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El éxito de Casado abre la batalla contra el «aparato» provincial y regional del PP

Los seguidores del nuevo líder popular ven su claro triunfo como una oportunidad para tutelar a un debilitado Císcar y al tocado equipo de Bonig de cara a las listas de 2019 y empezar a preparar su renovación

El éxito de Casado abre la batalla contra el «aparato» provincial y regional del PP

La victoria de Pablo Casado que le encumbra como nuevo líder del PP va a suponer, sin solución de continuidad, el inicio de la batalla contra el «aparato» provincial y regional del partido, que se había volcado con la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría y salió derrotado. Los seguidores del sucesor de Mariano Rajoy ven su triunfo en el congreso -logró el 57,2% de los votos, incluso un margen mayor del esperado- como una doble oportunidad. Primero para tutelar a la cúpula provincial del PP, encabezada por José Císcar, y al equipo de Isabel Bonig, empezando por su secretaria general, Eva Ortiz, en la confección de las candidaturas electorales para las elecciones locales y autonómicas de 2019. Casi todas las listas para esos comicios, con la única excepción de las capitales de provincia, son de su competencia. Y segundo: para ir preparando una renovación que creen imparable y avalada por el resultado de este congreso.

El éxito de Casado se fue gestando a lo largo de las últimas horas y, especialmente, durante el discurso, en el que resultó más convincente para los compromisarios que estaban indecisos. El discurso del nuevo líder certifica el giro a la derecha del PP: el mensaje del «aznarismo» y el relato ideológico de Faes. En clave territorial, el partido sale de su congreso enfrentado a nueve meses de las elecciones, con heridas abiertas por la pugna para controlar a los compromisarios, con las fuerzas divididas y con una dirección en Madrid controlada por Casado frente a otras en València y Alicante cuyos principales dirigentes pedían votos para la que fuera vicepresidenta del Gobierno con Mariano Rajoy. Ese es el panorama al que se enfrenta el PP. Inestabilidad, tensiones y desconfianza interna a las puertas de una durísima precampaña electoral en 2019.

Un resultado que en la provincia blinda a César Sánchez como aspirante a otro mandato en la Diputación frente a los movimientos de Císcar después de su apuesta inicial por Dolores de Cospedal y de resituarse con posterioridad a favor de Casado. Y que también encumbra un liderazgo territorial en la figura de Pablo Ruz, candidato del PP a la Alcaldía de Elche y apoyo del nuevo líder popular desde el primer momento. Son los dos dirigentes alicantinos que, de momento, figuran en los órganos de dirección del PP. César Sánchez estaba en la lista presentada por Casado como uno de los 35 vocales de la ejecutiva junto a la presidenta del PP en Castellón, Begoña Carrasco, como segunda representante de la Comunidad. El presidente de la Diputación era miembro de la anterior dirección como secretario de Formación y ahora, por tanto, repite en Génova. Y Pablo Ruz, por su parte, figura en la lista de miembros elegidos por Casado para la Junta Directiva acompañando, entre otros, a Luis Santamaría, presidente de la gestora del PP en la ciudad de València.

El tercer dirigente alicantino que sale bien parado de este cónclave, sin duda, es el alcalde de Alicante, Luis Barcala, otro que se alineó primero con De Cospedal y luego jugó la carta de Casado intuyendo que era caballo ganador. Jugaba a la defensiva para intentar frenar las maniobras de Císcar y ahora también sale apuntalado del congreso. Es miembro nato de la Junta Directiva por su condición de primer edil de una capital de provincia. Pero, en cualquier caso, es uno de los nombres que figura en todas las quinielas para ocupar una secretaría en el importante y amplio organigrama de dirección y secretarías que Casado se ha guardado para negociar durante los próximos dias. Ayer sólo se eligió la lista de vocales y ahora el nuevo líder del PP tiene que empezar a encajar un puzzle con el grueso de su ejecutiva en el que, apuntaron fuentes de su equipo, habrá más presencia de alicantinos vinculados a Casado y que, por tanto, van a reforzar una nueva mayoría que considera imprescindible e inaplazable abordar un importante proceso de renovación.

Las figuras de José Císcar y de Eva Ortiz están en todas las dianas. Eran los dos alicantinos en la candidatura perdedora de Santamaría junto a Eduardo Dolón para la Junta Directiva. Además, estaban el presidente del PP en Castellón, Miguel Barrachina, y Rubén Moreno, uno de los hombres de confianza de Isabel Bonig en el grupo parlamentario. Císcar tiene el asidero de su victoria en el voto directo de militantes. Pero ahora, sin embargo, tendrá que lidiar frente a un grupo en el que se apoya Casado que tiene una importantísima base institucional en la Diputación -junto a César Sánchez tanto Adrián Ballester como Alejandro Morant se han destacado durante la campaña-, el Ayuntamiento de Alicante y también en Elche. Eva Ortiz, por su parte, además de haber puesto cara a la derrota en el vídeo de Santamaría junto entre otros a Asunción Sánchez Zaplana, tiene el problema de Orihuela. Domina su agrupación pero el alcalde Emilio Bascuñana, sentenciado en principio en Alicante y València, ahora está también en el bando vencedor del congreso.

¿Y Bonig? Se ha quedado en tierra de nadie. El peor de los sitios, ya se sabe. Ha pedido unidad y neutralidad hasta el último minuto. Eso le servirá para resistir hasta las elecciones. No hay nadie dispuesto a poner su foto en un cartel electoral con riesgo de derrota. Así que será candidata a la Generalitat pero, sin embargo, tiene fecha de caducidad en el caso de que no logre una mayoría suficiente que le impulse hasta el Palau. Y no hay ni una sola encuesta que se la conceda. En el «aparato» perdedor piden calma para preparar las elecciones y recuerdan a los «casados»: casi todas las listas las hacemos nosotros. Veremos si ahora les dejan. Guerra a la vista.

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