Hace ahora un año, el Debate de Política General en las Cortes -el foro que tradicionalmente marca el arranque del curso político- se celebró bajo los efectos de la decisión de Rita Barberá, entonces senadora del PP, de convertirse en tránsfuga y encarar la recta final de su carrera política -luego supimos también que de su vida- al margen de la disciplina popular acosada por las denuncias de corrupción. Un año más tarde, mediada ya la legislatura del Consell del Botànic que comparten los socialistas y Compromís con Podemos como socio parlamentario, una de las citas más importantes de la agenda política de la Comunidad se sustanciará bajo el síndrome del desafío soberanista en Cataluña, nuestro principal socio comercial. Un conflicto que afecta de forma directa al movimiento de fichas del Consell para forzar a Madrid a reformar el actual modelo de financiación, un sistema que convierte a la Comunidad en la más castigada en ese reparto.

No estamos ante un debate de transición. Ni mucho menos. Punto arriba, punto abajo, todas las encuestas que se han publicado en los últimos meses señalan la tendencia que, de seguir en esta dirección, habrá una segunda versión del Pacte del Botànic. Así que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, tiene que activar una versión diferente al perfil bajo con el que se presentó en la tribuna hace ahora un año. Su Consell enfila los momentos decisivos de la legislatura. El titular de la Generalitat dividirá su discurso en dos partes. Una primera en la que hará un repaso de la situación política y aportará indicadores económicos y sociales que presentan una mejoría, consideran fuentes de Presidencia, que es «incontestable». La segunda parte de la intervención incluirá un paquete de propuestas concretas. El jefe del Consell se guarda un as en la manga con anuncios de calado relacionados con València y Alicante.

Pero, desde luego, también tiene previsto hacer una reflexión sobre la situación en Cataluña, en vistas de que el PP y Ciudadanos han convertido el asunto en munición contra el Consell, al que sitúan con una hoja de ruta similar a la de los catalanes. La postura de Ximo Puig es la de mantener todos los hilos de comunicación abiertos con Cataluña y abordar una reforma del Estado con una «mirada federal». Ayer mismo, de hecho, Puig aseguró sobre el desafío independentista en Cataluña que «hay que buscar vías de diálogo», al tiempo que recordó que «no se puede construir una legalidad destruyendo la legalidad». Tras apuntar que la Diada de Cataluña «siempre ha sido un acto político y de reivindicación» vinculado a la identidad de Cataluña, remarcó la necesidad de «buscar vías de diálogo, de acuerdo y de superar la confrontación. La confrontación no lleva a ninguna parte». En este caso, prosiguió Puig, «es evidente que ha faltado mucho diálogo y, desde luego, hay decisiones que si se toman fuera de la ley tienen mucha dificultad para poder realizarse». «No se puede construir una legalidad destruyendo la legalidad», zanjó.

Frente a la intervención del presidente Puig, la línea del PP, confirmaron fuentes de la formación, será oponer un discurso muy duro para atacar la gestión del Botànic. La síndica del PP, Isabel Bonig, hará bandera de asuntos como la Sanidad y, sobre todo, la Educación, que se ha convertido en uno de los discursos recurrentes de los populares con asuntos como la defensa de los centros privado-concertados o el rechazo al sistema de plurilingüismo. Pero parece también muy claro que los populares echarán mano del asunto de Cataluña para intentar atacar al Consell, en la misma línea de los últimos días. Está por ver hasta qué punto lleva Isabel Bonig ese envite teniendo en cuenta que, una vez que este verano Génova bendijo su candidatura a la Generalitat, tendrá que poner encima de la mesa algo más que un puñado de críticas y «venderse» como una alternativa.

Junto al papel de Ciudadanos, también muy vinculado por la influencia de Albert Rivera a la crisis catalana, el otro gran polo de atención, sin duda, es la posición de Podemos. Este Debate de Política General supondrá el estreno de Antonio Estañ como portavoz del grupo parlamentario. No es fácil su papel. No es gobierno pero tampoco oposición. Así que tendrá que trasladar la imagen de que, al menos de puertas hacia fuera, le aprieta las tuercas a los socialistas y a Compromís para dejarse notar en una gran cita. O eso, o se arriesga a la irrelevancia.