La portavoz del PP en las Corts, Isabel Bonig, se presentó ayer en las Corts como alternativa al Consell que preside Ximo Puig y lo hizo con un suerte de programa de gobierno en la mano y con el anticatalanismo como principal arma política arrojadiza. «Sea valiente y convoque elecciones porque su tiempo y el de sus imposiciones se acaba». Con esta frase, la dirigente popular arrancó una intervención en cierto modo muy predecible ya que estuvo monopolizada por el fantasma del catalanismo y las críticas a la política lingüística y educativa del Botànic.

Bonig pidió el regreso del PP a las instituciones para que «nunca más los nacionalistas y separatistas» estén al frente del Consell y mantuvo que el actual Ejecutivo pasará a la historia como el «intento fracasado del nacionalismo valenciano por cambiar sociológicamente una comunidad que nunca se dejó».

En tono mitinero, Bonig centró sus principales andanadas dialécticas en Ximo Puig, a quien responsabilizó de toda una retahíla de «fracasos» que en su opinión le invalidan para seguir al frente del Ejecutivo: «Usted no es creíble, ni usted ni sus anuncios», le dijo en varias ocasiones. En su crítico repaso, Bonig aludió al incremento de altos cargos y asesores, la listas de espera en sanidad y dependencia y echó en cara a la vicepresidenta Mónica Oltra que sigan muriendo personas mientras esperan cobrar las ayudas sociales: «Ha pasado de ser Eva Perón a convertirse en la Cleopatra del Consell», le espetó tras echarle en cara los índices sobre la pobreza infantil.

El Gobierno de Pedro Sánchez también estuvo en la diana de la síndica popular, quien acusó a Puig de haber pasado de la «sumisión a la reivindicación» en cuestiones claves como la financiación autonómica. ¿En qué agenda nacional está el problema valenciano», se preguntó.

Los últimos casos judiciales que han salpicado al PSPV (financiación irregular y detención del presidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez) sirvieron a Bonig para cuestionar que el Botànic haya logrado superar la hipoteca reputacional consecuencia de los casos de corrupción. Envalentonada en el escaño y arropada por su grupo parlamentario que la aplaudió en varias ocasiones, Bonig acusó a la izquierda da haber «vilipendiado» a su partido: «El PP les mira a la cara para decirles que tienen poca vergüenza», soltó Bonig. Un comentario que encontró rápida réplica por parte de Ximo Puig: «¿Qué broma es esta? Es vergonzoso que venga usted aquí a hablar de corrupción», le espetó el presidente en el posterior cara a cara. El presidente comparó a Bonig con la nueva Cervantes, que «lucha contra los molinos» al ver en ellos un fantasma del catalanismo que, para Puig, sólo está en la cabeza de la dirigente popular.

Pero junto al discurso crítico, Bonig aprovechó la tribuna para adelantar su programa electoral y las primeras medidas en caso de volver a la Generalitat. Así , la primera medida sería, dijo, derogar todos los planes que suponen una «catalanización» de la Comunitat Valenciana. En materia educativa prometió que uno de cada cinco nuevos colegios públicos darán el 80 % de las asignaturas en inglés y mantuvo que en la función pública el valenciano ser´´a un mérito y no un requisito «de exclusión».

En sus lista de compromisos (una lista de 31 propuestas) incluyó la rebaja de impuestos,una oficina económica para vigilar el cumplimiento del déficit cero, así como una ley que blinde los plazos de las listas de espera en Sanidad. Defendió también la colaboración público privada y las concesiones en Sanidad, así como ayudas y beneficios fiscales para las familias numerosas. La relación de medidas incluía a modo de cierre un apartado específico sobre «el orgullo valenciano» y que sirvió a Bonig de nuevo para hablar de Cataluña: «Las vergüenzas y los complejos no los tienen los valencianos, sino aquellos gobernantes valencianos que ven en el proceso separatista catalán el paraíso», sentenció.