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Amargo inicio de curso para los partidos tradicionales

Lunes negro. El «caso Montón» supone un preocupante inicio de curso para los socialistas que une además, para su desgracia, a los partidos tradicionales

El desayuno se atragantó ayer a los dirigentes socialistas españoles. Como entrante, la socialdemocracia sueca (nave nodriza del cada vez más débil estado del bienestar) obtenía los peores resultados de su historia debido al crecimiento de otro de los tentáculos de la renovada extrema derecha xenófoba europea. Y como plato principal, una información de prensa (de eldiario.es) vinculaba a la ministra socialista Carmen Montón con el escándalo de la factoría de másteres del Instituto de Derecho Público de la Universidad Juan Carlos I. La equipara a Cristina Cifuentes y Pablo Casado.

El mejor resumen de la jugada tardaba minutos en ofrecerlo el siempre listo Albert Rivera: el caso Montón (si hay bautizo para el asunto es que no va a ser flor de un día) refleja, decía, «las corruptelas del bipartidismo». PP y PSOE en el mismo saco. La casta de la que hablaba Podemos cuando iba a conquistar el cielo, en el ojo del huracán. La mejor medicina para la nueva política de Ciudadanos tras quedar estrábica después del éxito de la moción de censura.

No obstante, con el postre llegaba la almendra más amarga: Manuela Carmena anunciaba que va a optar a repetir a la alcaldía de Madrid, pero al frente de una agrupación de electores, donde espera reunir a independientes y miembros de distintos partidos, incluido el PSOE.

Es la plasmación en la capital del modelo Macron: una plataforma de gentes de diversa procedencia que acabe arrasando a los grandes partidos que han dominado la vida política europea a partir de la segunda mitad del siglo XX, aquellos que la crisis de Lehman Brothers ha dejado entre tocados o hundidos, según el país.

La política en el viejo continente parece encaminada hacia ese nuevo horizonte: la confrontación de plataformas incoloras y con escaso sustrato ideológico (adjetivo casi viejuno) con una ultraderecha rejuvenecida, populista y asentada sobre la idea fuerza del cierre de fronteras.

La de Carmena puede parecer la noticia política menos nociva del día, pero a la larga me parece la más peligrosa para el progresismo tradicional.

Del caso Montón (me sumo al bautizo) me quedo con la prudente reacción de Génova y el silencio de Isabel Bonig y demás capos valencianos. Un presagio del mutismo que los socialistas tendrán que aplicar sobre el máster de Casado para no oír el devastador «y tú más». Porque no será comparable en los detalles, no, pero los trazos gruesos dominan el intercambio dialéctico en la política de hoy. La forma de escapar a esa condena es la peor amenaza para la prometedora exconsellera.

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