Isabel Bonig, presidenta regional del PP y candidata a la Generalitat, se la juega en los próximos nueve meses a todo o nada. O alcanza el objetivo de llegar al Palau -algo que por ahora no le concede ni una sola encuesta- o, de lo contrario, es posible que los mismos que ahora la jalean sean los primeros en reclamar su marcha. Así que mientras tenga una opción, Bonig va a jugar sus cartas. Y uno de sus posibles triunfos, sin duda, está en Alicante con dos plazas claves: la capital, que los populares aspiran a mantener después de recuperarla con una carambola marcada por el transfuguismo; y Torrevieja, una localidad bajo mando de la izquierda que esta envuelta en una grave crisis política y que la formación de la gaviota aspira a recuperar de cara a la contienda electoral de 2019.

Más allá de eso, en cualquier caso, es el conjunto de la provincia el que le interesa como plataforma electoral a Bonig, con mayor dificultad para colocar tanto en Valencia como en Castellón su mensaje de agitar el conflicto catalán con sus connotaciones en la conselleria de Educación. Es el antídoto a su debilidad orgánica tras la victoria de Pablo Casado en Madrid a pesar de que la tensión interna se ha rebajado notablemente desde el congreso y al endiablado calendario judicial que le espera al PP a raíz de los juicios pendientes como consecuencia de las investigaciones por corrupción que se remontan, la mayoría, a su gestión en la Generalitat y en las principales instituciones de toda la Comunidad.

Para arrancar el curso político, Bonig se reunió con los presidentes provinciales y recorrerá las tres organizaciones territoriales. Hoy, de hecho, estará con la ejecutiva del PP en Torrevieja -objetivo prioritario de la formación- y con posterioridad mantendrá un encuentro con el comité de dirección provincial, el núcleo duro de José Císcar que, en esta tesitura tan complicada, se ha convertido en el principal apoyo de Isabel Bonig en su carrera electoral. Por la potencia que tiene el PP en Alicante frente al poco peso del partido en Castellón y a la hostilidad que encuentra Isabel Bonig en la provincia de Valencia.