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Poder valenciano en Madrid sin ejercer presión

Puig canta bingo con el nuevo Consejo de Ministros con una estrategia de no intromisión opuesta a la de Susana Díaz

Poder valenciano en Madrid sin ejercer presión

n Cuentan los dirigentes socialistas valencianos con tentáculos en Ferraz que a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, no le han dolido prendas para insistir al candidato que la arrolló en las primarias en que tuviera en cuenta al socialismo andaluz al formar ejecutivo. Algo de efecto debe de haber tenido, porque Pedro Sánchez no solo ha designado a alguien de la federación socialista más numerosa -cosa que parece de cajón-, sino que ha elegido a una consejera de Díaz y, por tanto, persona de su confianza, para una de las carteras más sensibles, la de Hacienda. En manos de María Jesús Montero estará la financiación autonómica, la piedra angular de la agenda valenciana.

La estrategia de Ximo Puig ha sido muy diferente. Mucho más valenciana. Ha optado por el laissez faire, según ha podido confirmar este diario en diversas fuentes, y no se ha inmiscuido. Es discutible que sea una fórmula habitual de éxito, pero en esta ocasión ha funcionado. En el Palau de la Generalitat ayer cantaban bingo al comprobar una composición del consejo de ministros que consideran sensible a las reivindicaciones valencianas. No se trata solo de contar solo con dos abanderados en el nuevo gabinete gubernativo, sino que Montero es considerada una aliada en la financiación autonómica y con muy buena conexión con el conseller Vicent Soler. Además, la titular de Economía, Nadia Calviño, tiene bastantes frescas las preocupaciones valencianas, porque se reunió con la delegación valenciana en una de las últimas expediciones a Bruselas.

Es conocido que Puig y Ábalos no son amigos. Se han entendido cuando han necesitado hacerlo, pero en los últimos años han optado por posiciones distintas en momentos determinantes. Ahora llega otro momento de tener que entenderse. Según ha podido saber INFORMACIÓN, ambos hablaron ya ayer en una conversación que fue más allá de la cortesía. Uno y otro ganarán si las inversiones mejoran en 2019 y se observa -es lo mínimo- una mayos sensibilidad hacia proyectos en la Comunidad. La salida de Montón, por su parte, obliga a retocar el Consell, pero la distancia entre ella y Puig se había agudizado. La consellera saliente no se alió con Puig en la operación de derribo de Sánchez de Ferraz y, aunque luego se resituó al lado del president, quedaron heridas abiertas tanto con este como con los sanchistas. Estas, al final, no han contado.

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