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Sin poder alicantino en Madrid

Hasta ahora Pedro Sánchez no ha nombrado ni un sólo cargo en la estructura del Gobierno con origen en el socialismo provincial: la «cuota valenciana» se queda, por ahora, sin extensión a Alicante

El ministro José Luis Ábalos.

Hace ahora casi tres años, cuando Ximo Puig tomó posesión como presidente de la Generalitat, se decantó por una solución para formar su gobierno que, pasado el tiempo, se ha visto obligado a enmendar. En la cuota socialista del Consell -cinco miembros- no incluyó ni un un sólo dirigente del socialismo alicantino mientras Compromís, por contra, sí decidió contar en la suya con Rafa Climent y Manuel Alcaraz. Ahora, con la marcha de Carmen Montón Carmen Montóna Madrid, Puig ha encontrado una vía de escape que le ha permitido corregir aquel error estratégico. La baja de una consellera con la que el presidente tenía muy poco «feeling» le ha servido para contar con Ana Barceló. No hay mal, por tanto, que por bien no venga. Una socialista alicantina en el departamento con más presupuesto de gestión de la Generalitat, movimiento con el que Puig traslada la imagen de un mayor equilibrio territorial de su cuota en el gobierno en la recta final de esta legislatura.

Es verdad que la figura de Ana Barceló no convence para nada al sector socialista que controla la desaparecida e inédita dirección provincial que encabeza el portavoz en la Diputación y alcalde de Xàbia, José Chulvi. Y también es cierto que la nueva consellera tendrá que cuidar mucho sus compañías dentro del partido para intentar convertirse, al menos de cara a las elecciones, en un referente institucional como única alicantina por la nómina socialista. A muy pocos se les escapa su conexión directa con José Manuel Orengo y Alfred Boix, los dos «primos» de Gandia convertidos en una suerte de «rasputines» en Presidencia; ni tampoco la presencia del exsenador Ángel Franco, en todas las salsas de la crisis del socialismo en la capital, en su toma de posesión junto con cargos de l'Alacantí y la Vega Baja, los dos bastiones del «franquismo» en la provincia. Así que el nombramiento de Ana Barceló es un paso adelante de Puig para dar más presencia a Alicante en el Consell pero, desde luego, no acaba de resolver el problema.

Ahora, de hecho y además, los socialistas también han llegado a la Moncloa después de que Pedro Sánchez consiguiera el triunfo de su moción de censura para tumbar a Mariano Rajoy y han demostrado, ya se sabe, que el hombre es el animal que acaba tropezando dos veces con la misma piedra. En las filas del PSPV se ha hablado del «poder valenciano» con el nombramiento de José Luis Ábalos como Ministro de Fomento, la elección de la citada Montón en Sanidad, el experimento fallido de Màxim Huerta o las raíces por parte de su mujer de Pedro Duque en Xàbia. Luego ha llegado el segundo escalón del Gobierno y todos los nombramientos en Sanidad, Interior o Justicia además del delegado del Gobierno, el desconocido Juan Carlos Fulgencio, tienen denominación de origen: València y muchos de ellos del bando «sanchista» para evidenciar que la formación de este gobierno también tiene su historia en clave de guerra interna.

¿Dónde queda, por tanto, la traslación a Alicante de ese «poder valenciano» y la voz de la quinta provincia de España? Pues, de momento, es nula. No hay una extensión a la provincia de ese rol. Ni un sólo dirigente del socialismo alicantino ha encontrado acomodo en los cargos que, de momento, ha nombrado Pedro Sánchez. Es posible que antes de que se complete el organigrama del nuevo gobierno haya algún cargo alicantino -se habla de Alejandro Soler- que pueda formar parte de alguna escala de gestión. Pero, en todo caso, volverá a evidenciarse el papel de segunda fila del socialismo provincial y su falta de capacidad para situarse en puestos estratégicos dentro de la cuota de la Comunidad Valenciana. La misma canción de siempre.

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