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Más frío dentro que fuera

Salvo los saludos de cortesía, las relaciones entre los acusados cada vez son más distantes

Luis Bárcenas, ayer, en la inmediaciones de la Audiencia. Jorge Ropero / LOF

Si afuera, en ese territorio en mitad de la nada ubicado entre las localidades madrileñas de San Fernando de Henares y Torrejón de Ardoz donde se encuentra la sede de la Audiencia Nacional, donde ayer se retomó el juicio por la financiación ilegal del PP, el ambiente ayer era invernal, en el hall del edificio era gélido. No en cuanto a la temperatura, que pese a las dimensiones del inmueble era agradable, sino en lo tocante a las relaciones entre los antes compañeros de partido y ahora de banquillo, y cada vez más distantes.

Salvo los saludos a los que obliga la educación, no muchas más palabras intercambian quienes en su momento compartieron al menos el mismo proyecto político. Arropados por sus respectivos abogados, tanto Ricardo Costa como Vicente Rambla y David Serra ocupan posiciones equidistantes de modo que, salvo que sea intencionadamente, es imposible cruzarse.

Ayer, Ricardo Costa fue el más madrugador. Con un semblante más relajado desde que dio el do de pecho, estrechó la mano a Luis Bárcenas cuando se le acercó y le soltó un «¿qué tal, Ricardo? ¡Cuánto tiempo sin verte!». Y hasta la de Rambla y Serra, pese a que ninguna de sus defensas pierde oportunidad de intentar responsabilizarle de todos los males.

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