares valencianos se mostraron inicialmente comprensivos con el líder nacional del PP, Pablo Casado, cuando, en un guiño a Vox, hizo concesiones en el discurso sobre la violencia de género al proponer ayudas para los hombres víctimas de agresiones en el hogar. Conforme aumentaba la controversia y la reacción del movimiento feminista, el PP ha ido reconduciendo su posición. Isabel Bonig acabó desmarcándose de Génova y considerando que el pacto contra el machismo era una «línea roja».