Los acontecimientos que sacuden la actualidad política y social en España y el resto del mundo no son hechos aislados, sino que generan un daño colateral sobre los sistemas democráticos. Con esta premisa, el filósofo, ensayista y columnista Daniel Innerarity reflexionó ayer sobre la vida y muerte de las democracias, que subsisten (y fallecen) a decisión de los miembros que las componen.

«Debates como el Brexit, el ascenso de la extrema derecha y los vuelcos electorales ponen encima de la mesa si la democracia que teníamos garantizada corre peligro», explica el profesor vasco.

Ahora bien, avisa de que la «muerte» de la democracia no se producirá en las formas que la historia nos ha brindado: ni habrá un golpe de Estado ni será al estilo ruso con una revolución que acabe por tomar el Palacio de Invierno. Será una lenta «degradación» de la convivencia. Para Innerarity, «estamos en una situación similar a la república de Weimar en Alemania y aunque no desemboque en el auge del fascismo, asistiremos a situaciones letales para la democracia», avisa.

Innerarity expuso dos diagnósticos enfrentados: uno que asegura que las deficiencias de la democracia se debe a que la sociedad tiene demasiado poder, y el electorado actúa «de manera irracional con argumentos simplistas», mientras que el opuesto explica que el sistema no funciona porque las personas no tienen suficiente poder. «Hay que suturar es esa brecha entre elegir un sistema tecnócrata o uno populista», explicó.

El filósofo intervino ayer en una conferencia organizada por la Conselleria de Transparencia en La Nau con motivo del día contra la corrupción. Un asunto que abordó de forma indirecta pero donde no vaciló: «no hay que poner gente buena en el gobierno, sino aplicar reglas que desincentiven las malas prácticas». Para Innerarity no es baladí que la Comunidad sea la única autonomía que eleva la Transparencia a la categoría de conselleria, una muestra del «compromiso político».

El conseller Manuel Alcaraz reconoció que no existen «soluciones mágicas» para luchas contra la corrupción porque se requieren «reformas profundas».