El congreso que elegirá este fin de semana en Madrid al sucesor de Mariano Rajoy al frente del PP ha arrancado hoy entre la fractura de la delegación alicantina y de la Comunidad -divididas entre los partidarios de Pablo Casado y los de Soraya Sáenz de Santamaría- y una última llamada a la unidad en la línea que ha venido realizando en los últimos días la presidenta regional del PP, Isabel Bonig. Es imposible. Habrá votación y una pugna de consecuencias imprevisibles para la estabilidad de los populares a menos de un año de las elecciones municipales y autonómicas. Unos comicios decisivos para el PP por el auge de Ciudadanos. En esas condiciones se inició el congreso popular para la delegación del PP de Alicante y de la Comunidad.

Es la primera vez en mucho tiempo que la delegación acude a un cónclave nacional tan enfrentada. La tensión, en el caso de los compromisarios de la provincia, es máxima. No sólo por la fractura que ha llevado al aparato alicantino del PP, encabezado por José Císcar, a respaldar la opción de Santamaría, por un lado, y al alcalde de Alicante, Luis Barcala, al presidente de la Diputación, César Sánchez, o al número uno popular en Elche, Pablo Ruz, a alinearse con la alternativa de Pablo Casado. La guerra abierta dentro del partido en la ciudad de Alicante por el documento atribuído al exsubdelegado del Gobierno, José Miguel Saval, en el que se reclama, entre otras cosas, el relevo del alcalde Barcala y del resto del equipo de gobierno por haber compartido la etapa de Castedo y por sus resultados electorales ha marcado las primeras horas del cónclave. El texto, del que Saval en público reniega a pesar de que varias fuentes lo vinculan a su grupo, ha levantado ampollas entre los militantes que respaldan al alcalde y, en privado, es aplaudido por grupos críticos.

En estas condiciones se inicia un congreso en el que esta noche, además, todos los compromisarios de la Comunidad Valenciana están citados a una cena que, en otras ocasiones servía para exhibir músculo pero que ahora certificará la profunda fractura en la que se mueve la formación. Una división que parece difícil que se resuelva a la salida de este cónclave. Todos los movimientos de uno y otro bando están orientados a la votación de mañana en la que se decidirá al sucesor de Rajoy. Una votación y un resultado que medirá la estabilidad de los populares en la provincia y en la Comunidad. Los partidarios de Casado aseguran que este movimiento de renovación política e ideológica tiene que trasladarse a cada territorio. Pero en el trasfondo de todo este proceso, sin duda, aparece la elaboración de las candidaturas electorales para las locales y autonómicas de 2019. Los seguidores de Casado reprochan al aparato provincial del PP que esté canjeando votos por puestos en esas listas. Los de Santamaría advierten que en este congreso no se decida nada ni en clave electoral ni tampoco de renovación de ejecutivas territoriales.

Consciente de ese escenario tan complicado a menos de un año para la cita clave de las elecciones municipales y autonómicas, la presidenta regional del PP, Isabel Bonig, viene lanzando en los últimos días una propuesta de unidad, que mantiene en este inicio del cónclave. Está previsto que las intervenciones en este inicio vayan también en esa dirección pero, en estos momentos, parece casi imposible que se pueda evitar ese enfrentamiento. De forma global, en este congreso nacional del PP participan 386 compromisarios de la Comunidad Valenciana, 109 mujeres y 277 hombres.