Algo ha cambiado. En la última conferencia del presidente de la Generalitat en Madrid (fue en uno de los desayunos informativos de Europa Press, en noviembre de 2016) no había nadie del Gobierno. Ayer, en el almuerzo-coloquio en el Club Siglo XXI, había tres representantes: dos ministros valencianos del nuevo gabinete, José Luis Ábalos (Fomento) y Carmen Montón (Sanidad), y la titular de Política Territorial, Meritxell Batet, la principal involucrada en el objeto de la charla de Ximo Puig, el modelo de país y su reforma, que el jefe del Consell defendió abiertamente.

No es nuevo. El esqueleto del discurso de Puig ante el Gobierno central no ha cambiado. Pasa por la necesidad de reformar y de salir de la inacción. Reformar el modelo económico, reformar la Constitución para mejorar el encaje de las autonomías y reformar el sistema de financiación de estas como actuación más urgente para acabar con el desequilibrio actual. En resumen, «recuperar el prestigio de la reforma».

Estas volvieron a ser ayer las claves de su discurso, enmarcado por la petición al Gobierno de impulsar sin demora un acuerdo de transformación económica y otro territorial para sacar adelante las reformas. Ese pacto «no puede esperar». «Ha de empezar a andar» sin retraso.

Y la primera medida debería ser la reforma del actual sistema de financiación autonómica, la clave de bóveda de la agenda valenciana, el eje de la legislatura.

Lo nuevo del discurso de Puig es su sintonía ahora con la Moncloa. Por ahora no hay hechos, pero el lenguaje es el mismo. Al otro lado se supone que hay aliados y no silencio.

Pedro Sánchez telefoneó el viernes a Puig para insistir en el compromiso por la financiación autonómica y admitir la situación deficitaria de la Comunidad Valenciana. Y la ministra Batet incidió el pasado fin de semana en la reforma constitucional como vía para encauzar el conflicto catalán.

Las palabras de Puig cobran así un sentido diferente en el nuevo contexto. Vienen a subrayar al nuevo Gobierno las urgencias valencianas y la necesidad de que su posición de liderazgo en estas reivindicaciones sea tenida en cuenta. De esta manera, recordó que el Consell ya ha ofrecido un proyecto de nuevo modelo de financiación y una hoja de ruta para la reforma constitucional. El único gobierno autonómico que ha llegado tan lejos.

Puig deslizó en Madrid que el problema territorial no es solo Cataluña, que hay «un problema valenciano» que suma infrafinanciación e infrainversión, de manera que cada valenciano recibe un 30 % menos que un ciudadano de la comunidad que más recibe. El resultado son 2.500 millones de euros y 48.000 empleos al año menos. «No queremos hacer un ejercicio de victimismo, no venimos a romper nada -tranquilizó-, sino a pegamentar, a coser». «Debemos salir del atasco monumental como país», reclamó.

Y a pesar de esa coyuntura negativa, destacó el «momento valenciano» de crecimiento económico y de inversiones, que detalló en un puñado de datos. Entre ellos, que la Comunitat Valenciana es la preferida cuando los empresarios españoles optan por invertir en otros territorios diferentes a los suyos.

La pregunta es si un Gobierno que cuenta con menos del 25 % de los diputados del Congreso puede abordar tamañas empresas. Tendrá que priorizar, dijo, pero «podrá dar los pasos más esenciales», comenzar a andar.

La Comunitat Valenciana es un ejemplo, afirmó, de que una política de acuerdos plurales puede conducir a una mayor estabilidad política que no un Ejecutivo con una mayoría parlamentaria.

Puig fue claro: Sánchez debe intentar consumir la legislatura, porque cuenta con los apoyos necesarios. Al menos, hasta hoy. Pidió así a los grupos que han apoyado la investidura del líder del PSOE que hagan de este «un tiempo útil y no un terreno preelectoral». «En este tiempo y por patriotismo, yo no convocaría elecciones», llegó a decir en el turno de preguntas.

El presidente de la Generalitat evitó cebarse con Mariano Rajoy («ha hecho un servicio al país») y pasó de puntillas por sus viejas diferencias con Sánchez. «Todo lo cerrado me asusta, porque la contradicción es vida», zanjó.