Pablo Casado, nuevo presidente nacional del PP, ha dado el primer paso para empezar a moldear un nuevo liderazgo para su partido tanto en la provincia de Alicante como en toda la Comunidad después del congreso que el pasado fin de semana le convirtió en el sucesor de Mariano Rajoy y le entregó las llaves de Génova. Durante la primera reunión de la nueva ejecutiva celebrada en Barcelona para completar la dirección y definir su organigrama, Casado premió a sus fieles en la provincia y la Comunidad en una operación que golpea directamente los aparatos del PP, que se habían volcado con la derrotada Soraya Sáenz de Santamaría. Cuestiona tanto la figura de José Císcar en Alicante con el presidente de la Diputación, César Sánchez, como nuevo hombre fuerte; como la de Isabel Bonig aupando a la dirección a Vicente Betoret, expresidente del PP en la provincia de Valencia y una de las cabezas visibles del sector crítico contra la número uno regional de los populares.

Lejos de calmar los ánimos y de de generar una integración, la configuración de la nueva dirección enreda todavía más el complicado escenario en las filas del PP. Y en Alicante pone contra las cuerdas a José Císcar. Pablo Casado ha optado por reforzar todavía más el papel de César Sánchez, presidente de la Diputación, en la nueva dirección popular hasta el punto de que se convierte, de facto, en el hombre fuerte de la cúpula de Génova en la provincia de Alicante y con un peso enorme en el conjunto de la Comunidad Valenciana frente a la posición de Císcar, debilitado por su respaldo a la derrotada Santamaría. En apenas unas semanas, César Sánchez ha pasado de tambalearse con su respaldo inicial a María Dolores de Cospedal, una de las aspirantes que quedó eliminada en la votación de militantes, a colocarse en la primera línea tras reubicarse en el equipo de Pablo Casado.

No solo fue elegido por el congreso del pasado fin de semana en la lista de 35 vocales del comité ejecutivo sino que además, ayer mismo, Casado reforzó todavía más esa posición concediéndole una secretaría -César Sánchez se hará cargo del área de Transparencia- que está vinculada directamente al «aparato» de Organización del PP que dirigirá Javier Maroto. El presidente de la Diputación, por tanto, se ubica dentro del equipo que tomará las grandes decisiones estratégicas del PP y sigue teniendo unsillón en Génova. Durante el anterior mandato de Rajoy, César Sánchez ya dirigió la secretaría de Formación. Entonces, sin embargo, tanto Císcar como la oriolana Eva Ortiz, número dos de Bonig en la dirección regional del PP y señalada por los «casados» por su gran implicación en la campaña de Santamaría, eran también vocales del comité ejecutivo. Ahora, César Sánchez es el único alicantino en Madrid y, por tanto, emerge como el principal representante de Casado en la provincia. Un problema añadido para la complicada bicefalia que mantenía con José Císcar, muy tocado tras este proceso.

No es el presidente provincial del PP el único que sale malparado de la configuración de esta nueva cúpula de Pablo Casado. Isabel Bonig será la candidata a la Generalitat, pero tutelada. Y, desde luego, ofreciendo una imagen de debilidad al perder influencia y peso Císcar, su principal apoyo hasta ahora, pero también a raíz de los conflictos en la provincia de Valencia. No sólo se enfrenta a la batalla de la candidatura a la Alcaldía del «cap i casal», en la que todos los dirigentes consultados vaticinan un fuerte choque entre Bonig y Casado y que además citan como un punto de inflexión en la lucha por el poder. Es que, además, en la nueva dirección de Génova, Casado ha colocado a los críticos con la presidenta regional del PP en esa provincia. Un tremendo revés. Salen premiados, precisamente, los que están atacando a la dirigente regional. El expresidente provincial del PP en Valencia, Vicente Betoret, que no figuraba en la lista de vocales aprobada por el congreso, fue designado ayer directamente por Casado para dirigir la secretaría de Política Provincial. Betoret fue relevado por Bonig de la cúpula del PP en València para nombrar una gestora con Rubén Ibañez, que iba en en puesto de relevancia de la lista de Santamaría. Así que Casado recurre al poder de València que Bonig intentó relevar. Mensaje de renovación.

La factura de la derrota

El respaldo total y absoluto del aparato provincial del PP y del equipo de Bonig a la aspirante derrotada en el congreso que decidía la sucesión de Rajoy, al final, en cualquier caso, ha terminado por pasar factura al peso de los populares de la Comunidad que, en estos momentos y a pesar de ser uno de los territorios con más afiliados, queda elegado. Al comité de dirección, el sanedrín de vicesecretarios que lleva el día a día todas las semanas del mando del partido, de hecho, sólo acudirá Esteban González Pons y de rebote: sólo asistirá a esa cita en su calidad de portavoz en el parlamento europeo. Punto y final.

A partir de ahí, la secretaría de César Sánchez es la de mayor relevancia al colgar de Organización mientras que la de Betoret depende de la estructura territorial. También contará con una secretaría el presidente del PP en Castellón, Miguel Barrachina, que se hará cargo de un área menor -Revolución Digital- y que supone el único gesto de integración real de Casado con los partidarios de Santamaría en la Comunidad. La portavoz del PP en el Ayuntamiento de Castellón, Begoña Carrasco, se mantendrá en la vocalía para la que fue elegida en el congreso. Y el diputado José Manuel García Margallo en la de elección directa de Casado. Pero, a pesar de todo, no son puestos de máxima relevancia para una organización territorial que estaba acostumbrada a una enorme capacidad de influencia en Génova. Un escenario en el que ha pasado de exhibir una enorme fortaleza a mostrar una enorme grieta que, encima, puede agrandarse todavía más.