A diez días del congreso nacional del PP en el que se decidirá el sucesor de Mariano Rajoy, las espadas continúan en todo lo alto. Sigue adelante un duro pulso entre los partidarios de Soraya Sáenz de Santamaría, representados en Alicante por el «aparato» provincial que encabeza José Císcar; y los de Pablo Casado, un grupo de dirigentes más jóvenes ahormados por el discurso de José María Aznar y el relato ideológico de Faes. Unos, los primeros, lo quieren resolver con un acuerdo político al estilo que hasta ahora ha exhibido el PP, salvo en contadas ocasiones, llegando a sus congresos con todo atado... y bien atado. Otros, los segundos, están convencidos de llevar su órdago hasta el final para llevarse la victoria entre los tres mil compromisarios que acuden al congreso y darle la vuelta a la votación de los militantes, que colocó como ganadora por escaso margen a la que fuera vicepresidenta con Rajoy frente al hasta ahora responsable de Comunicación de la calle Génova.

Y Alicante con el conjunto de la Comunidad Valenciana se ha convertido en una plaza clave para ese congreso nacional. La delegación provincial, entre electos y natos, la conforman 184 compromisarios y unos 350 en total si se le suma Valencia y Castellón, la segunda con más peso por delante de Andalucía y superando a otros territorios clave para el PP como Galicia o Madrid. Y los partidarios de Pablo Casado creen que pueden sumar un buen número de apoyos entre los delegados que apoyaban a María Dolores de Cospedal, huérfanos en este momento de candidato y pendientes de todos los movimientos. «Sorayos» y «casados» admiten que el núcleo que respaldó a Cospedal, encabezado por César Sánchez desde la Diputación, no es monolítico. Tienen dudas y están divididos. Y por tanto se han convertido en el objeto de deseo de los dos bandos que se disputan el control del PP.

El grupo que secunda a Santamaría está seguro de llevar ventaja tanto en la provincia, donde calculan que pueden alcanzar dos tercios de la delegación, como en España. Moverán ficha durante los próximos días en contactos más o menos discretos para intentar apuntalar esos votos. Mientras, por contra, los partidarios de Pablo Casado también están convencidos de que llevan una cierta ventaja al grupo afín a la que fuera vicepresidenta del Gobierno y que lo consolidarán con el respaldo de los seguidores de Cospedal. De ahí que la presencia de Casado en Alicante, convertido en el líder con relato que encarna la ruptura del PP en este proceso, se considere clave para intentar decantar la balanza. El aspirante a la presidencia popular tiene controlados los compromisarios de Elche -su mujer es ilicitana- y una buena porción de los de la Vega Baja, especialmente en los pueblos medios y pequeños.

Así que esa visita a la provincia, prevista para finales de esta semana o principios de la que viene y en la que también se moverá en Valencia, será decisiva en la escena de los populares afines a Casado para sumar peones de cara a un congreso en el que hay una fractura absoluta, también en Alicante, entre uno y otro bando. El debate se mueve con discrepancias claras sobre la fórmula con la que se tiene que cerrar el congreso: los partidarios de Santamaría piden un acuerdo que evite la imagen de división a la vez que los de Casado quieren llegar hasta el final con la votación. Batalla servida.