Hoy mismo se incorporará Pablo Casado a su despacho de Génova como presidente nacional del PP con una asignatura pendiente por delante: negociar todo el organigrama de su cúpula con el comité de dirección y las secretarías. Una estructura que Casado se dejó pendiente en el congreso que le ha elegido este fin de semana en Madrid y cuya composición será una prueba de fuego para medir el nivel de tensión interna de los populares en la provincia y en la Comunidad. No será el único punto que alimentará el conflicto en las filas del partido: la dirección de la campaña para las elecciones autonómicas y el pulso por la confección de las candidaturas están también en el epicentro de una disputa que golpea la estabilidad del PP a diez meses de una cita con las urnas decisiva con Ciudadanos disputándole la hegemonía en el espacio de la derecha.

No es cuestión menor el camino que acabe tomando Casado para completar la cuota alicantina y de la Comunidad en su dirección. Echar mano en exclusiva de los que le han apoyado para hacerse con el mando del PP, como así esperan algunos de ellos, supondría afianzar a la nueva mayoría como alternativa al aparato provincial de José Císcar y al equipo regional de Isabel Bonig, volcados en este envite con la candidatura de la derrotada Soraya Sáenz de Santamaría y que han sufrido un fuerte descalabro que les pone contra las cuerdas. Dar entrada en la cuota provincial y autonómica a determinados perfiles del bloque perdedor enfadaría a los partidarios de Casado. La cuestión clave, por tanto, es si los representantes en esa negociación son los grupos que han respaldado la elección del nuevo líder del PP o si, por el contrario, se concede una vía de interlocución a la dirección provincial y a la regional, en la que Isabel Bonig, a pesar de la identificación de todo su equipo con la perdedora Santamaría, ha logrado nadar y guardar la ropa para jugarse su futuro político en las autonómicas.

Pero no lo tendrá nada fácil. Su equipo, empezando por su secretaria general, Eva Ortiz, está muy tocado. Y entre los partidarios de Casado se cuestiona ya abiertamente que la número dos regional del PP, una de las protagonistas del vídeo a favor de la derrotada Santamaría y a la que se atribuyen presiones a los compromisarios para decantar el voto en el congreso de este fin de semana, pueda tener un papel de relevancia en la organización regional de la campaña electoral. Estaba en todas las quinielas para dirigirla pero los «casados» recelan por completo de la dirigente oriolana a la que, además, se le ha enquistado un grave problema con la futura lista electoral en su propia localidad.

Lo que pueda ocurrir en Orihuela será, sin duda, uno de los episodios que marcará, quizá, la que será una de las grandes batallas pendientes: las candidaturas. Emilio Bascuñana, primer edil oriolano, está entre los ganadores del congreso a pesar de que la dirección regional -competente para decidir sobre esa lista- y la provincial ya le han sentenciado. Los componentes de la nueva mayoría quieren que Génova tutele ese proceso de confección de todas las candidaturas para evitar que se puedan producir purgas. Fuentes de la dirección provincial del PP recordaron que casi todas las competencias -con la única excepción de la lista para la capital, en la que Luis Barcala ha logrado gracias a su victoria en el congreso tener vía libre- corresponden a Alicante y València. «Cambiar en Madrid candidaturas aprobadas aquí sería un problema», advirtieron estas mismas fuentes.