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Un candidato para el «franquismo»

Echávarri y Franco.

Después del frustrado gobierno municipal de Gabriel Echávarri, la dirección del PSPV, en declaraciones del propio Ximo Puig, proclamó que su objetivo era dejar de cometer errores en Alicante para ofrecer un proyecto sólido en las elecciones de 2019. Aseguró que intentarían buscar un candidato independiente, de prestigio reconocido, al margen de las luchas internas del partido e investido de consenso con un único objetivo: evitar el desgaste de unas primarias. La dirección del PSPV aplazó el calendario de elección del alcaldable con la idea de ganar tiempo para encontrar ese «mirlo blanco». Hablaron con el presidente del Puerto, Juan Antonio Gisbert; con el rector Manuel Palomar; con Jorge Olcina; y destacados militantes socialistas propusieron alternativas como la de Josefina Bueno. Fracaso total. Al final, la cúpula de los socialistas valencianos, entre el desconocimiento, la inopia y la desidia de sus dirigentes sobre casi todo lo que pasa en Alicante, volvió a fiarse del mismo de siempre: Ángel Franco, el hombre que maneja el guiñol en el que se ha convertido el socialismo alicantino desde hace más de dos décadas. Cayeron en su pecado original para cometer otra vez ese mismo fallo pero corregido y aumentado.

Puig y Jose Muñoz, en su segundo gran error en Alicante desde que le nombraron secretario de Organización del PSPV, dejaron de nuevo el asunto en manos de Franco, que controla «manu millitari» la ejecutiva local en la que Miguel Millana ejerce de capataz de rancho. Y como resultado de este «show», el exsenador hizo lo mismo de siempre: proponer un candidato a su medida para blindarse dentro de la organización sin importarle un bledo la proyección electoral de un partido que llega a estos comicios muy deteriorado. Ni buscó a nadie de reconocido prestigio que impulse al socialismo alicantino, ni hay consenso, ni por supuesto se evitarán las primarias con dos candidatos más en liza: la edil Eva Montesinos y el sanchista José Asensi. Así que el primer acto de Andrés García Trillo -ese es el nombre de este desconocido funcionario del Ayuntamiento de Alicante sin carné socialista y al que los que le conocen sitúan cerca del PP que actuará como hombre de Franco- será una tensa batalla campal por ganarse el puesto hasta finales de diciembre, cuando culmine este «parto» de los montes.

Ángel Franco no tenía candidato dentro de su grupo. Y para hacer ver que cumplía con Puig -luego le pasará al cobro la factura en la lista municipal y la autonómica- buscó a alguien para que se lo tragaran en València (Muñoz apenas ha tenido dos conversaciones con el aspirante) y al que podrá manejar en caso de que gane las primarias. Le podrá imponer la candidatura municipal. Ya se habla de la continuidad como cargo público de Carlos Giménez -la conexión para fichar a García Trillo- y de la incorporación como ediles de Pedro Ródenas y de la hija de José Antonio López Berruti -presidente del partido y aliado de Franco- que ahora mismo es asesora. Franco, decía, le podrá echar la culpa a Puig si fracasa, atribuirse el éxito si funciona o echarlo de inmediato si cosecha una sonora derrota electoral. Y todo ello en medio de una perversión absoluta del espíritu de las primarias que prevé el fichaje de independientes siempre que tengan una reconocida trayectoria socialista. Sólo un dato: el único independiente avalado hasta ahora en una autonomía o capital de provincia ha sido Ángel Gabilondo. Ejemplo del nivel de este burdo sainete.

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