El último debate de Política General de la legislatura en las Cortes Valencianas finiquitó el juego del adelanto de las elecciones que surgió en plenas vacaciones de verano pero, a la vez, le sirvió al jefe del Consell, Ximo Puig, para inaugurar la campaña de unos comicios que se celebrarán en la fecha en la que estaban previstos: mayo de 2019. La sesión parlamentaria delimitó el espacio en el que se dirimirá ese pulso electoral. El Consell del Botànic intentará vender sus logros de forma conjunta para reeditar una segunda versión como quedó claro en la intervención de Puig pero también en la de Manolo Mata, síndic socialista, y de Fran Ferri, portavoz de Compromís con Podemos a la expectativa. Mientras que, en la otra acera, Isabel Bonig, candidata del PP, se quedará con la carta, como hasta ahora, de la crisis catalana: citó más veces a Cataluña en su discurso que a la Comunidad Valenciana. De Ciudadanos siguen sin aparecer signos de vida más allá de entregar su futuro a la figura de Albert Rivera. Ya todo será una dura y larga campaña con un pulso entre dos bloques que están en las antípodas. Cada vez más lejos y sin apenas espacios para los grandes consensos políticos.

La clave del discurso de Puig, que duró una hora y 21 minutos en los que simultaneó el valenciano y el castellano, sin duda, estuvo en dos frases dentro de un tono general claramente preelectoral. Una que utilizó en el arranque para reafirmar la relación con sus socios de Compromís. «El espítiru de este Consell no tiene una limitación temporal ni electoral», dijo como inicio de una jornada que terminó pasadas las siete de la tarde en medio de un significativo abrazo con beso incluído entre Puig y la líder de Compromís, Mónica Oltra. Y una segunda, la última cita de su intervención, pidiendo directamente ya la confianza de la ciudadanía para optar a un segundo mandato. «Pedimos a los valencianos su confianza, el Acord del Botànic ha sido una gran oportunidad para los valencianos», zanjó el presidente. «Si en 2015 había que tirar a la corrupción, hoy hay que cerrar la puerta al populismo conservador y a la xenofobia»,sostuvo en clara referencia a la tentación del PP y de Ciudadanos de identificarse con las políticas de Donald Trump. «Hemos cumplido la palabra que dimos al pueblo valenciano», sostuvo Ximo Puig a la vez que pidió continuar la tarea de «transformación» iniciada.

Dejando claro en todo momento que prefiere apostar por la estabilidad antes que por diferenciar el calendario electoral de la Comunidad con lo que cerró la puerta definitivamente a un adelanto de los comicios, Ximo Puig hilvanó una intervencion mucho más cuajada que la de hace un año, cuando se enredó en un tono plomizo y soporífero. Ayer el jefe del Consell trazó un convincente relato politico sobre la mejora de la Comunidad Valenciana durante estos tres años -«todos los indicadores así lo apuntan», recalcó- y el papel de gobiernos como el que encabeza dentro de la complicada escena politica con el auge de la ultraderecha que encarnan líderes como el italiano Salvini, la francesa Le Pen o el inglés Farage. Tuvo un lunar importante. Eso sí. suavizar su discurso con el Gobierno de España. Puig está convencido que la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa va a solucionar graves problemas de la Comunidad, especialmente sobre la financiación. Pero, de momento, también es cierto que no se ha conseguido nada. Mañana, en la segunda sesión del debate, tendrá que enmendar ese vacío.

Para concluir la transformación hacia «una de las sociedades más avanzadas de Europa», Puig ofreció un nuevo contrato social y pasó de la referencia al «problema valenciano», su relato del principio de la legislatura, al «momento valenciano» como una oportunidad de seguir adelante con una gestión del Consell del Botànic basada en la igualdad, el desarrollo y la democracia. Para ello detalló una treintena de propuestas entre las que destacó, sin duda, por su importancia la llegada de grandes empresas al Distrito Digital de Alicante como gran polo de la economía tecnológica, un proyecto que considera clave para desplegar en ese segundo mandato. Tanto Manolo Mata, en nombre del PSPV, como Fran Ferri, por Compromís, dejaron clara la voluntad de continuidad. Habrá propuestas conjuntas para el pleno de mañana. «Estamos dispuestos a repetir el Botànic. No queremos que vuelvan ni los zaplanistas ni los campistas del PP y Cs», explicitó de forma gràfica Ferri que sí insistió en un mensaje claramente reivindicativo frente a Madrid. El único que se quedó descolgado de esa foto fija que marcó la izquierda fue Antonio Estañ, el líder de Podemos. En un discurso de contenido y con críticas a políticas que han quedado pendientes al Botànic, sin embargo, quedó casi invisible por la tibieza de su tono pero, sobre todo, por la complicada situación de los morados. Necesitan tiempo para su alternativa electoral y tratar de sobrevivir. Mal si atacan y peor aún si ceden. No supo salir de esa espiral tan endiablada. Al menos le sirvió para comprar ese margen temporal que necesita una vez que Puig descartó el adelanto. Pero continúa sin dar con la tecla.

Frente a ese bloque de la izquierda que delimitó el debate, Isabel Bonig, líder del PP, también trató de marcar su propio espacio con un decálogo sobre la falta de credibilidad de Ximo Puig al que atacó directamente como también a Oltra, a la que identificó como una mezcla de Eva Perón y Cleopatra. A la vez que lanzó un programa de gobierno con bajada de impuestos y vuelta a la política educativa y sanitaria de la época del PP. Salió escaldada de su referencia a la ética política. «Usted dirá que somos sinvergüenzas pero ustedes directamente no la tienen», le devolvió Puig. Pero, al final, lo que quedó de su mensaje fue su identificación casi absoluta de la escena política actual valenciana con la del «procés» catalán. Como apuntó, efectivamente, el síndic de Compromís, Fran Ferri, durante su turno en el debate, Isabel Bonig citó más veces a Cataluña que a la Comunidad.

Lo hizo hasta para pedir elecciones anticipadas y así no haya «nunca más, catalanistas en en el gobierno». Habló de «derogar la catalanización»; del «chantaje» con la lengua en la política educativa que resolvería, en caso de gobernar, con una inmersión en inglés; o de À Punt como una televisión al estilo de la TV3 catalana. «Así empezó Cataluña», le disparó a Ximo Puig que le reprochó, como réplica, que viva en una realidad paralela al tiempo que el presidente propuso una solucion política a una crisis catalana que desde el PP seguirán azuzando. Están convencidos de que les concede votos en una campaña que Bonig también ha iniciado ya. De la otra pata del bloque de la derecha, Ciudadanos, se supo más por los gestos que por sus palabras. Posibles socios en el caso de que sumen, fueron llamativas las escuchas que compartió Toni Cantó, virtual candidato de Cs al Consell, con Bonig. Lo siguen fiando todo a su único argumento electoral: la foto de Albert Rivera. Ya todo es campaña y más campaña.