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«El PP y Cs no tienen alternativa en la Comunidad salvo jugar con la ultraderecha»

El político alicantino, miembro de Compromís, anuncia que se irá cuando acabe esta legislatura: otra vida y otra forma de luchar por Alicante, asegura, es posible

P ¿Por qué se va la política?

R Me quedan todavía seis meses y seguiré trabajando hasta el último día. No hay razones políticas para irme, sino personales. El hecho de anunciarlo ahora es porque en mi partido empiezan ya las primarias y quiero dejar claro que no me presento a nada. Ser conseller es un honor inmenso. El más grande que he tenido en politica. Pero es una etapa que debe acabar en su momento.

P ¿Se va satisfecho con la hoja de ruta que se marcó cuando llegó a la conselleria de Transparencia

R Sí. Pero esto de la hoja de ruta es una tarea colectiva que dirige el presidente Ximo Puig con la eficiencia de la vicepresidenta Mónica Oltra. Es una hoja de ruta basada en el Consell del Botànic con dos patas principales. Una es un programa claro y nítido que se ha ido cumpliendo con el foco puesto en las personas y en los más vulnerables. La otra es que se ha puesto la gobernabilidad como un valor en sí misma. No ha habido grandes cambios en el Consell. Está siendo un gobierno estable y cuando acabe la legislatura se verá como la fidelidad con nuestro programa ha sido altísima.

P ¿A qué se quiere dedicar al acabar el mandato? ¿Cuáles son sus planes de futuro?

R Quiero escribir un libro sobre fotografías de la Semana Santa. Otra idea que tengo es un tratado de paciencia política y seguro que escribiré algo sobre todo lo que he aprendido en Transparencia. Volveré a dar clases en la Universidad de Alicante, porque ese es mi trabajo, aunque en cuatro años han cambiado mucho las cosas. Yo decía que las mociones de censura en el gobierno de España no han funcionado y ahora mira, o hablaba mucho del sistema bipartidista, el cual creo que ha acabado para muchos años. Volveré a explicar la Constitución desde su defensa pero también desde su reforma, como he defendido siempre. Quiero estar con mi hijo. Va a clases de oboe y me gustaría poder llevarle. También que me enseñe matemáticas, que con la fiebre de las calculadoras ya las he perdido y jugar más con él. Y me gustaría volver a escribir colaboraciones en este diario (risas).

P ¿Qué papel quiere jugar usted dentro de Compromís desde fuera de las instituciones?

R Estaré a lo que decida Compromís porque no tengo ningún papel. Yo voy a seguir como militante. Pero me veo más en temas de planificación estratégica para el futuro o en formación.

P ¿Va a reactivar movimientos como hizo con la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas (PIC)

R Eso sería pretencioso. Yo hace tiempo que ya no soy presidente de la PIC, aunque sigo siendo socio y estaré ahí, pero no sé si haré acción civil. Tengo buena relación con sus componentes y me pondré a su disposición por si hay algo en lo que se pueda colaborar, pero no me veo fundando ahora movimientos de este tipo.

P ¿Se va en un buen momento para Compromis?

R El momento para Compromís es óptimo. Está gobernando grandes ayuntamientos como el de València y otros muy importantes de la Comunidad. Los hay de todos los tamaños pero también municipios grandes. Y en número van a subir con un liderazgo muy reconocido y consolidado como es el de Mónica Oltra. Cualquier análisis sobre los resultados está llamado a la melancolía. Ni los principales demoscópicos aciertan, así que imagínese yo, pero espero que Compromís suba porque tenemos más arraigo, hemos aprendido mucho y tenemos mejores líderes en grandes ciudades.

P ¿Qué debe ser en un futuro, en su opinión, Compromís?

R Sería malo dos cosas. Una, definir de antemano lo que deberá ser Compromís y, la otra, que Compromís no tenga que cambiar respecto a lo que es ahora. Dentro de esa horquilla se irá adaptando a la realidad política. Lo mejor que ha tenido ha sido su capacidad de adaptación orgánica. Compromís es una experiencia de éxito. De buena coalición. Y seguirá siendo una coalición. Ahora la política necesita de mucha flexibilidad y eso Compromís lo ha logrado. Dialogamos mucho y eso se percibe. La política de aparatos rígidos está en crisis.

P ¿Teme que la fórmula de los pactos que utilizó la izquierda con el Consell del Botànic se traduzca ahora como resultado un gobierno de derechas?

R Esa fórmula es imposible aplicada a los partidos de derechas porque responde a unos objetivos determinados y sus objetivos programáticos son otros. No hay discurso alternativo. El PP no ha aprendido a hacer una política centrada en las personas, una política territorial o medioambiental que no implicara derroche. Dice Bonig que ya pidió perdón, pero eso no sirve si no se acompaña de fórmulas de gestión de lo público que no lleven implícito otras fórmulas que favorezcan la corrupción. El problema del PP es ese. Y de Cs su problema es que no ha pasado de la primera clase. Llamarme a estas alturas independentista o radical es tener mucha imaginación. Cs se está convirtiendo, de hecho, en un partido radical por la vía de tensar la cuerda. Dos partidos que funcionan así es muy complicado que lleguen a un acuerdo, salvo el de la pura conveniencia, de reparto de cromos y espacios de poder, que siempre se puede conseguir. Eso sería muy malo para la Comunidad, ya no en términos de bloques, sino de propuestas.

P ¿Y qué análisis hace usted de la irrupción de la ultraderecha en las instituciones?

R En el caso de la pregunta de antes sería posible ese pacto de la derecha si quiere jugar a ser un «altavox». Si se empeñan en ser «altavox» de un partido de la ultraderecha sería increíble que se nos acuse de radicales. Pero bueno, PP y Cs no están para ejemplos de coherencia política. En cuanto al auge de la extrema derecha siempre es preocupante. No se está sabiendo dar respuesta a ciertos grupos. No hay que obsesionarse ni actuar por reflejo de lo que diga ese partido, aunque habrá que estar atentos, por ejemplo, a qué franjas de edad está llegando. Porque si está llegando a los jóvenes es preocupante. Además de que hacen un batiburrillo de propuestas de taberna donde parece que a ver quien dice la barbaridad más gorda, el chiste más machista y hablan de toros y tal.

P ¿Se presentará Compromís en solitario a las elecciones?

R Todo apunta a que sí. Es verdad que también se nos olvidan las europeas, que serán la más importantes de la historia y ahí sí que está todo aún muy abierto.

P ¿Ve a Mónica Oltra como futura presidenta de la Generalitat Valenciana

R Sí. Sería una gran presidenta. Nosotros salimos a las elecciones, desde luego, con esa hipótesis.

P ¿Considera que la política lingüística del conseller Marzà ha hecho que Compromís pierda votos en las comarcas castellano hablantes de Alicante?

R No lo sé. Pero hacer política es adaptarse a un programa. Y es injusto que se ataque a Marzà, porque pocos políticos conozco con más esfuerzo, dedicación y honestidad. Las propuestas que se han hecho en EducaciónYo no sé si tendrá efecto o no en unas elecciones, pero este tipo de reflexión lleva a si creemos que tendremos más votos en las comarcas valenciano parlantes. No creo que se vote solo en función de la política lingüística. Hay cosas que preocupan infinitamente más a la ciudadanía como Xarxa Llibres, que haya menos niños en barracones o las convocatorias para profesorado. Toda la política educativa es un paquete. Y no creo que la política lingüística sea decisiva.

P ¿Se ha plegado Ximo Puig al gobierno de Pedro Sánchez?

R Honestamente considero que no y entiendo que a veces es más difícil reivindicar ante el ejecutivo de otros que ante los de tu partido. En algunas materias por lo menos ahora te escucha el Gobierno, porque con Mariano Rajoy no se nos escuchaba y se nos llevaba a los tribunales toda la legislación. Hay otro clima. ¿Nos han hecho caso en lo fundamental, que es la financiación? No. Pero eso Ximo Puig lo ha dicho. Decir que este es un gobierno plegado al Gobierno de Pedro Sánchez no sería cierto y además desde Compromís no lo hubiéramos permitido.

P ¿Cree que la última reforma del Estatuto que tanto se ha celebrado traerá inversión real a la Comunidad Valenciana?

R La reforma es un punto de apoyo donde podremos meter otras palancas de presión. En sí mismo un estatuto con una reforma de estas características no es un grifo del que caigan euros pero, en cualquier caso, sí puede permitirnos un elemento más para cargarnos de argumentos que nos faciliten conseguir lo que decimos siempre, que es que no queremos ser más que nadie pero, desde luego, menos tampoco. Estamos levantando la autoestima de los valencianos y las valencianas.

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