n Es cierto que José Císcar salió fortalecido de la votación de militantes del pasado 5 de julio en la que logró imponer la mayoría del «aparato» provincial para favorecer la victoria de Soraya Sáenz de Santamaría frente a Pablo Casado por una diferencia tres veces superior a la media de España. Pero también es verdad que la política cambia en muy poco tiempo. Y un éxito de Casado en el congreso nacional que los populares celebrarán a finales de la próxima semana en Madrid daría alas a sus partidarios para intentar hacerse con el mando de la dirección provincial. De momento, o al menos esa es la versión inicial, los «casados» no se plantean cuestionar el mandato de Císcar al frente de la cúpula alicantina del PP aunque la opción de Soraya Sáenz de Santamaría se quede sin el control de la dirección de la organización popular.

En todo caso, en el supuesto de una victoria de Casado, sería inevitable que el rol de Císcar quedaría en entredicho. Como también sigue en el aire la situación en la que se queda el presidente de la Diputación, César Sánchez, alineado con Cospedal y al que ahora miran los dos bandos enfrentados por el control del PP. De la decisión del máximo responsable de la institución provincial, apuntan unos y otros, depende en gran medida que su figura no salga todavía más tocada de este envite. Uno de los termómetros que medirán la salud de los populares alicantinos será precisamente la cena de toda la delegación que José Císcar ha convocado para todos los compromisarios el viernes 20 de julio en la Casa de Campo de Madrid, en el ecuador del cónclave popular.