«Comienza la votación para elegir presidente de la Generalitat». La frase sonó ayer en el hemiciclo de las Cortes. No era una moción de censura a Ximo Puig, solo un ejercicio de la jornada Parlament universitari en el que 80 estudiantes (diez de cada una de las ocho universidades) elegían presidente. Recrearon una sesión de investidura y cada universidad defendió su programa para lograr el apoyo de la mayoría de la cámara. Ganó el diputado que estaba sentado en el escaño que ocupa Isabel Bonig, Francisco Javier Juan Muñoz, de la Universidad de Alicante, que fue elegido presidente durante la segunda votación.

Más allá del ejercicio, el escenario era ideal para conocer cómo piensan los jóvenes y cuáles son sus esperanzas y sus miedos, sus certidumbres y perspectivas. El resultado, un éxito. Muchos de los discursos harían enrojecer a la mayoría de diputados titulares. Entre los participantes estudiantes de las universidades de València, la UJI de Castellón, la de Alicante y la Miguel Hernández, además del CEU, la Católica y la Universidad Europea de València. A los jóvenes les preocupa muchísimo el Medio Ambiente y la sostenibilidad del planeta y están muy concienciados con la necesidad de legar un mundo mejor. Son radicales en cuestiones de igualdad. Aspiran a acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres y también con la violencia machista, pilares de muchas de sus intervenciones. También les inquieta el empleo y la calidad de la enseñanza, que no ven ni mucho menos garantizados. Quieren que se premie el esfuerzo y la excelencia y abominan de la corrupción, de hecho las medidas para frenarla fueron de las más aplaudidas.

En su opinión la altísima tasa de abandono escolar es la señal de que el sistema no funciona y proponen una asignatura llamada Fundamentos Políticos para enseñar derechos y libertades.

Las adicciones tecnológicas

Ven necesario mejoras en vivienda y creen que si se diera actividad al medio millón de casas sin uso en la Comunidad Valenciana se podría inyectar a la economía del territorio 5.000 millones de euros.

Alertan sobre la necesidad de invertir en campañas contra el tabaco y una droga nueva con la que se sienten amenazados: las tecnoadicciones, tanto en el uso de las aplicaciones telefónicas como las apuestas online y exigen más medios públicos para psicología y nutrición porque entienden que la mayoría de las enfermedades tienen un componente mental o alimentario. En cambio no les preocupa Cataluña, que no apareció en las dos horas de debate que protagonizaron una mayoría de estudiantes de Ciencias Políticas o Derecho. Sí provoca alguna discrepancia la lengua vehicular en la educación. Unos creen que el valenciano tiene que estar en igualdad con el castellano, pero hay quien sostiene que es necesario poder elegir la lengua vehicular y sobre todo que los padres tengan libertad para decidir entre la escuela publica, privada o concertada. Sobre el inglés y una lengua extranjera más no hay dudas.

Les enerva la falta de financiación y la ausencia de infraestructuras que consideran como el corredor Mediterráneo, las conexiones entre Castelló y Vinaròs, las cercanías en el eje Elche-Alicante-Benidorm o el tren de la costa. Uno de los ponentes dio la receta: «Plantarse con dos narices ante el Gobierno de España». No les preocupa la inmigración. Uno de los aspirantes a presidente (el propuesto por el CEU) aseguró que la migración supone enriquecimiento cultural. Incluso se aportó la posibilidad de que la inmigración sea la clave para frenar un problema grave que tiene España, el de la despoblación del interior. Evitar la fuga de cerebros y más transparencia en la actividad pública. Eso piden. Solo un diputado titular, el popular Juan Carlos Caballero bajó a escucharles.