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Correa acorrala a Costa

El cabecilla de la trama Gürtel declara que fue el exvicesecretario del PP y mano derecha de Francisco Camps quien les indicó que facturaran a los empresarios los trabajos que el partido no les pagaba

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Segunda sesión del juicio por la financiación ilegal del PP

Tomándose una coca-cola y en un tono más propio de una amigable charla de bar que de una sala de vistas, el cabecilla de la red Gürtel, Francisco Correa, dejó ayer herido de muerte a quien fuera el número dos de los populares en la Comunidad y mano derecha de Francisco Camps, el exvicesecretario del PP Ricardo Costa, a quien señaló como la persona que indicó a la trama que facturaran a empresarios los trabajos realizados al PP que el partido no podía pagarles. Ocurrió en la segunda sesión del juicio que se está celebrando en la Audiencia Nacional sobre la supuesta financiación ilegal del PP en la Comunidad.

A preguntas del abogado del Estado Edmundo Bal, Correa explicó que fue su compañero de empresa, presidio y ahora también de banquillo en esta causa, Pablo Crespo, quien le dijo que había hablado con el exdiputado. Al gallego, la idea de cobrar de los empresarios no le gustaba «porque como él venía de la política (fue secretario de organización de PP en su tierra) sabía que nos podía acarrear problemas. Y prueba de ello es que estamos aquí sentados», dijo ante el magistrado Vázquez Honrubia, cuya amabilidad con el acusado fue inversamente proporcional al trato que dispensó a alguna de las defensas.

Todos obligados

Relajado y contundente, («me han pedido que lo sea», espetó en alusión al acuerdo no firmado con la Fiscalía de colaborar a cambio de una rebaja en las más de dos décadas de prisión que le reclaman) explicó que «el PP no pagaba y hubo que hacer facturas falsas para poder cobrar, pero no hay ningún trabajo que no se haya realizado. Tuvimos que hacerlo igual que a los empresarios que han estado aquí sentados (los nueve acusados que han confesado los pagos ilegales) les obligarían a pagarnos porque de lo contrario tendrían menos trabajo en sus circunscripciones (por los contratos con la administración). Fue a iniciativa del PP. Era eso o cerrábamos».

Correa reiteró que asumía toda la reponsabilidad de lo que en sus empresas sucedía pese a no estar al tanto del día a día y de que «no conocía a nadie en el PP de la Comunidad Valenciana. Jamás me reuní con nadie del partido allí cuando en Madrid los conocía a todos». A preguntas de la fiscal Myriam Segura agregó que «en contra de lo que mucha gente piensa, yo no iba por Valencia, el personal de Orange Market ni me conocía y a Camps le he visto dos veces, una en la boda de Álvaro», por El Bigotes, que era quien tenía relación con el exjefe del Consell porque se lo presentó Alejandro Agag, el yerno de Aznar».

Únicamente, dijo, «hablé una vez por teléfono con Costa. Estaba muy bajo porque no le habían dado un cargo en el partido al que aspiraba. Yo le tranquilicé, le dije que era muy joven, que tenía mucho futuro y que podía llegar a presidente del país». Ahora, la Fiscalía le pide casi 8 años de prisión por tres delitos electorales y uno de falsedad, y su cara. ayer, tras escuchar a Correa, era todo menos la de un presidenciable. Tras recalcar que no tenía «ningún interés en engañar», el líder del grupo Correa relató que en aquellos años él estaba fuera del país mucho tiempo, por lo que era Pablo Crespo quien se ocupaba de las empresas y Álvaro Pérez el que llevaba Orange Market. «Es un buen creativo» a quien introdujo en la Comunidad Camps «tras conocer cómo trabajaba en Génova. Al principio empezó yendo y viniendo pero cada día teníamos más trabajo y creamos una sociedad en Valencia. (...) Pero la creamos para trabajar con el PP, no para delinquir. Con la Generalitat apenas tuvimos contratos, salvo con esa pobre consellera», dijo, sin citarla, en referencia a Milagrosa Martínez, responsable de Turismo con Camps y condenada a nueve años de prisión y 27 de inhabilitación por los contratos de Fitur con la trama. «Y con el mismo presupuesto diez años», apostilló.

Correa insistió en que todos los trabajos facturados se habían realizado y que el PP también les pagó una parte «en mano». A preguntas de la fiscal concretó que «la caja b importante estaba en Madrid, donde se recibía el dinero procedente de Valencia», y que él era quien la controlaba.

El cabecilla de la Gürtel no contestó a ninguna de las defensas: «yo lo haría pero mi abogado ha dicho que no lo haga».

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