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Entrevista al Conseller de Transparencia

Manuel Alcaraz: «Tras Gürtel, a este Consell no se le van a olvidar los nombres de algunos empresarios»

Sus colegas del Consell le llaman cariñosamente el conseller «de asuntos internos», un apelativo que él encaja con humor

El juicio de Gürtel y la confesión de Costa ha vuelto a aflorar la corrupción de una etapa ¿Cómo se le ha quedado el cuerpo?

Nos avergüenza y nos estremecen estas confesiones que muestra todo un aparato de poder estructurado en torno a la corrupción. No me creo que todos los diputados que aún se sientan en las Cortes no supieran nada. Algunos puede, pero no todos y callaban.

¿Al PP de Isabel Bonig se le complica la vida?

Como demócratas hay que ser cuidadoso porque hay miles de valencianos que los votaron, pero había una trampa estructural. Y cuesta creer que los «correveidiles» que pagaban animadores y fuegos de artificio, no se les quejaba nada entre los dedos. Esparcir la sospecha sobre nosotros y que no hayan dicho una palabra, ya no de perdón, sino de de compasión a la gente que han fallado, demuestra que el PP sigue considerando la Comunidad como su cortijo y ven una normalidad extraña que no gobiernen ellos. Lo peor no era que desapareciera el dinero, sino su concepción de una Comunidad donde solo los corruptos tenían carta de ciudadanía. Y no estaría mal que alguna organización empresarial pidiera perdón.

Las empresas son la otra pata de esta historia. Más allá del penal, ¿qué castigo merecen?

La buena noticia es que la economía funciona mejor sin la necesidad de mordidas. Y esto debería reconocerlo algún líder empresarial. Navarro dijo que lo mejor era que existiera una conselleria de Transparencia. Es bueno que en algunos empresarios haya cierta conciencia de lo ocurrido. En el Consell esto nos lo tomamos en serio y aquí dejo un aviso a navegantes, a estos empresarios que han enjugado sus culpas con multas suculentas, pero poca cosa teniendo en cuenta el botín. Desde luego a este Consell no se nos va olvidar algunos nombres.

¿Es partidario de acabar con los privilegios de los expresidentes, de forzar la salida de Francisco Camps del Consell?

Francisco Camps sigue corrompiendo una institución en el sentido político. Debería tener un gesto de decencia e irse por el bien de su partido, la comunidad y el derecho. Hipotéticamente, que un ex presidente esté en el Jurídic, puede estar hasta bien, pero es una vergüenza cuando vas poniendo las fotos una detrás de otra de los expresidentes del PP. Ahora bien hay dificultades legales importantes sobre la inamovibilidad de los cargos. Apelar a la decencia es lo única que cabe y a la firmeza del PP exigiendo a Camps que se vaya.

La corrupción ha sido la marca de la Comunidad mucho tiempo ¿Qué ha pasado aquí?

No me creo la teoría de la manzana podrida. Aquí ha habido una situación de corrupción estructural, que se ha convertido en un hecho de violencia simbólica, una agresión para los ciudadanos que les ha privado de hospitales, de colegios; les ha agredido en su dignidad. Y cuando es estructural hay que buscar dos causas que juntas son la tormenta perfecta: un modelo económico de base especulativa y una acumulación de poder brutal. Ahora se ha hundido el modelo especulativo y hay más dispersión de poder, un gobierno nuevo.

¿El Consell del Botànic está a salvo de caer en la corrupción?

Hipotéticamente, una persona puede caer en la corrupción. Pero esta forma de analizar el problema es irrelevante. Lo importante es que la corrupción no pueda, con sus vínculos políticos y económicos, convertirse en una realidad mínimamente determinante del devenir del país. ¿Estamos vacunados? Se puede decir, pero lo diría de otra manera: el PSPV y Compromís hemos construido nuestra identidad actual, la que nos ha llevado al Gobierno, en valor principal, como fuerzas anticorrupción. Eso nos da fuerza y nos blinda mucho. Aquí no ha pasado nada raro, como que alguien se le ha olvidado poner un dato en el portal de transparencia, sin que a los dos días me lo hayan dicho.

El último informe de la Sindicatura de Comptes apunta a irregularidades en la contratación, fraccionamiento y luego ha habido casos de incompatibilidades y sentencias por opacidad. ¿No deberían saltar las alarmas?

No me saltan alertas, pero ante cada informe yo pido a mi gabinete que analice y se habla en el Consell. Hay cuestiones donde se producen errores en el sistema, que si no se corrigen y son endémicas sí pueden contribuir a generar un clima que justifique la corrupción. Respecto a los problemas de incompatibilidades, no nos tembló el pulso y, en tercer lugar, que en esta semana de juicios y de descubrir la podredumbre, el PP nos acuse de falta de transparencia es muy patético. Que en dos años y medio estos hayan sido los problemas, los firmaba cualquier gobierno del mundo. Pero estamos vigilantes.

Dos años después la existencia de su conselleria sigue cuestionándose ¿Le duele?

No. Aunque al PP le enfade, esta conselleria existe gracias a ellos. Su actuación nefasta presionó a la opinión pública a pedir respuestas y una de ellas fue crear un órgano específico. Incluso en sitios donde gobierna el PP, como en Murcia, se ha creado una.

¿La estructura debería seguir en un nuevo Botànic?

Con independencia de la denominación, una conselleria dedicada a Transparencia será necesaria bastante tiempo. Uno de mis objetivos es preparar una estrategia sobre integridad y gobierno abierto a largo plazo. El problema del PP es que cree que creamos esta conselleria para perseguirlos a ellos, para actuar retrospectivamente y no ha sido así. Ellos me dan lo mismo, lo que quiero es que mi gente se porte bien.

¿Y su gente se porta bien?

Sí. Es verdad que para algunos políticos esto es una novedad que a veces puede resultar molesta. La transparencia exige tener en tensión permanente a muchos cargos públicos, asesores y funcionarios, pero estamos contentísismos. Más allá de algún comentario al principio del tipo, 'que latazo es esto'.

Pero hubo bastantes resistencias al principo, el propio portal de transparencia...

Digamos que al principio lo que hubo fue sorpresa, una cosa es hacer el discurso y otra darse cuenta, por ejemplo, de que iba en serio, que de verdad había que publicar la agenda. Y en algún caso ha habido dudas sobre límites, pero en gran medida todo esto se solucionó con la aprobación del código del buen gobierno. No hemos recibido quejas importantes ni vemos incumplimientos.

¿Cuántas normas ha tenido que descafeinar?

En políticas de Transparencia no me quedo con esa sensación, sí, en cambio, con la ley de responsabilidad social. Pedíamos que figurara la prohibición absoluta de que la Generalitat hiciera negocios con empresas que trabajaran en paraísos fiscales y se me hizo ver que legalmente no era posible, por eso la hemos descafeinado. Hay veces que queremos ir más lejos y no podemos por las dudas jurídicas.

La ley de lobbies se rebajó...

Los cambios no han sido por presiones. Hubo uno que fui el primero en suscitar: la duda de qué es un lobby. Planteé que entidades con reconocimiento institucional como sindicatos, partidos u organizaciones empresariales no fueran lobbies.

A priori resulta chocante.

La Constitución marca que tienen una función esencial en la construcción de la democracia. ¿Cómo limitarles? Es una paradoja, pero el reglamento deberá afinar mucho porque una misma persona puede tener una consideración u otra según la reunión.

¿Los partidos políticos, los sindicatos, las empresas son aún poco transparentes?

Progresivamente van siéndolo. Poco transparente es la federación valenciana de fútbol, los bancos y algunas empresas, aquellas que tienen capacidad de incidir en la trama económica y financiera.

¿No le parece que hay una superestructura de control, cada vez más órganos, con funciones que pueden solaparse?

También en esto se está construyendo un mito. Hay instituciones que tienen que ver con el buen funcionamiento de la Administración tan antiguas como la Generalitat. No las hemos inventado nosotros, sino intentado dignificarlas. Hemos creado el consejo de Transparencia y la oficina de conflictos que funciona con funcionarios.

Y luego está la Agencia Antifraude. ¿Era imprescindible?

Las agencias anticorrupción son útiles y necesarias, no porque lo diga yo, lo dice Naciones Unidas.

¿Malos tiempos para el autogobierno de los territorios?

Se está produciendo un asalto a la España autonómica y eso supone restricciones en gasto social. El gobierno español aplica políticas neoliberales, tiene una ideología de españolismo excluyente y al mismo tiempo lo que hace de forma calculada es deteriorar el Estado de Bienestar. Aquí se nota más porque somos las comunidades peor financiadas y con malos datos que venían de atrás y que se habían ocultado. Los índices de pobreza son malísimos, pero todo eso era compatible con la Fórmula 1.

¿Cómo se lleva usted con el independentismo catalán?

Han sido unos irresponsables absolutos que han olvidado principios democráticos básicos, han dividido la sociedad valenciana y de nos han creado problemas. Como gobierno y Compromís, nuestra posición es que no hay más camino que el diálogo.

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