Pedro Sánchez se convirtió en el primer presidente del Gobierno que participa en la celebración institucional del 9 d'Octubre en València. Pero ese indudable gesto político que casi todo el mundo se puso de acuerdo a la hora de poner en valor no se tradujo, sin embargo, en compromisos claros y concretos con los dos principales asunto de la agenda política de la Comunidad Valenciana: el déficit de inversiones acumulado que solo en los últimos seis años se acerca a los 2.400 millones, de los cuales 810 corresponden a Alicante; y la reclamación de un sistema de financiación justo, después de años en los que la Comunidad está a la cola del modelo en los que ha dejado de percibir unos 15.000 millones de euros. Apenas una tibia oferta de diálogo fue todo a lo que llegó el presidente del Gobierno, encargado de cerrar el acto en el Saló de Corts del Palau de la Generalitat en un giro protocolario inédito hasta ahora en la cita más solemne e institucional del calendario político de la Comunidad. «Tenemos la obligación de seguir avanzando desde el diálogo sobre el déficit de infraestructuras y la justa reivindicación de la financiación. No puede haber democracia sin la diversidad. Y por eso fortalecer los lazos autonómicos es avanzar», fue la única concesión de Pedro Sánchez en un discurso falto de bajar al terreno del problema que arrastra la Comunidad Valenciana y que no dejó satisfecho absolutamente a nadie.

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Su mensaje generó, desde luego, un cierto desencanto en las filas socialistas que esperaban más de la intervención Pedro Sánchez y encrespó a los dirigentes de Compromís. Mucha filosofía. Demasiada en una larga intervención. Pero poca concreción. Muy poca. Es posible que el presidente del Gobierno tenga muchas dificultades por su minoría parlamentaria pero, desde luego, tenía mucho margen para reconocer el «problema valenciano» y sugerir cauces para su solución. Tenía todo a favor: el lugar, el momento, la escena, los discursos previos de Puig y de Mónica Oltra que le habían dejado el guante para recogerlo y hasta presencias para ratificar sus compromisos como la del Ministro de Fomento, el valenciano José Luis Ábalos, que le acompañó a su llegada al Palau de la Generalitat un minuto después de las diez de la mañana. Pero perdió una oportunidad de oro, al menos, de admitir el agravio y de reconocer una injusticia que, sin ir más lejos, su Ministra de Hacienda, María Jesús Montero, si detalló hace unos días en el Senado. No tendrá Pedro Sánchez, quizá, otro momento mejor para empezar a cumplir con la Comunidad.

Durante su intervención, en cualquier caso, el presidente del Gobierno sí reconoció el papel que puede jugar en el debate territorial Ximo Puig, con el que ha mantenido importantes diferencias en la pugna interna socialista pero al que elogió por centrarse en el «futuro» de una Comunidad «orgullosa de sus símbolos» con la propuesta de un nuevo «contrato social» para reforzar los servicios a los ciudadanos. El presidente del Gobierno, en un escenario que esperaba compromisos en clave autonómica, habló de Europa en un momento complicado para todo el continente por el auge de la ultraderecha y garantizó la elaboración de unos presupuestos «cargados de vocación europea, con cohesión territorial y social con esas infraestructuras que necesita la Comunidad Valenciana». No fue más allá. Referencias vagas desoyendo tanto a Puig como a Oltra, que sí fueron meridianos y nítidos en sus intervenciones a la hora de reclamar un trato justo en inversiones y financiación. Habrá que continuar esperando.

En una celebración del 9 d'Octubre que coincidía en esta ocasión con el 780 aniversario de la entrada de Jaume I en la ciudad de València y con la efeméride de los 600 años del nacimiento de la Generalitat, Ximo Puig, durante el discurso institucional que siguió a la entrega de los galardones con los que el Consell distingue a valencianos ilustres, reivindicó la «voluntad democrática de avanzar juntos en un futuro compartido» con el resto de España. Ante Pedro Sánchez, que ocupó un lugar preferente junto al Consell, Puig agradeció al presidente del Gobierno su asistencia, reivindicó el Estatuto y la Constitución y reclamó poner las bases para perfilar una sociedad que necesita cambios. «El pueblo valenciano quiere avanzar en autogobierno con un nuevo contrato social», aseveró el jefe del Consell durante un acto institucional que se alargó durante cerca de dos horas. El presidente de la Generalitat pidió abrir paso a la voz de la Comunidad con «una agenda propia» dentro de una España «diversa» que, dijo Ximo Puig, es la «real» al tiempo que apostó por profundizar en el modelo autonómico con una reforma federal para mitigar los síntomas de «agotamiento» de la actual organización territorial del Estado.

Para generar ese cambio político, Ximo Puig ofreció a la Comunidad como una autonomía que, en este momento, se muestra capaz de liderar ese debate en España ahora, dijo, que Cataluña se ha levantado de la mesa de la negociación como consecuencia de la tensión del proceso independentista. El jefe del Consell insistió en su preferencia por un modelo federal que reconozca claramente las particularidades de cada territorio «sin separatismos» pero tampoco, rechazó de plano, con la receta de la «recentralización» que esgrimen a modo de una competición tanto el PP como Ciudadanos. Trazó Puig un sólido relato político en el que también habló de los peligros que acechan a las democracias occidentales pero en el que además, en esta ocasión y a diferencia del debate de Política General celebrado hace unas semanas en las Cortes, Ximo Puig sí se mostró muy claro ante Pedro Sánchez en la exigencia a Madrid de inversiones y de una financiación adecuada para la Comunidad. Reconocimiento de aquel error por parte del presidente de la Generalitat.

«Es un problema de equidad», hilvanó el jefe del Consell durante casi la única parte de su intervención en la que utilizó el castellano para que a Pedro Sánchez, quizá, no le quedaran dudas. «Cuando los valencianos piden quieren que se cumpla la Constitución con financiación e inversiones. Igualdad entre personas y singularidad entre territorios», aseveró Ximo Puig que certificó esa reclamación «gobierne el que gobierne» en España. «Queremos financiación justa, inversiones equitativas y lealtad institucional», aseguró con rotundidad Ximo Puig que, en todo caso, sí le reconoció al secretario general del PSOE que «el cambio de gobierno en España ha abierto una puerta a la solución del problema valenciano». Ha abierto una vía, como ya dijo Puig en las Cortes hace unos días, al «momento valenciano» como una «oportunidad». «Queremos avanzar para que nadie se quede al margen, superar el problema valenciano y aprovechar la oportunidad que ahora sí tiene la Comunidad Valenciana», zanjó su discurso en una jornada en la que volvió a planear la posibilidad, con las encuestas a favor del Botànic, de un adelanto electoral que, en principio, el presidente Ximo Puig no contempla.

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En la presentación del acto, la vicepresidenta de la Generalitat y líder de Compromís, Mónica Oltra, también se mostró contundente. No se quedó en una simple introducción. Bajo la mirada de un Pedro Sánchez que necesita de los cuatro votos de Compromís en Madrid para aprobar su presupuesto, Oltra también reclamó, repitió en dos ocasiones, un «trato justo» en el reparto de financiación e inversiones. «Es una situación que está generando una injusticia. Queremos ejercer nuestro autogobierno en condiciones y en beneficio de todos», lanzó la vicepresidenta que defendió una «estima por nuestra tierra» que sea capaz de generar un «patriotismo cívico» para desarrollar «políticas públicas que garanticen los derechos de la gente». «Una sociedad valenciana libre, solidaria y justa», lanzó Oltra con contundencia. De este 9 d'Octubre quedaron los discursos o la histórica visita de un presidente del Gobierno pero ni hubo claridad ni compromisos. La vida, por ahora, sigue igual.