La dirección de los socialistas valencianos mantendrá su neutralidad en el proceso interno para elegir a su alcaldable en Alicante y, una vez certificada la falta de consenso dentro de la agrupación con el enfrentamiento que se avecina en las primarias, intentará garantizar la limpieza del proceso de selección, envuelto en una espiral de alta tensión. A pesar de que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el secretario de Organización del PSPV, Jose Muñoz, participaron en los contactos para el «fichaje» de Andrés García Trillo, un independiente funcionario del Ayuntamiento de Alicante apadrinado por Ángel Franco, lo cierto es que, finalmente, la cúpula autonómica se quedará al margen del respaldo a cualquiera de los tres aspirantes para vigilar un procedimiento que finalizará en diciembre con una sistema de votación a dos vueltas.

Como ha venido informando este periódico, la voluntad de Puig era la de encontrar un candidato sin carné de afiliado, de reconocido prestigio, al margen de las eternas guerras internas de la agrupación socialista alicantina y que facilitara un consenso para evitar el desgaste de las primarias. Ángel Franco, el hombre que maneja todos los hilos del socialismo alicantino, le cogió el guante para proponer a García Trillo, médico y jefe de Prevención de Riesgos Laborales en el Ayuntamiento de Alicante. Tanto la dirección local que encabeza Miguel Millana, uno de los candidatos naturales del sector de Franco pero ahora fuera de la carrera, como la ejecutiva del PSPV «vendieron» que este desconocido funcionario sin trayectoria ni en la política ni en la izquierda alicantina era un aspirante acordardo y bendecido por las alturas de la organización.

Pero ahora, sin embargo, la evidencia de que no habrá ningún tipo de consenso para elegir al candidato -Eva Montesinos ya ha registrado el máximo número de avales posible para garantizarse que concurrirá a la cita hasta el final- obliga a la cúpula de los socialistas valencianos a cambiar de estrategia para no convertirse en juez y parte de un sumario que vuelve a poner a la agrupación alicantina en el disparadero. En Ferraz no ha gustado ni un ápice el rumbo que ha tomado este proceso ni la intervención que ha tenido la dirección del PSPV. Con todo eso, ya queda claro que no habrá ningún pronunciamiento a favor de ninguno de los candidatos en la próxima reunión de la ejecutiva autonómica a pesar de que Puig y Muñoz, como es público y notorio, estaban en el ajo de las negociaciones aunque a expensas de los movimientos que realizaba Ángel Franco. Confirmada la batalla a tres bandas, la dirección del PSPV no solo tiene que ser neutral para cumplir con su papel sino además parecerlo con Ferraz mirando todo y pendiente de revisar las denuncias contra Andrés García Trillo por incumplimiento del reglamento de las primarias.

Así que ahora la elección del candidato está en el terreno de una votación en la que tiene derecho a participar un total de 1.040 militantes además de todos los simpatizantes que se inscriban entre el 13 y el 29 de noviembre. Ese será el caballo de batalla de las tres candidaturas durante los próximos días una vez que superen el trámite del registro de los avales necesarios -un mínimo de 52 y un máximo de 104- para poder certificar su condición de aspirantes oficiales. Unas primarias abiertas en las que, en cualquier caso, se han introducido «cortafuegos» para coartar la posibilidad de que se pueda producir un fraude, especialmente, en la incorporación de los simpatizantes. Tendrán que realizar un pago de dos euros de forma personal e intransferible en el momento de realizar la votación con una tarjeta de crédito, una operación que limita notablemente la posibilidad de que alguna candidatura pueda utilizar sus fondos para apuntar a un listado masivo de personas con un único abono. Así las cosas, la segunda mitad de este mes será, sin duda, decisiva para determinar el resultado de las primarias.