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Debate de política electoral

El debate sobre el estado de la Comunidad que arranca el martes en las Cortes debería convertirse en un foro sobre los problemas de los valencianos

Debate de política electoral

Acabadas las vacaciones y superado el sainete político con el que nos ha obsequiado el Consell del Botànic durante este verano con escándalos propios de barra de bar en las redes sociales, acusaciones de mentir entre miembros de un mismo gobierno y la amenaza de un adelanto electoral; pasado todo ese bochorno, decía, se abren por fin las Cortes para iniciar el periodo parlamentario con el debate de Política General. Junto a la aprobación los presupuestos, esa intervención del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y la réplica de los síndics de la oposición debería convertirse en la sesión más importante de cuantas se celebran cada año en el hemiciclo valenciano. Debería convertirse en un foro para discutir sobre los problemas que afectan a esta Comunidad. Esperen sentados. Ya les digo que no será así. Será una cita contaminada por la cercanía de las elecciones autonómicas de 2019. Un ensayo de la dura y agotadora carrera que nos espera durante los próximos nueve meses. Debate de política electoral.

Y es que las estratregias de Ximo Puig y de los cinco grupos -tanto los que sustentan al Consell como los que aspiran a relevarlo- ya no responden para nada a los intereses de los ciudadanos. Están vinculadas en exclusiva al tacticismo que todo lo impregna por la cercanía de las urnas. El jefe del Consell ya ha usado la bala del adelanto electoral. Puede tener razón Puig cuando defiende que un día u otro, esta Comunidad deberá tener un calendario político propio al margen del resto -como por ejemplo casi seguro hará en noviembre Andalucía- para discutir sin la «contaminación» que muchas veces suponen los debates alimentados desde Madrid.

Pero un avance de unas elecciones es una medida extraordinaria de una magnitud similar a una moción de censura. Se puede tomar por tres motivos. Primero: una escena política extraordinaria como, por ejemplo, la de Cataluña pero que, por mucho que se empeñen el PP y Ciudadanos, nada tiene que ver con la de esta Comunidad. Segundo: una inestabilidad parlamentaria que el Consell del Botánic no ha sufrido, entre otras cosas, porque no ha registrado ni una sola derrota de relevancia en las Cortes. Y tercero: el rechazo de un presupuesto. Ninguno de los tres afecta al gobierno valenciano. Así que la única razón era puramente partidista. Aprovechar el impulso que han tomado los socialistas con Pedro Sánchez en Madrid. No habrá elecciones anticipadas en esta Comunidad. «No se dan las circunstancias», reconoció Puig este viernes en Alicante. Pero el presidente, como apunta la comunicación que remitió el jueves a las Cortes en la que se atisba un relato continuista, aprovechará ese discurso apelando al recorrido que se le abre a la Generalitat con el nuevo gobierno de la Moncloa.

A Compromís no le interesaba el avance electoral. Mónica Oltra considera que su doble objetivo -mantener la mayoría de izquierda y ganarle la partida al PSPV- tiene más posibilidades aprovechando el tirón de las candidaturas municipales de la coalición. Por eso el discurso de Compromís en el debate será el de agotar la legislatura para completar la obra del Botànic. Todas las resoluciones, de hecho, serán conjuntas con los socialistas para dar imagen de unidad y trasladar la sensación de que el objetivo para 2019 es reeditar una segunda versión del pacto. A Podemos tampoco le va bien el adelanto con el que amenazó Puig. Está en juego su supervivencia. A la baja en todas las encuestas, el partido que encabeza el alicantino Antonio Estañ necesita tiempo para perfilar sua alternativa y terminar de perfilar su pacto con EU. En su última reunión, al líder morado le faltó ponerle a Puig una alfombra roja sobre el próximo presupuesto, el último escollo para poder agotar la legislatura.

¿Y qué harán Isabel Bonig y Ciudadanos ya con Toni Cantó como candidato «a dedo»? Pues seguro que hablarán de Cataluña y de la conselleria de Educación. Para no perder la costumbre. Los de Albert Rivera, casi desapercibidos en tres años largos que van de legislatura, basan casi todos sus esperanzas en el empuje estatal que les llega por su posición en el procés catalán. Cuanto más enconada esté la cosa allí, mejor para ellos en el resto de España. Se les conoce pocos discursos más. Y el PP también está convencido de que agitando ese avispero va a sacar rédito electoral que le permita superar a Cantó y batir al bloque de la izquierda. A ello se encomendarán. ¿Y los problemas de la gente? Ya para el próximo debate.

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