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Punto final de un relato

El veto de Pedro Sánchez a la reforma de la financiación y la detención del presidente de la Diputación de Valencia por corrupción rompe el discurso del Consell del Botànic

Pedro Sánchez junto a Ximo Puig, en una imagen de archivo. efe

El relato se ha convertido en un elemento fundamental para desplegar un proyecto político. Todo aquello que se puede explicar con un mensaje, algo de pasión, pueda generar ilusión, tenga un punto de credibilidad -sea del todo cierto o no lo que se diga- y traslade una ruptura con el pasado acaba triunfando frente a los discursos planos y con poca convicción. Hay muchos casos durante los últimos tiempos se esté de acuerdo no con cada uno de esos movimientos: la victoria del Brexit en el Reino Unido, la elección de Macron en Francia o de Trump en Estados Unidos, las encuestas que llevan en volandas a Albert Rivera en España y que en su día auparon a Pablo Iglesias, la hegemonía en los dos bloques catalanes de Ciudadanos y de Junts per Catalunya -la lista de Puigdemont- en los últimos comicios, el éxito de Pedro Sánchez en el PSOE frente al «aparato» que encabezaba la andaluza Susana Díaz, el pacto del populismo y la ultraderecha para gobernar Italia y ahora quizá lo podamos ver en las primarias del PP con el avance de Pablo Casado en su pulso contra Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría... Ejemplos tenemos para dar y vender.

Sin tener claro ese relato es muy difícil alcanzar el objetivo. El Consell del Botànic encabezado por Ximo Puig y Mónica Oltra, desde el arranque de la legislatura en 2015, trató por todos los medios de cuadrar su propio discurso que, entre otras aristas, se sustentaba en dos patas muy importantes. Fundamentales. Levantar la hipoteca reputacional que lastraba la imagen de la Comunidad como consecuencia de los casos de corrupción que acabaron con la gestión del PP en la Generalitat. Y mantener un discurso nítido para reivindicar a Madrid un trato justo con la Comunidad tanto con la financiación autonómica -el Consell deja de ingresar 1.300 millones anuales para cubrir sus competencias- como en el reparto de inversiones con un déficit acumulado de 2.500 millones -mil de ellos en Alicante- durante el mandato de Rajoy. Su salida de la Moncloa y la llegada de Pedro Sánchez después del triunfo de la moción de censura, sin embargo y contrapronóstico, han terminado por dar la puntilla a esos dos discursos del Consell a menos de un año de las elecciones locales y autonómicas.

Es verdad, eso sí, que Puig tiene mucho más difícil rearmar su mensaje que Oltra. Pero también es cierto que, al final, todo eso puede acabar pasando factura a un gobierno conjunto y casi de equilibrio absoluto en las fuerzas. En quince días, de hecho, ha cambiado todo ese panorama. El rechazo del nuevo presidente del Gobierno a la reforma de la financiación autonómica con la confirmación, además, de que el Ministro de Fomento, José Luis Ábalos, tampoco ejercerá de valenciano en Madrid deja a Puig atado de pies y manos. El conseller de Hacienda, Vicent Soler, un socialista con pedigrí entre el ala más valencianista del PSPV, asegura a todo el que le escucha que va a ser muy pesado pero la realidad es que a la parte socialista de la Generalitat se le ha roto por completo un mensaje que había calado entre ciertos sectores y que, a partir de ahora, va a tener que rebajar para evitar enfrentarse con Pedro Sánchez. Ya se nota en el tono socialista como quedó explicitado ayer mismo cuando el director general de Proyectos Temáticos, Antonio Rodes, justificó la negativa del nuevo gobierno a una enmienda a favor de la Volvo -la empresa del Consell que dirige es la que monta el evento- que hace solo unos días defendía a capa y espada.

Aquí Compromís lo tiene mucho más sencillo que el PSPV. Pierde por el camino como triunfo de campaña uno de los objetivos fundamentales del Consell del Botànic de cara a las elecciones de 2019: reformar un sistema de financiación que lleva caducado desde enero de 2014 y que relega de forma sistemática a la Comunidad. Pero, sin embargo, gana munición para disparar a unos y a otros. No tiene ningún elemento en Madrid que le ate. Y puede atacar al PP por castigar durante años a los valencianos sin financiación ni inversiones pero a la vez tiene argumentos para comprometer a Pedro Sánchez, como viene haciendo con habilidad durante estos días Joan Baldoví, portavoz de Compromís en el Congreso. Ayer mismo, el concejal alicantino Natxo Bellido atacaba a populares y socialistas por el mencionado espectáculo para lograr el respaldo a la Volvo en Madrid. Es una estrategia, sin embargo, que presenta riesgos: evidenciar un enfrentamiento con los socios de gobierno y a la vez cargar la artillería tanto del PP como de Ciudadanos para cuestionar el Botànic cuando todavía queda casi un año de mandato por delante y muchos meses de campaña. Demasiado tiempo.

Lo que muy pocos esperaban, sin embargo, es que el discurso contra la corrupción también se quebrara de cara al exterior con la detención -la actuación policial parece desproporcionada para el alcance de la investigación- del presidente de la Diputación de Valencia, el socialista Jorge Rodríguez, junto a cuatro de sus colaboradores y un alto cargo vinculado a Compromís. No ha caído un cualquiera. El también alcalde de Ontinyent era el actual portavoz de la dirección del PSPV y el máximo favorito para suceder a Puig cuando el presidente de la Generalitat deje el liderazgo socialista en el próximo congreso. En clave interna, por tanto, la batalla por controlar la cúpula del PSPV, más abierta ahora que nunca, ya ha comenzado.

Pero de cara al exterior y aunque es evidente que el Consell del Botànic ha sido muy firme en la lucha contra la corrupción a diferencia de los gobiernos del PP, el golpe es durísimo.¿Cómo se va a presentar Puig a debatir con este asunto sobre la mesa? Isabel Bonig logra un argumento al que intentar aferrarse pero Ciudadanos tiene una autopista. Pero el varapalo no sólo pone contra las cuerdas a los socialistas también trastoca los planes de Compromís, cuya estrategia queda totalmente condicionada a partir de ahora. No puede atacar a los socialistas -cogobierna esa Diputación y tiene un cargo implicado- y encima la derecha también les puede poner en el disparadero. Un problema para todos: esto cambia tan rápido que nadie sabe lo que ocurrirá con el próximo relato.

P. D. Junto a todo esto, en Alicante todavía es más difícil para el PSPV. Sigue el socialismo alicantino sin ningún triunfo que exhibir en el nuevo gobierno de Madrid. Parece que Pedro Sánchez sólo se acuerda de València. Y no ve mucho más allá.

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