Màxim Huerta ya no es ministro de Cultura y Deporte. Tomó posesión del cargo el jueves de la semana pasada y ayer por la tarde dimitió. Seis días de efímero reinado en los que la polémica no ha tenido descanso. El presentador de televisión nacido en Utiel (València) en 1971 se convirtió en el flanco más débil del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez.

Primero fueron sus tuits contra el deporte. Y ayer El Confidencial destapaba que tuvo un conflicto legal con Hacienda cuando esta le reclamó 218.322 euros por haber empleado una sociedad unipersonal interpuesta para cobrar su trabajo en El programa de Ana Rosa entre 2006 y 2008 y así pagar menos impuestos. La sentencia contra Huerta (de 2017) concluía además que había incluido gastos impropios (como los de la vivienda que posee en la playa de l'Alfàs del Pi, donde reside su madre) para reducir la factura fiscal. Fue la puntilla.

Huerta pasa a ser el ministro más efímero de la democracia española a gran distancia de los siguientes. Con seis días en el cargo queda lejos de los 82 que estuvo José Luis García Ferrero, titular de Agricultura en 1982, en tiempos de Leopoldo Calvo Sotelo. Román Escolano, el elegido por Mariano Rajoy para sustituir a Luis de Guindos en Economía, duró 85 días.

La primera reacción ayer del periodista y escritor valenciano fue asegurar que no dimitía. Que había sido víctima, como otros muchos creadores, dijo, de un cambio de criterio fiscal y que ya había saldado sus cuentas con el fisco. Que había hablado con el presidente del Gobierno y tenía su apoyo.

Sin embargo, la evolución de los acontecimientos a lo largo del día, con la aparición de declaraciones del propio Sánchez afirmando que no toleraría en su Ejecutivo a alguien que utilizara una mercantil interpuesta para esquivar el pago de impuestos, llevó a Huerta a comparecer a las 19.00 ante la prensa en el ministerio para anunciar su dimisión.

El presentador defendió, su inocencia. «Vivimos en una sociedad ahogada por el ruido y la desinformación interesada -dijo-. No importa que haya pagado la multa. Lo que importa es el bombardeo. El ataque va contra mí. Busca minar el proyecto de regeneración de Pedro Sánchez y no voy a permitirlo».

La explicación que dio el ya exministro a los hechos es que, aconsejado por su asesor fiscal, facturó a través de una sociedad limitada sus ingresos de la televisión entre 2006 y 2008. «No era ilegal en ese momento», dijo. Hasta que el Ministerio de Hacienda decidió revisar todos esos casos. «Se llegó a decir que esas inspecciones retroactivas eran una caza de brujas contra los críticos al Gobierno» de Rajoy. Pagó, señaló, y puso un recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). «No es una condena por fraude -insistió-. Es una multa porque perdí el recurso que yo puse para recuperar mi dinero».

Así, declaró que se iba para que «el ruido de la jauría no parta el proyecto» de Sánchez.

Màxim Huerta ya es historia. El uso hace diez años de una sociedad interpuesta para pagar menos a Hacienda que a través del IRPF le cuesta el cargo. Le sucede un gestor, el exdirector del Museo Reina Sofía José Guirao (Pulpí, Almería, 1959).