Ximo Puig, presidente de la Generalitat, llega hoy a Madrid para reunirse con Mariano Rajoy en La Moncloa con dos objetivos nítidos: poner sobre la mesa una solución para desencallar el nuevo sistema de financiación autonómica y corregir el déficit inversor que padece la Comunidad en los presupuestos de 2018. Pero esa «agenda» trazada por el Consell, sin embargo, se puede acabar topando con la cruda realidad: una actualidad política absolutamente monopolizada por el desafío soberanista en Cataluña, la mayor crísis territorial que se ha vivido en España desde la recuperación democrática hace cuatro décadas. Así que, con ese panorama, este encuentro que Puig llevaba esperando durante casi un año corre el riesgo de acabar pasando completamente inadvertido y enterrado en la irrelevancia.

En Madrid saben que, al margen de la magnitud del conflicto abierto en Cataluña, la situación de la Comunidad se ha convertido en una «patata caliente» que, de momento, sigue sin resolverse. Hasta las últimas elecciones autonómicas, Rajoy jugaba con la ventaja de que el ejecutivo autonómico del PP se callaba cuando llegaba a Madrid a pesar de que entonces la Comunidad ya llevaba años discriminada en el reparto de los fondos del Estado bajo gobiernos en Madrid tanto socialistas como populares. El cambio en el Palau de la Generalitat, sin embargo, elevó el tono. Hasta el punto de que la reclamación al Estado de un «trato justo» se ha convertido en uno de los grandes mensajes. En la última conferencia de presidentes, celebrada el pasado mes de enero en el Senado, Puig fue el único que puso toda la carne en el asador para darle la vuelta al sistema de financiación autonómica y arrancar un acuerdo para negociar el nuevo modelo de reparto antes de que finalice este año, algo que en estos momentos parece casi imposible que se termine cumpliendo.

Después de lanzar ese mensaje más contundente frente a Madrid, Ximo Puig llevaba cuatro solicitudes y casi un año a la espera de ser recibido por Rajoy. El presidente del Gobierno, a raíz de su visita del pasado fin de semana a València para un acto del PP y tras la última carta que le remitió Puig, ya le puso fecha al encuentro. El titular de la Generalitat lleva bajo el brazo una carpeta con dos puntos. Conocido ya el informe de la comisión de expertos que ratifica una vez más que la Comunidad está a la cola en el reparto de la financiación, el presidente Puig quiere, además de una fecha, que el Gobierno de Madrid se implique para solventar el déficit.

¿Cómo? El mencionado informe asegura que el sistema de financiación, además de discriminar a la Comunidad, tiene una insuficiencia de unos 16.000 millones, de los que alrededor de 1.600 deberían llegar a las arcas del Consell. Pero de momento, sin embargo, el Gobierno rechaza arremangarse y emplaza a las autonomías a llegar a un acuerdo. Puig entiende, sin embargo, que el Ejecutivo de Rajoy debe también participar de los contactos. Y llevará esa propuesta a la Moncloa. La segunda cuestión que estará sobre el tapete será, sin duda, la distribución de las inversiones en los presupuestos para 2018. En las cuentas de este año, como se recordará, el gobierno del PP recortó las inversiones a la mitad en Alicante y un tercio en el conjunto de la Comunidad. Puig intentará convencer a Rajoy no sólo de que en las cuentas para este ejercicio se debe incrementar la aportación inversora -ese compromiso, más o menos, ya se ha trasladado desde Madrid a cargos valencianos del PP- sino que además se tiene que empezar a compensar a la Comunidad por un déficit inversor que viene de lejos.

El gran problema, sin duda, con el que se encontrará Ximo Puig es una escena política endiablada con la crisis catalana en primera línea. Al jefe del Consell le preocupa ese ruido. Cataluña no sólo es uno de los grandes socios comerciales de la Comunidad. Es además uno de los actores principales para cualquier debate territorial en España. Pero, en todo caso y a pesar de las dificultades, en Presidencia consideran que la reunión puede convertirse en una apuesta para reforzar el diálogo como fórmula para superar los conflictos. Una oportunidad que, sin embargo, se enfrenta a un peligro: que nadie se acuerde de la reunión entre Rajoy y Puig apenas unos minutos después de celebrarse.